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lunes, 11 de octubre de 2010

Calle Ancha de San Bernardo



Es difícil contar tanta historia en tan poco espacio, pero la calle ancha de San Bernardo, tiene para eso y más. Pocas calles de Madrid pueden presumir de haber sido tan protagonista en la historia de nuestra ciudad. La Calle Ancha de San Bernardo, disfrutaría del pasar de los tiempos como pocas lo han hecho.
Ya por 1626 y 1632 se llamó calle de "Foncarral Baja" y en la época del Texeira, en época de los Austrias, su nombre fue "Convalencientes Oi de San Bernardo", denominación que le venía por el Hospital de convalecientes y el convento de Santa Ana de los monjes bernardos que había en la calle. En el siglo XVIII, en el mapa casi calcado que hizo de Madrid Chalmandrier, aparace como calle ancha de San Bernardo, y en el primer catastro de la ciudad, ya aparecía a veces como "calle Ancha", a secas. Una vez que la ciudad fue teniendo más calles anchas, nuestra calle perdió importancia y se quedó con "San Bernardo". La historia de esta calle va unida a las puertas de Madrid. De la puerta de Santo Domingo, salía un camino vecinal que se encaminaba hacia el norte y que rápidamente fue creciendo y urbanizándose, hasta que la paraba otra puerta, en este caso el portillo de Fuencarral, que permaneció hasta 1870. Era una puerta mediocre, que según dijo Mesonero Romanos, era pequeña y ridícula, pero sin embargo era una puerta importante con respecto a su utilización para entrar y salir de la ciudad. Durante la peste que asoló Madrid en 1649, fue una de las cuatro puertas que permanecieron abiertas, dándonos así a conocer su importancia. Más tarde pasaría toda su función a la puerta de Pozos de Nieve, que se encontraba en lo que hoy es la Glorieta de Bilbao.


Portillo de Fuencarral



Ya por el siglo XVII existía la Romería de San Marcos, que era conocida como Romería del trapillo, que iba en peregrinación hasta la iglesia de San Marcos, que está muy cerca del lugar. Esta Romería casi siempre acababa en puñaladas por algunos de los asistentes. Pero veamos que nos encontramos andando paseando por la calle...
El ambiente que se formó en esta vía, era de un ambiente estudiantil al estar aquí la Universidad de Madrid, además se juntaba con el ambiente musical, ya que en dos de los palacios de San Bernardo, fue donde la música se mantuvo viva y donde grandes compositores asistían a los conciertos que se desarrollaban en sus salones. Aquí fue donde realmente estuvo el centro más vivo de la música madrileña, que pudieron celebrarse en dos de los grandes Palacios que siguen existiendo, el Palacio Bauer que se convirtió en el Conservatorio de Música y donde existieron grandes conciertos de cámara y a los que asistieron grandes músicos y compositores junto a la alta sociedad de la ciudad, y el el Palacio de Parcent, donde se dio grandes acontecimientos de exposiciones de arte y grandes fiestas.


Palacio de Parcent, con una bonita portada barroca. Actualmente uno de los dos edificios que tiene el Ministerio de Justicia en esta calle




Palacio Bauer, fue Conservatorio de Música y actualmente es la Escuela Superior de Canto



En 1836 se trasladan dos facultades universitarias al convento de las Salesas Nuevas y aquí en este convento estuvo la universidad durante unos años hasta que se implanta definitivamente la Universidad Central en los terrenos del Noviciado.


Convento de las Salesas Nuevas. Aquí estuvo la universidad durante unos años



Universidad Central. Hasta hace poco fue la Asamblea de Madrid



Por otro lado la Escuela Normal de Maestros que tendrían su sede en el edificio que hoy es el Instituto Lope de Vega y que aunque muy transformado y mutilado, fue el Palacio de Castromonte, donde también habitaron propietarios como el duque de Montemar, el duque de Abrantes, el conde de Colomera, el conde de Celanova y en época de Fernando VII estuvo ocupado por las monjas de Santa Clara. El instituto Cardenal Cisneros para hombres que da a la fachada de la Universidad por la calle de los Reyes y la Escuela de Delineantes Técnicos de la Construcción en el Palacio de Altamira. El famoso "Quemadero" en donde la Santa Inquisición hacía de las suyas y para no dejar pruebas, se deshacían de ellas quemándolas. Con la inauguración del Canal de Isabel II, se pondría una fuente que arrojaba un chorro de agua a una altura de 90 pies, que más tarde acabaría en la glorieta de Cuatro Caminos, después de pasar por la Puerta del Sol. Actualmente se encuentra en la entrada a la Casa de Campo cerca del Puente del Rey y frente a la Casa de los Vargas. En el solar del Quemadero, se levantó en 1856 el Hospital de la Princesa, en donde se hizo la primera transfusión con éxito. El Cuartel de Voluntarios del Estado, de donde salieron las tropas dirigidas por Jacinto Ruíz al cercano Palacio de Monteleón, que se convirtió en cuartel y Parque de Artillería y donde se produjeron los episodios del dos de mayo de 1808 que contaremos cuando lleguemos al artículo de la Plaza del dos de mayo.

Fuente que puso el Canal de Isabel II en su inauguración a escasísimos metros de donde se ubicaba el portillo de Fuencarral , luego se trasladó a la Puerta del Sol, pasó por la glorieta de Cuatro Caminos y actualmente se encuentra en la entrada a la Casa de Campo cerca del Puente del Rey y frente a la Casa de los Vargas



Por esta calle de San Bernardo entraron las tropas que dirigía Leclerc y desde Monteleón los españoles resistieron durante las tres horas que tardaron en aniquilarlos. Más de 900 cadáveres quedaron en el cuartel. Si vemos un mapa de esa época de Madrid y nos situamos en lo que era el Cuartel de Monteleón... yo ahora mismo estoy escribiendo este artículo dentro de él. Pero volvamos a la calle de San Bernardo...


Grabado de la entrada de las tropas por el portillo de Fuencarral en la calle Ancha de San Bernardo



Justo parado debajo del arco de la puerta de Fuencarral, lo primero que veo a mi derecha es la iglesia de Montserrat y a mi izquierda las Salesas Nuevas, esa foto que podríamos imaginar, es justo la que encabeza este artículo, sacada justo desde donde estaba la puerta. La iglesia de Montserrat pertenece al convento de los monjes benedictinos y este edificio fue "la Galera", cárcel de mujeres. Bajando por la calle en su parte derecha, nos encontramos con lo que fue el Palacio de Antonio Barradas, una construcción de Silvestre Pérez en estilo neoclásico.



Iglesia de Montserrat. En su convento estuvo "La Galera", cárcel para mujeres



Antiguo Palacio de Antonio Barradas



Seguimos bajando y nos encontramos donde estuvo el Oratorio de los Padres del Salvador del Mundo "El Noviciado". Posiblemente el templo más grande que se levantó en Madrid, descrito por todos los cronistas como un templo de considerables dimensiones. Los muros siguen existiendo actualmente, y son los que sustentan el paraninfo de la actual Universidad Central.


El Noviciado, ocupaba exactamente lo que hoy la Universidad Central



Pegado al enorme edificio de la Universidad y separado por la calle de los Reyes, está el Palacio de la marquesa de la Sonora, actual Ministerio de Justicia, si seguimos vemos La Casa-Palacio de la condesa Pardo Bazán totalmente cambiado a su forma original y un poco más adelante llegamos al Palacio de Ágreda, levantado en el solar donde se encontraba el Hospital de Convalecientes que dio uno de los nombres a la calle a lo largo de su historia. Justo llegando a la Gran Vía, se encuentra el Palacio de Altamira, que se levantó en el solar del antiguo Palacio del marqués de Leganés. El Palacio de Altamira de haberse llevado a cabo su construcción íntegra, hubiera sido uno de los edificios más espectaculares de toda la ciudad, pero solo se levantaría una pequeña parte del edificio proyectado por Ventura Rodríguez, que da a la calle de la Flor Alta.
La calle solamente ha sufrido un atentado urbanístico en toda su historia, fue el momento en que la Gran Vía la atravesaba, dejándola partida en dos.


Antiguo Palacio de Ágreda





Palacio de Sonora en el siglo XIX



Palacio de Sonora en la actualidad. Sede del Ministerio de Justicia



Una calle del Madrid aristocrático, estudiantil, musical y religioso envuelve desde siempre a esta calle de San Bernardo, de la que iremos sacando varios de sus edificios en sucesivos artículos para estudiarlos con detenimiento uno a uno. Podremos estudiar a fondo, la iglesia de Montserrat, el convento de las Salesas Nuevas, el Palacio Bauer, el Palacio de Parcent, el Palacio de Sonora, el Palacio de Altamira y la Universidad Central. Pero eso será en otros momentos...




Edificio de los años veinte de estilo ecléctico, con cerámica y rejería de hierro forjado, vidrieras emplomadas, estucos platerescos y una decoración de azulejos de Talavera con escenas del Quijote



miércoles, 11 de agosto de 2010

Calle del Toro



Muchas son las leyendas e historias que se cuentan de este estrecho callejón que va desde la plaza de la Morería, hasta la Costanilla de San Andrés. Un pequeño pasadizo en el que se cuenta que existía en tiempos, unas astas de toro colgadas de uno de los balcones de una casa. De aquí salen muchas leyendas: Cuentan que un rey moro organizó unos festejos de toros para conquistar el corazón de Zaida, una joven que vivía en el callejón. Pero el toro resultó más bravo de lo esperado y moro que atacaba con su lanza, moro que acababa en el suelo, hasta que llegó un cristiano caballero, joven y guapo (como siempre) y fue el que pudo matar al toro y resultó al quitarse la coraza del rostro que era el mismo Cid Campeador. Una vez acabados los festejos, el caballero se fue, y desde entonces, cada vez que Zaida suspiraba por su amor, las astas del toro que ella misma había ordenado disecar y que tenía colgadas en su balcón... mugían por su amor. Pronto se comprobó que lo que mugía era un niño que tocaba un cuerno y que también vivía en el mismo edificio. Muy bonitas las leyendas pero la verdad es que probablemente se llame del Toro, porque en la plaza del Alamillo se lidiaban toros en aquella época y al ser un callejón tan estrecho, seguramente algún toro se escapase por él y de ahí el nombre. Sea de donde sea, la verdad es que un encantador rincón de Madrid.



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vista desde la Morería

sábado, 26 de junio de 2010

Calle de la Madera: Alta y baja



La calle de la Madera, se divide en dos tramos con distinta denominación: Madera Baja, que es el trozo de calle entre la plaza de la Luna (Santa María Soledad Torres Acosta), y la calle del Pez, y de la Madera Alta, que transcurre entre la calle del Pez y la calle del Espíritu Santo. Esta calle ya estaba perfectamente urbanizada en el plano de Texeira en el siglo XVII y en ella se han sucedido infinidad de hechos que hacen de una calle estrecha y pequeña, una gran calle cargada de historia.

Ya desde antes de ser urbanizada, allá por 1580, existían grandes depósitos de madera que provenían de distintos lugares, nacionales y extranjeras (de Indias) para las construcciones de los edificios de Madrid. Estos depósitos o almacenes de madera, perduraron durante mucho tiempo, y fueron proliferando otros corrales donde se almacenaba toda la madera traída de Valsain para la misma función.

En esta calle existió la casa de Jerónimo de Villanueva, por donde pasaban toda clase de hombres importantes de la Villa, incluido el Conde Duque de Olivares y hasta el mismísimo rey Felipe IV, momentos en que se vivieron los famosos episodios del convento de San Plácido, el cual unía un pasadizo con esta casa. Pero toda esa leyenda podéis leerla en este otro artículo: Las monjas poseídas por el diablo.

fachada del convento de San Plácido en la esquina de la calle Madera y calle del Pez




En el solar que dejara esta casa, se construyó el teatro Calderón de la Barca, lugar donde ocurrieron los hechos de aquel famoso día de diciembre de 1870, al ser estrenado una obra sátira de José Navarro Gonzalvo, titulado Macarronini I, obra que ridiculizaba al rey Amadeo I. Dos días después del estreno, en plena representación, irrumpieron en la sala y en el escenario los componentes de la Partida monárquica de "La Porra", que estaba capitaneada por Felipe Ducazcal y se armó la gresca padre.
Este teatro duró muy poco y en 1887 se convirtió en una capilla evangélica, para pasar en breve a ser la redacción e imprenta del diario republicano progresista El País. En 1921, una vez que se dejó de publicar este diario, estuvo otro diario, La Libertad, de liberalismo muy de izquierda, y de nuevo una vez desaparecido este, ocupó el inmueble el diario Informaciones. Después el edificio estuvo abandonado durante años y tras ser noticia por un famoso episodio de okupas, se construyó el Instituto para la diversificación y ahorro de la energía (IDAE).





En la esquina con la calle del Pez, se alzó el palacio de la condesa de Bornos, conocido también como palacio del marqués de Escalona y Bornos. Este palacio que anteriormente era del marqués de Bélgida, fue totalmente reconstruido en 1860 por Wenceslao Graviña. Decir como anécdota, que Los Bornos fueron dueños durante muchos años, de la inmensa y célebre pradera de San Isidro.

palacio de Bornos


fachada y escudo del antiguo palacio de Bornos hoy convertido en viviendas en la calle del Pez




Por la calle Madera, bajaba Camilo José Cela al encuentro de Tosía Vargas, su novia, que venía por la misma calle en sentido contrario, vio con sus propios ojos el escritor como un obús cayó encima de ella destrozándola. El cuenta en sus memorias que se guardó un ojo de recuerdo y que lo tenía en formol.





En esta calle también tuvo su sede durante algún tiempo el Círculo de Bellas Artes, el Hospital de mujeres incurables, la propaganda del movimiento comunista de España y el Círculo Carlista, que frecuentaban Valle Inclán y Vazquez de Mella.

colorido de las casas en la Madera Baja




También vivieron algunos personajes en ella, como es el caso del edificio del antiguo número 26 de la calle, propiedad de Francisco de Quevedo y el antiguo 18, casa donde vivió Luigi Boccherini, el compositor italiano afincado en Madrid.


Casa donde vivió Luidi Boccherini










domingo, 16 de mayo de 2010

Fiestas de San Isidro en la Gran Vía



Pocas veces se puede ver la Gran Vía como ayer. A excepción de la Noche en Blanco y el día del Orgullo Gay, en pocas ocasiones podemos caminar por una Gran Vía sin tráfico y como si se tratara de un paseo en el Retiro. Ayer fue uno de esos días privilegiados en que los madrileños pudieron caminar y pasear, eso sí... muy apretaditos, por esta calle de Madrid que ya tiene cien años.

Una gran alfombra azul se extendía desde la Plaza de España hasta la esquina en que muere con Alcalá. Es decir, toda la Gran Vía, sus 1.400 metros de longitud, se encontraba totalmente teñida de azul y por esa alfombra desfilaron más de un millón de madrileños y esa cifra la digo yo, sin seguir el consejo de los 40.000 que dio el Ayuntamiento o los 200.000 que dieron otras fuentes. Solo hay que ver las fotos que os traigo, multiplicar 1.400 metros que tiene por el ancho y a eso sumarle los que se encontraban en Plaza de España y en las cientos de calles aledañas, y por si fuera poco, no olvidar que la gente caminaba para arriba y para abajo, es decir, que la gente se iba renovando, con lo cual, la cifra total que podemos obtener es desorbitada y para nada parecida a las fuentes oficiales. Con razón estamos metidos en la crisis que estamos, si los gobernantes hacen las cuentas así...

Desde luego que ayer tuvimos imágenes inolvidables, imágenes para la historia de esta calle y para el recuerdo de todos los madrileños. Era increíble observar desde Plaza de España la Gran Vía, desde las alturas y desde cualquier posición. Me costó sudor y lágrimas atravesar la Red de San Luis, donde era casi imposible ir de un lado para otro. Pero solo por ver lo que estaban viendo mis ojos, mereció la pena.












En la Plaza de Callao se encontraba la tarta de cumpleaños de nuestra calle, 100 años. Todos los asistentes pudieron entonar el cumpleaños feliz en multitud de ocasiones y desde este escenario se pudo ver la coreografía de una canción de moda que, vista desde las alturas como yo lo pude ver, os aseguro que Madrid es un auténtico desastre en esto de bailar al unísono si no se trata de chotís y pasodoble en las Vistillas.




Como una imagen vale más que mil palabras, veamos distintos tramos de la Gran Vía y contemos a la gente virtualmente, solo así podremos hacernos una idea del número de personas que ayer pasearon por esa alfombra azul. Por cierto... un diez para Movistar por esa moqueta a la que no vi ni una sola quemadura, ni roto e incluso a últimas horas del día, quitando las cáscaras de pipas o papeles, no se le notaba el polvo ni la suciedad, fue increíble, pude tirarme en el suelo a descansar sin mancharme el vaquero siquiera. Nunca había estado tirado en la Gran Vía con las vistas de la Torre de Madrid al fondo sin que me atropellara un coche.














Escenario en Plaza de España donde pude ver y oír a los cantantes de Tam Tam Go, La Unión, Nacha Pop, Mercedes Ferrer y Golpes Bajos







Desde ese lugar del escenario, las vistas hasta Callao eran inolvidables e irrepetibles.





Una vez entrada la medianoche y acabados los conciertos, la Gran Vía se convirtió en la verdadera Pradera de San Isidro del siglo XXI.
Si Goya hubiera estado vivo, desde luego que algún cuadro de esta nueva Pradera habría pintado







Para terminar la noche, un castillo de fuegos artificiales muy pobre, ya que los colores y grandes florituras brillaron por su ausencia, aunque por la crisis es perdonable, llenaron el cielo de la Gran Vía, eran las 12'30 de la noche, atrás quedaron aquellas fiestas de San Isidro en las que a las cinco de la mañana seguíamos bailando, pero eso fueron otros tiempos cuando "La Movida" reinaba en la capital y la noche era el centro de reunión de la gente.