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domingo, 25 de abril de 2010

Plaza de la Paja



La plaza de la Paja, antes era del Marqués de Comillas y se encuentra en pleno Madrid de los Austrias. Se llamó así porque en ella se subastaba la paja que se otorgaba a los canónigos de la vecina capilla del Obispo para el mantenimiento de las mulas que poseían. Por la situación en que se encontraba, espaciosidad y por las construcciones que la rodeaban, fue el verdadero centro de la vida interior del barrio y la plaza principal y más importante de la villa durante casi toda la Edad Media, hasta que en tiempos de Juan II se forma sobre la laguna de Luján, la plaza del Arrabal, que luego había de ser la Plaza Mayor de la corte de las Españas. Desde el siglo XIII fue el foco comercial como lugar de mercado de la ciudad.

Aquí residieron las principales familias nobiliarias de Madrid. Palacios como los de los Lasso de Castilla, los Vargas, el Marqués de la Romana o el Palacio de Isabel la Católica, llamado así porque en esta plaza vivieron los Reyes Católicos, pero siendo una afirmación inexacta, ya que los Reyes vivieron en el Palacio de los Lasso de Castilla, que se ubicaba muy cerca y en la misma plaza.

La plaza es un recinto irregular que salva una considerable pendiente, provocada por el barranco del desaparecido arroyo de San Pedro, en cuyo cauce se encuentra actualmente la calle Segovia. La plaza es un conjunto de edificios de interés histórico-artístico, tanto religiosos como civiles.

En la zona norte de la plaza, podemos encontrar la maravillosa capilla del Obispo, que está pegada al Palacio de los Vargas. Capilla que pertenece al complejo religioso de San Andrés, donde se encontraba el pasadizo elevado que unía la parroquia con el Palacio de los Lasso, por donde entraban los reyes a la dependencia privada de la iglesia desde donde podían oír misa.




Fachada de entrada a la capilla del Obispo



En la zona sur hoy en día podemos encontrarnos con el Colegio de los niños de San Ildefonso, con los jardines del príncipe de Anglona, y el antiguo del Marqués de la Romana, desde donde podemos ver una bonita vista de la torre mudéjar de la iglesia de San Pedro el Viejo.

calle del Príncipe de Anglona con el Palacio del Marqués de la Romana y la torre de la iglesia de San Pedro



La plaza de la Paja está en el barrio de La Latina y es un lugar con poco tráfico donde poder pasear y admirar el viejo Madrid de los Austrias. En verano, es un lugar idóneo donde la gente descansa en sus terrazas y donde se reunen cientos de personas para tomar una copa o cenar en sus locales cercanos.


vista de la tapia de los jardines del Príncipe de Anglona



Conjunto religioso de San Andrés. Lo forma la parroquia de San Andrés, la capilla del Obispo y la Real Capilla de San Isidro. A la izquierda el antiguo Palacio de los Vargas.



vista de San Andrés desde la Costanilla de San Andrés



calle del Toro



Una plaza llena de encanto y de historia que te transporta a un Madrid de siglos atrás, cuando Alfonso VI entró victorioso a la plaza por la calle del Aguardiente y que hoy lleva su nombre. Junto a la calle de Alfonso VI, desemboca en la plaza la calle del Toro, calle de la Redondilla, del Príncipe de Anglona y la del Alamillo, atravesándola de norte a sur la Costanilla de San Andrés.

viernes, 9 de abril de 2010

Viendo Madrid de noche, en la Plaza de Santa Ana














sábado, 27 de marzo de 2010

Plaza Mayor



La Plaza Mayor de Madrid ha sido siempre un escenario de la vida pública, un núcleo privilegiado en donde se hicieron todo tipo de actos y solemnidades. Ramón Gómez de la Serna ya dijo de ella que era "el patio de las Españas", convirtiéndola en un punto referencial para todos lo que habitan la ciudad. La plaza Mayor es punto obligado de cualquier turista que se precie y centro histórico de la ciudad. Decir Plaza Mayor y pensar en la de Madrid, va todo en uno. Pero hagamos un poco de historia.




Los comienzos de esta Plaza, fueron con el nombre que muy pocos conocen de Plaza de la Leña y Plaza del Arrabal, pero muchos fueron los nombres con los que se conocieron a esta plaza. En 1812, la plaza se llamó de la Constitución. En 1814, con el regreso del cautiverio de Fernando VII, se arrancó y rompió la lápida colocada por los constitucionales para colocar en su lugar otra con el nombre de Plaza Real. En 1820, se restableció el nombre de plaza de la Constitución para, con el triunfo de las ideas absolutistas, en 1823, llamarla de nuevo Real, y en 1833, con la muerte de Fernando VII, recuperar su denominación de Constitucional. Pero ahí no se paró su constante mutación. En 1873, al proclamarse la primera República española, se le dio el 12 de febrero de 1873, el nombre de Plaza de la República, apelación a la cual dos meses más tarde, el 24 de abril del mismo año, se le añadió el adjetivo de Federal. Poco duró el nuevo régimen y con la Restauración borbónica, la Plaza Mayor pasó, el 3 de enero de 1874, de nuevo a llamarse, ya para bastante tiempo, Plaza de la Constitución, nombre que en nuestros días fue olvidado para recuperar su antiguo nombre de Plaza Mayor, el cual, al haber perdido su protagonismo histórico es, sin duda, el que mejor le cuadra.

La Plaza Mayor en 1895


La Plaza Mayor en 1860 sin los tejados de pizarra


Esta plaza en la actualidad, no ha perdido su carácter festivo y de representaciones públicas, ya que todavía se puede asistir en ella, a representaciones de teatro, conciertos, cabalgatas, ferias, manifestaciones, misas, procesiones, mercados y un largo etc...
Esto viene de antaño, ya que en el pasado fue el lugar privilegiado de la ciudad para la fiesta barroca. Espacio a la vez lúdico y trágico, ya que sirvió en días solemnes y sin mercado, dentro y fuera del calendario previsto, para ceremonias y festejos reales, proclamaciones, entradas, bodas y nacimientos, actos profanos y cívicos, justas poéticas, teatro, corrida de toros, torneos, actos religiosos, canonizaciones y procesiones, actos de justicia pública, ajusticiamientos y ejecuciones capitales y sobre todos los famosos Actos de Fe, donde en una magistral representación teatral, se condenaba a los reos en presencia de los reyes, al quemadero que había en las afueras de la puerta de Fuencarral.

Auto de Fe, lienzo de Francisco Ricci en 1683


En este lugar estaban las lagunas de Lujan, llamadas así por estar en tierras de los Lujanes y que se llamó del Arrabal por quedar fuera del perímetro de las murallas.
Pero la plaza Mayor en su origen, fue mercado, y de ahí que su edificio principal, es el de la Panadería, al que acompaña enfrente, el de la Carnicería.
En 1975, el Ayuntamiento de Madrid, rechazó la construcción de una torre en otro lugar de la ciudad que alojaría todas sus dependencias, y pensó en la posible erradicación de los vecinos para convertir toda la plaza en una futura Casa Consistorial de Madrid. Pero este proyecto se vino abajo porque se hubiera convertido en patio de oficinas y hubiera perdido toda la vida pública espontánea que tanto le ha caracterizado.






En el siglo XV, esta plaza, en su mitad oriental formaba un descampado y se le llamaba Plaza de la Leña. La instalación de la Panadería y Carnicería de la Villa, lo mismo que la del Peso Real, fueron decisivas para su dominante de establecimientos comerciales, en un principio en manos de judíos. Con la construcción de la plaza regular, el comercio aumentó de categoría, apareciendo en sus portales las tiendas de lenceros, sederos y confiteros. Los nombres de las aceras nos señalan sus funciones comerciales o de Control de Abastos: acera de la Panadería, acera de la Carnicería, acera del Peso Real y acera de los Mercaderes de Paños. A la vez, en su centro se iban instalando a diario los tenderetes provisionales del mercado.



En 1580, Felipe II encarga el proyecto de remodelación de la plaza a Juan de Herrera, comenzando el derribo de algunas casas, pero el proyecto no sigue adelante hasta que en 1617, Felipe III encarga la continuación de las obras a Juan Gómez de Mora, que fue el mismo que se encargó de la restauración después del primer incendio en 1631

En 1617, se le da a la plaza la forma regular y uniforme, realizada por Juan Gómez de Mora. En 1670 un segundo incendio, fue restaurada por Tomás Román y al que se le debe el cerramiento de la plaza y convertirla en un solo edificio uniforme tras el tercer incendio de 1790, fue el arquitecto Juan de Villanueva.
El incendio de 1790 fue el tercero que sufrió la plaza y el más devastador de todos, al que asintieron los soldados de ingenieros, al mando de su teniente general don Francisco Sabatini y el coronel don Miguel de Hermosilla, que lograron atajar el incendio al hacer cortes en los edificios de la plaza. Durante tres días se luchó denodadamente. No habían acabado todavía los trabajos de extinción cuando ya el arquitecto Juan de Villanueva comenzó a dibujar los planos para restaurar la plaza..

La Casa de la Panadería, es el edificio más destacable de toda la plaza, obra de Diego Sillero, quedando de la primitiva el pórtico de Gómez de Mora. La planta inferior es donde se vendía el pan, mientras que los pisos superiores eran dependencias reales desde donde poder observar los acontecimientos públicos de la plaza. Era elegante y bella, perteneciendo al más puro estilo madrileño, siendo las desaparecidas pinturas de su fachada de José Donoso, aunque de este edificio no queda nada, ya que fue destruido totalmente por las llamas en uno de sus incendios. En la segunda construcción, Luis González Velázquez fue el que se encargó de los murales, que también desaparecieron en otro incendio.

Casa de la Panadería



En 1992, en otra de las actuaciones en la plaza Mayor, se lleva a cabo la decoración mural de la fachada del edificio, obra realizada por Carlos Franco, representando personajes mitológicos. La suntuosa escalera del interior, ha desaparecido, siendo sustituida por otra harto sencilla y vulgar, en la que, sin embargo, hay que admirar un notable zócalo de azulejos antiguos. Las bóvedas de los salones del piso principal están pintados por José Donoso y Claudio Coello.


Pinturas murales de Carlos Franco






Escudo de armas de Carlos II en la fachada de la Casa de la Panadería



En 1847, gracias a la intervención de Mesonero Romanos, la plaza Mayor se ornó en su centro con la estatua de Felipe III, obra del siglo XVII, de los escultores Juan de Bolonia y Pietro Tacca, antes instalada, desde 1616, en la entrada de la Casa de Campo.


Estatua de Felipe III, obra del siglo XVII realizada por Juan de Bolonia y Pietro Tacca







En 1961, con motivo de las fiestas del centenario de la capitalidad se llevó a cabo bajo el mando del conde de Mayalde, la implantación de los tejados de pizarra, imitando al Escorial, de acuerdo con la moda imperialista de los años de la autarquía. En 1967 se hizo un aparcamiento subterráneo, elevando el suelo de la plaza y poniéndole un incómodo adoquinado.

La plaza Mayor tiene 129 metros de largo por 94 de ancho, 9 puertas de acceso, siendo la más famosa el Arco de Cuchilleros, del que hablaremos en el siguiente artículo, 237 balcones, tres plantas de altura más el abuhardillado. La Casa de la Panadería, la Casa de la Carnicería y la estatua de Felipe III en el centro.

No obstante, seguimos contando con una de las plazas más bellas de España y de todo Europa, incluso del mundo entero diría yo. Toda ella compone un solo monumento. Si tuviéramos que citar todos los actos culturales, religiosos, reales e históricos que han sido protagonistas de la plaza, tendríamos para llenar libros enteros. Así que lo mejor será darse una vuelta por ella y contemplar sus arcos y la uniforme construcción de sus paredes, imaginándonos los grandes acontecimientos acaecidos entre sus cuatro fachadas. No dejéis de observar sus vistas desde el arco que da a la calle de Toledo con las torres de la Colegiata al fondo, el precioso Arco de Cuchillero desde la Cava y contemplar sus terrazas, sus artistas callejeros, pintores y el público tan diverso que visita el lugar. Sin duda... la Plaza de Madrid por excelencia, a pesar de que la vecina Puerta del Sol le haya quitado el puesto como centro de reunión y paso cosmopolita, dejando a nuestra plaza un poco más destinada a los turistas en general. Pero siempre volveremos a ella, ya que cantidad de actos públicos siguen dándose cita en ella.











jueves, 25 de marzo de 2010

Plaza de la Villa



La Plaza de la Villa de Madrid, es uno de esos sitios en que nos podemos transportar en el tiempo, cuando la ciudad era Villa. Uno de los rincones más bellos de Madrid en el que los bellos edificios que la componen, muestran un conjunto arquitectónico sin igual en la ciudad. Su nombre viene del siglo XV, cuando Enrique IV de Castilla otorgó el título de Noble y Leal Villa a Madrid.
Veamos los edificios que componen la Plaza de la Villa, aunque cada uno de ellos tendrá un hueco en este blog en futuros artículos, hagamos un breve recorrido por estas edificaciones con tan grande interés artístico.
A ella llegan tres calles: la de Madrid, del cordón y del codo, y sirve de frontera con la plaza, la calle Mayor.
Esta Plaza era la antigua Plaza de San Salvador, por encontrarse delante de la iglesia del mismo nombre, en cuyo pórtico se hicieron las primeras sesiones de pleno del Ayuntamiento. En la parte derecha de la plaza, se encontraba la casa de Juan de Acuña, marqués del Valle, en la que habitaba el duque de Osuna, D. Pedro Girón. El mismo que fue hecho preso el jueves santo del 8 de abril de 1621, por orden del rey, antes de acabar su vida en las casas de Gil Imón de la Mota, hecho que contaremos en otro momento. En el solar de esta casa, se levantaría la Casa Consistorial, que más tarde pasó a llamarse Casa de la Villa y que albergó durante siglos el Ayuntamiento de Madrid.


Casa de la Villa

La Casa de la Villa, se construyó en un principio como Cárcel de la Villa, bajo un proyecto de Juan Gómez de Mora, al que le sucedió tras su muerte en 1648, José de Villareal, que siguió el proyecto original hasta que también por muerte de este, lo siguieron hasta 1696, Teodoro Ardemans y José del Olmo. Hay que decir que dos de los arquitectos aquí nombrados, José de Villareal y José del Olmo, también participaron en la construcción del Palacio de Santa Cruz, antigua cárcel de la Corte y desde luego viendo los dos edificios... es más que evidente. Aquí estuvieron la cárcel de la Villa y el Ayuntamiento, teniendo cada recinto, puertas diferentes y siendo gemelas desde la fachada.




En 1789, el arquitecto Juan de Villanueva hizo una importante reforma, en la que añadió la famosa galería de columnas en la balconada que da a la calle Mayor, para que los Reyes pudieran ver desde el balcón la procesión del Corpus. En 1966, en otra reforma, se cambian las tejas del tejado por pizarra y se sustituyen los revocos por el ladrillo visto original.


Vista de la Casa de la Villa desde la calle Mayor


Galería de Columnas, obra de Villanueva


En el siglo XX, Luis Bellido en otra reforma, añade un pasadizo elevado que salva la calle de Madrid, uniendo el edificio de la Casa de la Villa, con el de la Casa de Cisneros.
En la construcción de este edificio, se instaló en el chapitel de la torre que da a la Plaza con la calle Mayor, el reloj que se encontraba en la torre de la iglesia del Salvador.
En un próximo artículo sobre la Casa de la Villa, hablaremos largo y tendido sobre todos los datos referidos a este edificio y lo que alberga en su interior.

Pasadizo elevado construido en el siglo XX para unir la Casa de la Villa con la Casa de Cisneros

Casa de Cisneros

La Casa de Cisneros, fue mandada construir por el sobrino del Cardenal Cisneros, Benito Jiménez de Cisneros, de donde le viene el nombre, siendo un suntuoso palacio construido en 1537 que tenía la entrada principal en la calle del Sacramento, donde se encuentra un precioso balcón plateresco.

Balcón plateresco en la fachada de la calle Sacramento en la Casa de Cisneros


Vista de la fachada en la Plaza de la Villa


La fachada que daba a la Plaza de la Villa, eran las cuadras y corrales. La Casa fue construida en estilo plateresco y en él han vivido ilustres personajes. En esta casa estuvo preso el secretario de Felipe II, Antonio Pérez, nació el conde de Romanones y vivió Narvaéz. A primeros del siglo XX, el edificio tuvo una importante reforma por Luis Bellido, construyéndose la hermosa fachada que da a la plaza de la Villa siguiendo el estilo del edificio, consiguiendo una magnífica estampa visual muy acorde con la plaza. El resultado es un precioso edificio que se ha integrado perfectamente a la belleza de esta plaza.



Otra de las costrucciones que nos sorprende en la Plaza, es la Torre y las Casas de los Lujanes



Para referirse a la Torre y Casas de los Lujanes dirigirse a este enlace












La última casa que cierra la plaza, es un edificio de viviendas que era propiedad de los condes de Oñate y que nada tiene que ver con el resto de la Plaza, eso sí... forma parte visualmente del lado que sirve de frontera con la calle Mayor.
Pedro de Répide comentaba en su libro de las calles de Madrid, que esta vieja plaza "... resultaría digna de ser cerrada por gruesa y férrea cadena en la parte que limita con la calle Mayor.", y si no recuerdo mal, así es como se encuentra.




Monumento a Álvaro de Bazán

En el centro de la Plaza, se encontraba antiguamente una fuente llamada Fuente de la Villa, que desapareció para dar sitio a la estatua de Carlos V, realizada por León Leoni, pero finalmente fue la estatua de D. Álvaro de Bazán, el famoso almirante marino, la que ocupó el lugar. La estatua es de bronce y fue realizada por Mariano Benlliure. Actualmente no se encuentra en el centro y se ha ubicado en un ángulo más cerca de la Casa de Cisneros y del antiguo Ayuntamiento.


Estatua de Álvaro de Bazán realizada por Benlliure


El pedestal es obra del mismo autor y del arquitecto Miguel Aguado, en mármol gris. En uno de los lados la inscripción de "A D. Álvaro de Bazán", en el lado opuesto unas frases que Lope de Vega escribió al ilustre marino.

"El fiero turco en Lepanto,
en la Tercera, el francés
y en todo el mundo el inglés,
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido
por la cruz de mi apellido
y por la cruz de mi espada."

sábado, 21 de noviembre de 2009

San Andrés: El barrio de San Isidro



En torno a la parroquia de San Andrés, nos situamos en uno de los centros fundamentales y de mayor historia del Madrid antiguo. Aquí estaban los palacios de los Lasso de Castilla, de los Vargas, de los Lujanes, los de Alvarez de Toledo, los de Anglona, etc. La zona está enmarcada por tres plazas: La plaza de la Paja, la de Carros y la de San Andrés. Está la parroquia de San Andrés, la Capilla del Obispo y la Capilla de San Isidro. Todo incluido en un recinto amurallado con un conjunto de calles estrechas, cuestas y la Puerta de Moros. Aquí fue donde nació, vivió y murió nuestro patrón San Isidro y por eso, parte de sus vestigios, son herencia de ello. Pasear por este barrio nos evoca recuerdos de un pasado latente de un Madrid medieval con sus intrincadas callejuelas, su empedrado en el suelo, la escasez del tráfico de coches gracias a sus calles estrechas y topografía del terreno. La historia pasada se hace presente, una y otra vez, andando por sus callejas, donde el visitante quedará cautivado por la belleza de sus rincones y por la tranquilidad que se respira. Aunque subiré un artículo por cada edificio, hagamos un breve recorrido por la zona.

Abside de la Capilla del Obispo y cúpula de la Capilla de San Isidro


Vamos a situarnos en la Plaza de los Carros, donde se encontraba la Puerta de Moros, que daba acceso al camino de Toledo. Desde allí podemos contemplar la grandiosidad de la Capilla de San Isidro, construida en parte con las piedras de la muralla que cerraba la zona. El Palacio de los Marqueses de Villafranca es un edificio con dos puertas adinteladas, flanqueadas por columnas y donde residió Jose Alvarez de Toledo, duque de Alba por su matrimonio con la Duquesa Cayetana. Si bajamos por la Costanilla de San Andrés, nos encontramos a la derecha con la parroquia de San Andrés. Una de las más antiguas de la ciudad y posiblemente construida en lo que fue la mezquita árabe más importante de la zona. En esta parroquia fue bautizado San Isidro y donde hasta el día que murió, siempre entraba para rezar. La parroquia estaba unida con el Palacio de los Lasso de Castilla, que fue residencia del Cardenal Cisneros y de los Reyes Católicos, que mandaron construir un pasadizo elevado desde la gran torre, que comunicaba el Palacio con la tribuna real de la parroquia para los grandes actos religiosos, uno de ellos fue cuando apadrinaron a Rodrigo Díaz de Vivar que fue bautizado en esta parroquia y que todavía hoy se puede ver en una placa, el lugar donde estaba el pasadizo. Al lado de la parroquia estaba el cementerio de San Andrés, que fue donde se enterró a San Isidro después de su muerte, aunque en 1212 al comprobar que su cuerpo estaba incorrupto, fue trasladado a la parroquia para venerarle. Al lado del cementerio, está la Casa de Francisco Vargas, descendiente de Iván de Vargas, al que sirvió San Isidro. Francisco Vargas construyó una nueva capilla en la parroquia de San Andrés. En el sitio donde estuvo el cementerio, levantó la nueva capilla dedicada a Santa María y a San Juan de Letrán y destinada para albergar el cuerpo de San Isidro, donde estuvo desde 1518. Pero en 1544, discrepancias entre los clérigos de la parroquia y los de la capilla, hizo que de nuevo se trasladara el cuerpo a San Andrés e incluso se tapió el acceso de la iglesia con la capilla, quedando totalmente desvinculadas para siempre, ya que donde estaba el acceso, más tarde se construiría el sepulcro de Gutierre de Carvajal y Vargas, obispo de Plasencia, que renovaría la capilla y la destinaría como panteón familiar de los Vargas. Allí están los sepulcros de su padre don Francisco Vargas, su mujer Inés de Carvajal y el del propio obispo, siendo este último una maravilla del plateresco, junto al retablo de la capilla, que llega a ser el plateresco más puro de todo Castilla, del que hablaremos cuando publique el artículo sobre la Capilla del Obispo.
En el siglo XVII para dar especial veneración al santo en su canonización, se construye una nueva capilla que también estará pegada a San Andrés, dando a la plaza de los Carros, con estilo barroco madrileño, con una bella cúpula encamonada. Ya hemos dicho que hay que derribar parte de la muralla con la que se construirá la capilla, además de los Palacios de de Fadrique Enríquez y del duque de Béjar y en ese lugar se empieza la edificación. El cuerpo del santo es trasladado el 15 de mayo de 1669, aunque estuvo muy poquitos años, y pasaría a la Colegiata de San Isidro donde permanece hasta nuestros días. Junto a la Capilla, estaban las casas de Antonio de Luxán, donde Iván de Vargas tenía una de ellas con las vaquerizas. Aquí vivió San Isidro y en ella se encuentra el pozo donde cayó su hijo (palacio de los condes de Paredes), aunque se está descubriendo ultimamente que realmente donde vivió el santo y donde se encuentra el verdadero pozo fue en el Palacio de los Luxanes de la Morería (actual Colegio de San Ildefonso). En la parte baja de nuestro recorrido, llegamos a la Plaza de la Paja, llamada así por que era donde se vendía la paja a los clérigos de la Capilla del Obispo. Aquí podemos ver el Palacio ya mencionado de los Luxanes de la Morería, y al otro lado de la plaza, la lateral del Palacio del Marqués de la Romana con el jardín, más tarde el Palacio del Príncipe de Anglona, de la familia de los marqueses de Javalquinto. Al final de esta calle contemplamos la torre mudéjar de San Pedro el Real. De cada uno de estos edificios y monumentos, hablaremos en sucesivos artículos.

Palacio del Príncipe de Anglona


Lateral del Palacio del Príncipe de Anglona y la torre mudéjar de San Pedro al fondo


Plaza de la Paja y al fondo la entrada a la Capilla del Obispo. Encima, la torre de la parroquia de San Andrés