viernes, 22 de octubre de 2010

Iglesia de Santa Cruz



La iglesia de Santa Cruz era una de las más antiguas de Madrid. Se construyó en el siglo XIII en uno de los arrabales extramuros de la Villa. El templo primitivo estaba en la plaza de Santa Cruz, esquina a la calle de la Bolsa, siendo una ermita en época remota con derecho a parroquia, desde el tiempo de los árabes, por estar el terreno poblado de cristianos que vivían fuera de la población. No se sabe cuanto tiempo estuvo esta ermita haciendo de parroquia, pero sí que a finales del siglo XV, fue edificado el templo que antecede al actual. Destacaba su torre, que junto a la de San Salvador, era la más alta de Madrid, motivo por el que se le denominaba "Atalaya de la Corte". La torre ostentaba en sus muros el oso y el madroño, junto con el dragón, emblemas de Madrid. Se gratificaba a los sacristanes por subir hasta su cima a tocar las campanas y tenía un famoso reloj. La torre sufrió un incendio en 1620, quedando seriamente dañada, no levantándose hasta 1680, pero esta vez sin reloj y sin blasones. Fue obra del arquitecto Francisco del Castillo. La fachada era sencilla, toda de granito, obra de José Jiménez del Oso y en el segundo cuerpo existía un bajorrelieve, con el tema de la Invención de la Santa Cruz, de Pablo González Velázquez.

Grabado de la antigua iglesia de Santa Cruz



Antigua iglesia de Santa Cruz antes de su demolición




A los tres años de haberse terminado la torre, se declaró otro incendio que acabó con todo su patrimonio, trasladándose lo poco que quedaba al vecino convento de Santo Tomás de dominicos, mientras durase su reedificación. Se acabó en el año 1767, y en 1968 hubo que demoler la iglesia, pues amenazaba ruina, momento en que se trasladó la parroquia al convento de Santo Tomás definitivamente. Pero parece que la mala suerte viajó al convento y en 1872, otro voraz incendio, afectó a la iglesia de este convento y en 1876 por Desamortización de Mendizábal, el Estado decide demoler el conjunto dominico. Las obras del nuevo templo que nos ocupa, comenzaron en 1889 en los terrenos del desaparecido convento y se encargó el proyecto al arquitecto diocesano Marqués de Cubas.


Convento de Santo Tomás, en el lugar donde se levantaría el nuevo templo de Santa Cruz




El templo es de estilo neogótico, y a Francisco de Cubas le siguieron los arquitectos Miguel de Olabarría, Ricardo Guereta y Juan Moya. Los materiales empleados para su construcción fueron el ladrillo y la piedra blanca de Colmenar, que forman en su combinación una acertada bicromía.

La fachada presenta un gran arco apuntado con arquivoltas coronado por un gran gablete, que remata una cruz. En su centro luce un relieve con la Apoteosis de la Cruz, obra de Aniceto Marinas. La proyección de este elemento, origina la torre de 85 metros de altura, en cuyo primer cuerpo se abre un gran rosetón y en el segundo destaca un reloj en medio de una decoración de Sebka. El reloj se debe a Losada, el mismo relojero de la Puerta del Sol. La torre de Santa Cruz volvía a lucir un famoso reloj, como pasó en la antigua Atalaya de la Corte.






Relieve de la Apoteosis de la Cruz, obra de Aniceto Marinas








El tercer cuerpo es el de campanas y está rematado por un soberbio matacán, que le da aspecto de fortaleza y que en el proyecto primitivo se cubría por un techo de pizarra en forma de flecha y rematado por una cruz, pero que nunca se llegó a construir. A los lados de este cuerpo central, se disponen dos calles separadas por contrafuertes, en las que se abren ventanales apuntados. Las portadas laterales de la calle Concepción Jerónima y Santo Tomás, presentan vanos con arcos conopiales.





Interior de la iglesia












La planta es de una sola nave con ocho capillas laterales y otra en la cabecera. Los soportes son pilares con baquetones. Se cubre con bóveda de crucería en la nave y capilla mayor y con bóvedas de terceletes en los brazos del crucero. Las bóvedas en las tribunas del crucero son estrelladas sobre tambor, sujetado por trompas. Sobre las capillas corre un segundo cuerpo de vidrieras. Los muros, pilastras y bóvedas están pintados al temple, imitando sillares. Algunas partes, como en los florones y arranques de los nervios de las naves altas, se hallan policromadas en óleo y oro.



















Las vidrieras del templo merecen especial atención por su belleza y diseño. Fueron realizadas por Talleres Maumejean de Madrid, bajo bocetos de Arturo de Mélida. Las que corresponden a la cúpula, quedaron destrozadas en la Guerra Civil de 1936, las restantes, aunque deterioradas por la contienda, han podido recuperarse. Todas constituyen un ciclo iconográfico de los santos relacionados con la parroquia.














En el presbiterio se sitúa el retablo neogótico, obra de Emilio Tudanca en 1962. En sus laterales se destacan las imágenes de los cuatro Evangelistas y de los apóstoles Pedro y Pablo. Lo culmina un calvario. En los costados hay pinturas de Escolá Sabaté de 1962. En la parte inferior figura la Exaltación de la Cruz. Bajo el cimborrio del altar mayor, hay una cruz relicario con el "Lignum Crucis" o madero de la cruz, procedente de las monjas carmelitas del Cerro de los Ángeles, obra de Francisco de la Cruz. La sillería fue colocada en la guerra de 1936 en los balcones para protegerse de la metralla. El ábside fue decorado por Talleres Granda con una enorme cruz, que al hacer el nuevo retablo, ha quedado oculta en gran parte por él.















Retablo neobarroco de 1940 en la Capilla de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. En el ático una pintura con el escudo de la Hermandad, sostenido por ángeles. La hornacina central acoge una imagen de Jesús Nazareno, de Víctor González Gil de 1978 y a los lados son la Esperanza de Triana de 1978 y la de San Judas Tadeo, ésta de Talleres Granda de 1989, que recibe una gran devoción entre los madrileños.





Jesús Nazareno, de Víctor González Gil de 1978 y a los lados, la Esperanza de Triana de 1978 y la de San Judas Tadeo, ésta de Talleres Granda de 1989




En el machón de ingreso a esta capilla, sobre un fondo de madera oscura, se venera al Santísimo Cristo de las Penas de autor anónimo.




Capilla de San Antonio de Padua, "El Guindero". Con un retablo neogótico de Emilio Tudanca de 1962, coronado por una Inmaculada de la escuela sevillana. Lo preside el famoso lienzo de San Antonio "El Guindero", del siglo XVII y a sus lados las pinturas del mismo autor del retablo que representan escenas del milagro.

El apodo de "El Guindero" viene del siglo XVII, cuando subía por la Cuesta de la Vega un hortelano con su asno, cargado de guindas. Resbaló el animal y esparció por el suelo la carga, que apurado, intentó recoger el hortelano, no sin antes invocar a San Antonio. Acertó a pasar por aquel lugar un fraile, que le dijo: "no te aflijas, que yo te ayudaré a recogerlas", el rústico ofreció como pago una cesta de las mismas al monje, a lo que éste respondió: "Llevadlas a la iglesia de San Nicolás". Al día siguiente se acercó el hortelano a esta iglesia y allí le dijeron que no había más fraile que el que figuraba en un cuadro de San Antonio. Al acercarse al lienzo, el hortelano comprobó que la imagen era la del fraile que le había ayudado a recoger la fruta. Esta pintura comenzó a tener una profunda devoción por parte de los madrileños y en 1720 se fundó en la iglesia de San Nicolás de los Servitas, la Congregación, figurando en sus filas algunos de nuestros reyes. El cuadro pasó por diferentes iglesias y por último a la de San Luis, salvándose de incendio. Se escondió durante la Guerra Civil de 1936 y a mediados del siglo XX, se instaló definitivamente en Santa Cruz.






Lienzo de San Antonio "El Guindero", obra del siglo XVII




En la Capilla de la Virgen del Pilar, de Agustín Fernández de 1943, se encuentra un retablo neoclásico que imita mármol y lo preside en una hornacina una Virgen del Pilar de 1943, copia de la que se venera en la Basílica Zaragozana. A los lados, imágenes de Santiago Apóstol y Santa Lucía, de 1945.






Retablo gótico de madera sobredorada, con una pintura de la Virgen de Gracia, la patrona de Archidona (Málaga), obra de Antonio Burgos en 1959.





La última capilla del lado de la epístola, antes del crucero, se encuentra bajo el amparo de la Virgen de la O, que preside desde un retablo gótico. La titular es abogada de los sin hogar. Esta imagen procede de San Luis, salvándose del incendio.
A sus lados esculturas de San Sebastián, patrono de Huelva, y la Virgen del Rocío, patrona de Almonte, ambas realizadas en 1958. Debajo del retablo de Nuestra Señora de la O, hay una urna que encierra imagen de Nuestra Señora del Tránsito, considera anterior al siglo XV. De pequeñas dimensiones, representa la muerte de la Virgen. Perteneció a la Orden de los Templarios y traída a Madrid desde el convento de la Orden junto a Talavera de la Reina, fue deposita en la ermita de Santa Bárbara, cuidando de ella la beata Mariana de Jesús entre 1618 a 1628. Desde Diciembre de 1939 se encuentra en esta iglesia de Santa Cruz.





En la misma capilla, retablo gótico en madera sobredorada, que aloja un cuadro de la Virgen de la Cinta, patrona de Huelva, de J. Martín Estévez.





Altar con imagen de vestir de Nuestra Señora de las Nieves, patrona de Almagro (Ciudad Real).




Capilla del Santísimo, iluminada por una gran vidriera, que representa Los Desposorios de la Virgen y San José, cuyo boceto realizó Arturo Melida. El sagrario es de plata y de estilo neogótico, firmado por el platero Moratilla. A la izquierda y en caja de nogal con marquetería, un soberbio altorrelieve de la Virgen con el niño, considerado como del siglo XVI. También aquí se veneran las imágenes de los Sagrados Corazones de Jesús y de María de Fernández Andés, fechadas en 1940.




En el crucero del lado del Evangelio, se erigen tres altares modernos, que ostentan las tallas de Santa Marta, de Víctor de los Ríos de 1957, Milagrosa, de Santiago Lara de 1942 y del Santo Ángel de la Guarda, del siglo XIX, patrono de los Maceros del Ayuntamiento.






Vamos a destacar la talla del Santo Ángel de la Guarda, que fue salvado del incendio de la noche del 10 de diciembre de 1580, cuando se celebraba la victoria sobre Portugal, se dispusieron tantas luminarias en la Puerta de Guadalajara, que ardió esta. En esta puerta se encontraban las imágenes de Santa María y del Santo Ángel de la Guarda, que fueron salvadas y trasladadas a la iglesia de San Salvador. Posteriormente se hizo cargo de la imagen del Santo Ángel, el Ayuntamiento, que la entregó a los Maceros para que cuidasen de su culto, fundando los referidos una cofradía titulada del "Santo Ángel de la Guarda". Desde entonces, imagen y cofradía sufrieron un éxodo por diferentes iglesias de la Villa, hasta su definitivo acomodo en Santa Cruz en 1940, celebrándose su fiesta el 1 de marzo. La imagen original imagino que desaparecería como siempre, en el 36, aunque no os lo puedo asegurar.






Capilla de la Sagrada Familia, con un retablo de estilo barroco, con columnas salomónicas, de Francisco Palma Burgos, de 1943. El grupo de la Sagrada Familia es obra de Ricardo Pons, del mismo año.





Retablo barroco con esculturas de San Isidro y Santa María de la Cabeza. En el centro, pintura con la aparición de la Virgen de la Almudena a San Isidro. El conjunto es de Emilio Tudanca de 1963.






Dentro de una urna se venera una talla del Cristo yacente, llamado de la Vida Eterna, de Jacinto Higueras de 1941. El Cristo sustituye al primitivo de Pedro de Mena, desaparecido o quemado en?... efectivamente, en el 36.





En esta misma capilla se venera la imagen de Nuestra Señora de la Paz, realizada por Talleres Gallegos en 1960.





Retablo neogótico en madera bajo la advocación de la Virgen de los Dolores, de Casa Garín de 1942, en el que destaca la talla del Cristo de la Agonía y debajo la de Nuestra Señora de los Siete Dolores. Ambas son de 1945. La antigua imagen desapareció igualmente en 1936, teniendo un gran fervor popular, figurando entre sus congregantes varias personas reales.




Nuestra Señora de los Siete Dolores, imagen de vestir de 1945




Capilla de la Virgen del Carmen, con un retablo negótico de Agustín Fernández de 1942. La escultura que se encuentra en el retablo no es la titular primitiva y acoge bajo su protección a la Primitiva Congregación de la Purísima Concepción y rezo diario del Santísimo Escapulario de Nuestra Señora del Carmen. Esta cofradía fue fundada en 1745 en la iglesia de Montserrat, en la calle de San Bernardo. Por la expulsión de los monjes en el siglo pasado, fue trasladada a Santa Cruz.
Esta imagen, a los pocos días de acabar la Guerra Civil, un comisario comunicó al párroco la existencia de una imagen del Carmen y solicitó de él su reconocimiento como propiedad de la iglesia. El párroco después de verla dijo que no pertenecía a Santa Cruz, pero el comisario le rogó que se la llevase hasta que apareciese su propietario. Así lo hizo y nadie hasta la fecha la ha reclamado.
A sus lados, esculturas modernas de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.





La Virgen de los Desamparados, patrona del reino de Valencia. Tanto el retablo como la imagen son de la Casa Garín, posteriores a 1940, ya que el retablo y la imagen primitiva se perdieron en la Guerra Civil. A los lados, esculturas de San Vicente Mártir y San Vicente Ferrer, ambas del siglo XX.





Copia de la Anunciación de Murillo del Museo del Prado, de principios del siglo XIX






Lienzo de la Aparición de la Virgen con santos valencianos: Vicente Ferrer, Luis Beltrán, Francisco de Borja y el obispo Valero, de la escuela valenciana del XVIII








miércoles, 20 de octubre de 2010

La Capilla del Obispo



Construida entre el paso del gótico al renacimiento, estamos ante uno de los edificios góticos que ha llegado a nuestros días en Madrid. Como ya comentamos en el artículo dedicado al barrio de San Andrés, la Capilla del Obispo se levantó donde estaba el cementerio de la parroquia de San Andrés, como ampliación de la capilla edificada por Alfonso VIII para albergar el cuerpo de San Isidro. Fundada por Francisco de Vargas, y en memoria de que San Isidro sirvió para su antepasado Iván de Vargas, fue donde se trasladó el cuerpo del santo en 1518 o en 1535 (aquí nadie se pone de acuerdo) después de que el Papa Leon X, concediera su custodia a la familia de los Vargas. Pero en lo que sí se coincide es que en 1544, volvieron las discrepancias entre los clérigos de la Iglesia y los de la Capilla, y tuvo que volver a interceder el Papa, que en esta ocasión era Paulo III, cediendo de nuevo la custodia y el traslado del arca con los restos del santo, de nuevo a la parroquia e inclusive, se tapió la puerta de comunicación entre la Capilla y la iglesia parroquial para siempre. Vamos... que quedaron pero que muy enfadados....
Fue entonces cuando el segundo hijo de Francisco de Vargas, el obispo de Plasencia, Don Gutierre de Carvajal y Vargas, renovó y acondicionó de nuevo la Capilla, llamada durante ese periodo "Capilla del cuerpo de San Isidro" y pasó a ser la Capilla de Santa María y de San Juan de Letrán, aunque hasta nosotros ha llegado como "La Capilla del Obispo" y la destinó a panteón familiar para los Vargas. Allí se dispuso el enterramiento de sus padres, Don Francisco de Vargas y de su esposa Inés de Carbajal, al mismo tiempo que dotó a la capilla de un magnífico retablo y otras obras de arte.
La capilla está llena de obras de gran magnitud. Como hemos dicho antes, la capilla se construyó entre la transición del gótico tardío al renacimiento. La nave y el ábside están cubiertas por bóvedas góticas de crucería, la fachada que da a la Plaza de la Paja es la única parte exterior que tiene estilo renacentista, con un arco de medio punto al final de dos tramos enfrentados de escalera que salvan el desnivel de la Plaza hasta la entrada. Una vez que cruzamos la puerta primitiva del templo. se cruza un pequeño patio muy pobre arquitectónicamente hablando.

Entramos en la capilla y nos encontramos con otra joya magistral: El retablo del altar mayor que preside el ábside, obra de Francisco Giralde, colaborador de Alonso Berruguete.







A ambos lados del retablo se encuentran los sepulcros de los padres. También contiene la capilla un coro alto cubierto con artesonado.


Retablo en el altar mayor, obra de Francisco Giralde


En la parte derecha de la capilla, donde se encontraba la puerta que comunicaba con la iglesia de San Andrés, se encuentra el grandioso sepulcro que el mismo obispo se hizo construir para él, una verdadera obra maestra en alabastro. Se trata de un gran arco central, con encuadramiento de columnas y ático. En el hueco central se sitúa el bulto orante del obispo con tres clérigos y al fondo, un magnífico relieve con la Oración del huerto. A los lados, figuras femeninas de acusado manierismo y representaciones de Cristo después de la flagelación y Las Lágrimas de San Pedro y, en el ático, ángeles portadores de símbolos eclesiales y el Ecce Homo en el centro. De gran belleza son los niños cantores del basamento.











Detalle del sepulcro de Gutierre de Carvajal y Vargas





Detrás de la Sacristía se encontraba la bajada a las bóvedas donde estaban, los enterramientos de la dinastía de los Vargas, Carbajales y marqueses de San Vicente. Gutierre de Carvajal y Vargas, Obispo de Plasencia y verdadero artífice de este panteón familiar, recibió sepultura en marzo de 1576.
La capilla se volvió a restaurar a finales del siglo XIX, pero desde 1924 no se ha vuelto a celebrar culto en ella, hasta la actualidad, 85 años después, la capilla ha estado cerrada a cal y canto para el público. Ya escribía Antonio Velasco Zazo en aquella época una frase que hasta hace dos meses, podíamos aplicar: "aquel recinto está cerrado como un sepulcro".





La Capilla del Obispo está constituida por una única nave de gran altura, sustentada en el exterior por unos potentes contrafuertes. El interior de gran anchura en la nave, constituida por tres tramos: presbiterio sobre un graderío, nave y zona de tribuna, dispuesta a manera de coro. Todo el edificio se cubre por unas esbeltas bóvedas de crecería. Las ventanas son de pequeño tamaño, pero dan una buena iluminación al edificio.






La puerta exterior es de gran belleza. Fue realizada en el siglo XVI por algún escultor del círculo de Francisco de Giralte, artista palentino que trabajó ampliamente en este edificio. En las puertas, cobijadas por un arco de medio punto, hay relieves tallados en madera. Toda una obra de arte renacentista.





Una vez atravesado el patio, nos encontramos ante las magníficas puertas talladas que dan acceso a la capilla. Estas puertas son lo mejor que se puede contemplar en Castilla en cuanto a talla en madera renacentista, atribuidas durante mucho tiempo a Francisco de Villalpando, hoy día se sabe que seguramente sean de Cristobal de Robles, que también hizo la talla de los cajones de la Sacristía. Están hechas en madera de nogal y diferentes relieves que representan la expulsión de Adán y Eva del paraíso y de la Anunciación, escudos de Gutierre de Carvajal, bustos en medallones y otros motivos bíblicos. Toda una obra maestra de la escultura renacentista en España.








Éxtasis de San Francisco, obra de Eugenio Cajés, pintor madrileño del siglo XVII




Virgen de los Desamparados, lienzo anónimo español del siglo XVIII



Plaza de la Paja. Al fondo la entrada a la Capilla del Obispo




Ábside con contrafuertes del exterior de la Capilla

Vista de la Capilla gótica detrás del barroco de la Capilla de San Isidro



La Capilla del Obispo ha abierto sus puertas después de 44 años cerrada, el 24 de junio de este año, por lo que al fin podemos admirar de nuevo uno de los poquitos elementos góticos que tenemos en la capital.

Conjunto de San Andrés visto desde la Costanilla de San Andrés:

tejado de la Capilla del Obispo, torre de la parroquia de San Andrés y cúpula de la Capilla de San Isidro





domingo, 17 de octubre de 2010

Iglesia de San Andrés y Capilla de San Isidro



La capilla de San Isidro se construyó en el siglo XVII, para venerar los restos del santo patrón de Madrid. Es una bella construcción que supone el triunfo del barroco madrileño y del Madrid de los Austrias. Ya hemos comentado en otros artículos sobre San Andrés y la Capilla del Obispo, el ir y venir del cuerpo incorrupto del santo. Una vez que la parroquia de San Andrés obtuvo la permanencia del santo, hubo que pensar en construir una capilla más grande, ya que la parroquia se quedaba pobre y pequeña para la veneración a que se exponía. Se estuvo pensando en construir un templo nuevo o adosarle una capilla, cosa que al final fue por la que se optó.
Fue Juan Gómez de Mora en marzo de 1639 el que presentó el proyecto para el edificio, pero estos planos fueron rechazados en favor de los de Pedro de la Torre en 1642, y en 1643 se pone la primera piedra con una gran fiesta en donde hubo banda de música y una gran multitud de gente. Pero las obras poco avanzarían y fue el 12 de abril de 1657, cuando el arquitecto José de Villarreal, maestro mayor de las obras reales, se hace cargo de la dirección de las obras, reformando las trazas de Pedro de la Torre. Se derriban las casas de don Fadrique Enríquez y del duque de Béjar, en la Plaza de San Andrés y parte de la muralla de donde se extraerá la piedra necesaria para la obra. Se traen mármoles de Talavera y jaspes de Cehegín, se empieza el revestimiento y labra de mármoles por Juan de Lobera, que también hizo las puertas con columnas de entrada al templo. Se pusieron las pizarras en las cubiertas y Simón de Vega se encargó del encamonado de la cúpula con ventanas y linterna, que al año siguiente estaba terminada, al mismo tiempo que se hacía cargo del proyecto Juan de Lobera a la muerte de su maestro Villarreal en 1662. Pero todavía quedarían siete años hasta que las reliquias del santo pudieran llevarse a la Capilla, ya que faltaba embellecer todo el interior. La Capilla adquiere una fastuosidad grandiosa, realzado por la calidad de las obras que albergaba. Pilares y columnas doradas que hizo Juan de Villegas, tarjetones de bronce elaborados por el platero Erasmo den Norbec, labores de yeso y escayola de Carlos Blondel y Francisco de la Viña, pinturas de Francisco Ricci, Juan Carreño, Francisco Caro y Alonso del Arco y esculturas de Juan Ron y Raimundo Capuz. En el centro destacaba, fuertemente iluminado con luz cenital, el riquísimo baldaquín realizado por Juan de Lobera, con un arco en cada frente y columnas con una cúpula calada que dejaba entrar la luz directamente sobre la urna del patrón, produciendo un increíble efecto. Era el 15 de mayo de 1669 cuando todo estaba terminado y las reliquias fueron depositadas en la nueva Capilla. Pero cien años después, como ya conté en el artículo de "Colegiata de San Isidro", el arca con las reliquias fueron trasladadas al mejor templo de Madrid, la Colegiata, y que pasó a llamarse desde entonces Colegiata de San Isidro.
En 1936, año en que comenzó la guerra, la Capilla fue quemada y solo quedó en pié la estructura exterior, destruyendo todo el interior con todo lo que contenía, sin salvarse nada.

Toda la ornamentación de los pilares y columnas doradas que realizó Juan de Villegas, los tarjetones de bronce del platero Erasmo Den Norbec, pinturas de Francisco de Rizi, de Juan Carreño de Miranda, Francisco Caro y Alonso del Arco. Esculturas realizadas por Juan Ron y Raimundo Capuz y el maravilloso baldaquino de Juan de Lobera. Todo se perdió en el voraz incendio del 36.

Durante muchos años se ha estado trabajando en la restauración de la Capilla, yo solo pude verla a través de unos pequeños agujeros que existían en la pared que separaba la Capilla de la parroquia de San Andrés y era una verdadera ruina que había sobrevivido gracias a los muros que la albergaba (aquí daremos gracias a la muralla). Pero partir de 1986 se empezó una reconstrucción exacta, intentando que fuera lo más fiel posible a la original, después de un riguroso proceso de investigación. En la parte baja se trabajaron piedras y mármoles originales de nuevo, la parte alta en madera con panes de oro y yeso estucado imitando a los mármoles y la cúpula con pintura al agua.









En la actualidad la Parroquia de San Andrés se encuentra muy felizmente restaurada, aunque no ha podido recuperar el esplendor de otros tiempos. La pared que separaba la Capilla con la parroquia se tiró y hoy forma parte de ella. El exterior está recientemente restaurado y ya sabéis lo que pasa cuando todo está nuevo... pues que parece de juguete al faltarle la solera de la suciedad en la piedra. Las estatuas de la cúpula yo las recuerdo blancas, pero hoy están pintadas del mismo color que el ladrillo, y está tan nueva tan nueva, que parece que es de cartón. Pero de lejos, es maravilloso contemplarla. Tiene una figura única, que la diferencia de todas las de Madrid y nadie que pase por allí, podrá evitar hacer una parada para contemplarla.




Con toda probabilidad San Andrés se erigió sobre una antigua mezquita y su historia se halla muy vinculada a Madrid, pues fue capilla real y campeaban los escudos regios en las claves de las bóvedas del presbiterio. Su acceso se realiza por un recoleto jardín, que antaño fue cementerio parroquial, donde nos encontramos con un gran cuerpo cuadrado de ladrillo, en el que se abren ventanas con pilastras compuestas de piedra, que se eleva sobre un gran basamento del mismo material. Su parte superior ostenta un entablamento muy destacado con mútilos o ménsulas paradas, elemento común en el barroco madrileño, y una gran cornisa muy volada, coronada con un antepecho con decoración de roleos y en sus ángulos pirámides con bolas. El segundo cuerpo está formado por la cúpula de ladrillo y pizarra, compuesta por un gran tambor octogonal con ventanas y hornacinas entre ellas, en donde se cobijan efigies de los doce Apóstoles, los Evangelistas y los Padres de la Iglesia Latina, realizados por Juan Cantón de Salazar y remata este cuerpo el casquete encamonado de pizarra, que culmina por una linterna con cupulín, chapitel, bola y cruz.






A ambos lados se sitúan las puertas, cuatro en total, trazadas por Juan Lobera. Las más pequeñas que dan paso a la antecapilla son sencillas, adinteladas, rematadas por sirenas que sujetan cestos con frutas. Más interesantes son las que dan paso a la capilla de San Isidro formadas por un vano pentagonal, flanqueado por columnas pareadas de orden compuesto, que sustentan una movida cornisa muy volada, con pináculos quebrados y hornacinas para alojar efigies. Están realizadas en granito y piedras de diferentes colores. En la correspondiente a la Costanilla de San Andrés podemos ver el relieve del Milagro de la Fuente, mientras que en la parte superior hay una escultura de la Virgen con el Niño, inspirada en modelos de Alonso Cano. Mientras que la correspondiente al antiguo cementerio hay un relieve con el Milagro del Pozo, arriba hay una escultura de San Andrés, obra de Manuel Pereira del siglo XVII, que antes ocupaba la fachada de la parroquia de este santo, en esta misma zona, después del derribo de esta parte del templo, la escultura, decapitada y arruinada, estuvo rodando por el jardín, hasta que se colocó en la hornacina, y recientemente ha recuperado, fruto de la restauración, su aspecto original. Anteriormente aquí hubo una escultura de San Isidro, también de Manuel Pereira.







Interior de la iglesia







El interior es de planta de cruz latina, con un tímido crucero. La zona de la nave se sujeta por medio de pilastras cajeadas de orden toscano, que soportan una cornisa acodada. Se cubre por medio de un techo plano, con casetones.

El presbiterio, la antigua capilla de San Isidro, es de planta ochavada, soportada por una serie de columnas acanaladas de orden compuesto y un entablamento con decoración de guirnaldas. Sobre este se sitúan lunetos de medio punto en los que se abren ventanas. Las pechinas se decoran con motivos vegetales y angelitos. Sobre ellas se dispone el gran tambor con vanos, que se remata en la cúpula y la linterna. Toda la decoración del conjunto está realizada en estucos y describe una rica policromía en la que predominan las tonalidades doradas, rosas y grises oscuras.








El altar mayor es un gran arco de medio punto en el que se inscribe otro más pequeño rebajado con dintel quebrado. En él se aloja un magnífico Cristo crucificado, talla del siglo XVII, relacionada con la producción de Pedro de Mena, que procede de la Capilla del Obispo. En la pared del fondo, donde antaño estuvieron las esculturas de los santos labradores de Manuel Pereira, se encuentra diferentes esculturas: Virgen del Carmen, de talleres madrileños contemporáneos, una interesante efigie de San Andrés de Jenaro Lázaro Gumiel realizada en 1966, Santa María Madre de la Iglesia, del mismo autor que la anterior, realizada en 1967 y un San José de talleres modernos, aunque basado en modelos barrocos.
En la parte superior, donde antes estaban los cuadros de Carreño y Rizi, están cuadros modernos, que representan al Apostolado, centrados por la figura del Salvador.





Santísimo Cristo de la Paciencia, también llamado el Santo Ecce Homo de San Andrés, obra de José Luis Mayo, artista contemporáneo, y que nos recuerda una imagen de gran veneración que había en este templo y que se perdió en la Guerra Civil. Actualmente hay idea de que esta imagen se convierta en procesional, formando parte de las celebraciones de la Semana Santa madrileña.






Imagen de vestir de Nuestra Señora de los Dolores, realizada por Jenaro Lázaro Gumiel en 1963.








sábado, 16 de octubre de 2010

Plaza del Dos de Mayo III: Monumento a Daoíz y Velarde



El Monumento a Daoíz y Velarde, se encuentra junto al Arco de Monteleón en mitad de la plaza del Dos de Mayo. Fue construido por José Solá en 1822 en Roma, en mármol blanco de Carrara, y el pedestal de Francisco Jareño, con las figuras de los héroes en actitud de prestarse mutuo juramento de morir por la patria. Ambos llevan una espada en la mano y un cañón se aloja detrás de ellos.
Mientras tiraba algunas fotos al monumento, a mi lado había dos chicos que hablaban entre ellos y uno le decía al otro: "Esta estatua es muy gay, con esos ricitos en el pelo, esas túnicas, marcando los muslos, mirándose y agarraditos de la mano"







En 1831 llegó el monumento a España y fue expuesto en el Museo del Prado, donde estuvo casi 15 años.






Estamos ante el monumento más viajero de todos los de la capital. Se ha movido tanto de sitio, que solo le falta estar en la Puerta del Sol. Fue Fernando VII el que promovió el proyecto y fue pagado por el Cuerpo de Artillería.
El monumento pasó del Museo del Prado, al Parterre del Parque del Retiro, luego fue trasladado al Museo de Escultura y en 1869 se colocó en la Era del Mico, lo que es hoy la calle Carranza, al final de la calle de Ruíz. Si nos fijamos en la fotografía siguiente, veréis al fondo la estatua en lo que hoy es la calle Carranza.





Después en 1879 volvieron al Museo del Prado, pero a un sitio privilegiado... la fachada principal, el lugar que ocupa hoy el monumento a Velázquez.





De nuevo vuelve a moverse en 1901 para ir hasta Moncloa, donde permanece 30 años




y en 1932, es colocado en la Plaza del Dos de Mayo a unos metros del Arco de Monteleón en un foso redondo con verja.





Acabada la guerra, el monumento es trasladado más cerca del Arco en donde permanece hasta nuestros días. El pedestal ya no es el original y no sé en qué momento se perdió o por lo menos esa es la conclusión que yo saco viendo las fotos antiguas y recordando mi niñez cuando era blanco y ahora podemos verlo de otra forma y de granito gris. La verja que rodea el monumento es también otra moderna.





Actualmente no contiene ninguna de las dos espadas que sujetan Luis Daoíz y Pedro Velarde, ya que después de restaurarlas varias veces, siempre acaban por desaparecer y en su lugar a menudo podemos contemplar algunos cascos de botellas de cerveza, así son de graciosos los visitantes a nuestro barrio.


Enlaces relacionados:

Plaza del Dos de Mayo I: el antes

Plaza del Dos de Mayo II: el después

Recreación de la defensa del Parque de Monteleón