sábado, 27 de marzo de 2010

Plaza Mayor



La Plaza Mayor de Madrid ha sido siempre un escenario de la vida pública, un núcleo privilegiado en donde se hicieron todo tipo de actos y solemnidades. Ramón Gómez de la Serna ya dijo de ella que era "el patio de las Españas", convirtiéndola en un punto referencial para todos lo que habitan la ciudad. La plaza Mayor es punto obligado de cualquier turista que se precie y centro histórico de la ciudad. Decir Plaza Mayor y pensar en la de Madrid, va todo en uno. Pero hagamos un poco de historia.




Los comienzos de esta Plaza, fueron con el nombre que muy pocos conocen de Plaza de la Leña y Plaza del Arrabal, pero muchos fueron los nombres con los que se conocieron a esta plaza. En 1812, la plaza se llamó de la Constitución. En 1814, con el regreso del cautiverio de Fernando VII, se arrancó y rompió la lápida colocada por los constitucionales para colocar en su lugar otra con el nombre de Plaza Real. En 1820, se restableció el nombre de plaza de la Constitución para, con el triunfo de las ideas absolutistas, en 1823, llamarla de nuevo Real, y en 1833, con la muerte de Fernando VII, recuperar su denominación de Constitucional. Pero ahí no se paró su constante mutación. En 1873, al proclamarse la primera República española, se le dio el 12 de febrero de 1873, el nombre de Plaza de la República, apelación a la cual dos meses más tarde, el 24 de abril del mismo año, se le añadió el adjetivo de Federal. Poco duró el nuevo régimen y con la Restauración borbónica, la Plaza Mayor pasó, el 3 de enero de 1874, de nuevo a llamarse, ya para bastante tiempo, Plaza de la Constitución, nombre que en nuestros días fue olvidado para recuperar su antiguo nombre de Plaza Mayor, el cual, al haber perdido su protagonismo histórico es, sin duda, el que mejor le cuadra.

La Plaza Mayor en 1895


La Plaza Mayor en 1860 sin los tejados de pizarra


Esta plaza en la actualidad, no ha perdido su carácter festivo y de representaciones públicas, ya que todavía se puede asistir en ella, a representaciones de teatro, conciertos, cabalgatas, ferias, manifestaciones, misas, procesiones, mercados y un largo etc...
Esto viene de antaño, ya que en el pasado fue el lugar privilegiado de la ciudad para la fiesta barroca. Espacio a la vez lúdico y trágico, ya que sirvió en días solemnes y sin mercado, dentro y fuera del calendario previsto, para ceremonias y festejos reales, proclamaciones, entradas, bodas y nacimientos, actos profanos y cívicos, justas poéticas, teatro, corrida de toros, torneos, actos religiosos, canonizaciones y procesiones, actos de justicia pública, ajusticiamientos y ejecuciones capitales y sobre todos los famosos Actos de Fe, donde en una magistral representación teatral, se condenaba a los reos en presencia de los reyes, al quemadero que había en las afueras de la puerta de Fuencarral.

Auto de Fe, lienzo de Francisco Ricci en 1683


En este lugar estaban las lagunas de Lujan, llamadas así por estar en tierras de los Lujanes y que se llamó del Arrabal por quedar fuera del perímetro de las murallas.
Pero la plaza Mayor en su origen, fue mercado, y de ahí que su edificio principal, es el de la Panadería, al que acompaña enfrente, el de la Carnicería.
En 1975, el Ayuntamiento de Madrid, rechazó la construcción de una torre en otro lugar de la ciudad que alojaría todas sus dependencias, y pensó en la posible erradicación de los vecinos para convertir toda la plaza en una futura Casa Consistorial de Madrid. Pero este proyecto se vino abajo porque se hubiera convertido en patio de oficinas y hubiera perdido toda la vida pública espontánea que tanto le ha caracterizado.






En el siglo XV, esta plaza, en su mitad oriental formaba un descampado y se le llamaba Plaza de la Leña. La instalación de la Panadería y Carnicería de la Villa, lo mismo que la del Peso Real, fueron decisivas para su dominante de establecimientos comerciales, en un principio en manos de judíos. Con la construcción de la plaza regular, el comercio aumentó de categoría, apareciendo en sus portales las tiendas de lenceros, sederos y confiteros. Los nombres de las aceras nos señalan sus funciones comerciales o de Control de Abastos: acera de la Panadería, acera de la Carnicería, acera del Peso Real y acera de los Mercaderes de Paños. A la vez, en su centro se iban instalando a diario los tenderetes provisionales del mercado.



En 1580, Felipe II encarga el proyecto de remodelación de la plaza a Juan de Herrera, comenzando el derribo de algunas casas, pero el proyecto no sigue adelante hasta que en 1617, Felipe III encarga la continuación de las obras a Juan Gómez de Mora, que fue el mismo que se encargó de la restauración después del primer incendio en 1631

En 1617, se le da a la plaza la forma regular y uniforme, realizada por Juan Gómez de Mora. En 1670 un segundo incendio, fue restaurada por Tomás Román y al que se le debe el cerramiento de la plaza y convertirla en un solo edificio uniforme tras el tercer incendio de 1790, fue el arquitecto Juan de Villanueva.
El incendio de 1790 fue el tercero que sufrió la plaza y el más devastador de todos, al que asintieron los soldados de ingenieros, al mando de su teniente general don Francisco Sabatini y el coronel don Miguel de Hermosilla, que lograron atajar el incendio al hacer cortes en los edificios de la plaza. Durante tres días se luchó denodadamente. No habían acabado todavía los trabajos de extinción cuando ya el arquitecto Juan de Villanueva comenzó a dibujar los planos para restaurar la plaza..

La Casa de la Panadería, es el edificio más destacable de toda la plaza, obra de Diego Sillero, quedando de la primitiva el pórtico de Gómez de Mora. La planta inferior es donde se vendía el pan, mientras que los pisos superiores eran dependencias reales desde donde poder observar los acontecimientos públicos de la plaza. Era elegante y bella, perteneciendo al más puro estilo madrileño, siendo las desaparecidas pinturas de su fachada de José Donoso, aunque de este edificio no queda nada, ya que fue destruido totalmente por las llamas en uno de sus incendios. En la segunda construcción, Luis González Velázquez fue el que se encargó de los murales, que también desaparecieron en otro incendio.

Casa de la Panadería



En 1992, en otra de las actuaciones en la plaza Mayor, se lleva a cabo la decoración mural de la fachada del edificio, obra realizada por Carlos Franco, representando personajes mitológicos. La suntuosa escalera del interior, ha desaparecido, siendo sustituida por otra harto sencilla y vulgar, en la que, sin embargo, hay que admirar un notable zócalo de azulejos antiguos. Las bóvedas de los salones del piso principal están pintados por José Donoso y Claudio Coello.


Pinturas murales de Carlos Franco






Escudo de armas de Carlos II en la fachada de la Casa de la Panadería



En 1847, gracias a la intervención de Mesonero Romanos, la plaza Mayor se ornó en su centro con la estatua de Felipe III, obra del siglo XVII, de los escultores Juan de Bolonia y Pietro Tacca, antes instalada, desde 1616, en la entrada de la Casa de Campo.


Estatua de Felipe III, obra del siglo XVII realizada por Juan de Bolonia y Pietro Tacca







En 1961, con motivo de las fiestas del centenario de la capitalidad se llevó a cabo bajo el mando del conde de Mayalde, la implantación de los tejados de pizarra, imitando al Escorial, de acuerdo con la moda imperialista de los años de la autarquía. En 1967 se hizo un aparcamiento subterráneo, elevando el suelo de la plaza y poniéndole un incómodo adoquinado.

La plaza Mayor tiene 129 metros de largo por 94 de ancho, 9 puertas de acceso, siendo la más famosa el Arco de Cuchilleros, del que hablaremos en el siguiente artículo, 237 balcones, tres plantas de altura más el abuhardillado. La Casa de la Panadería, la Casa de la Carnicería y la estatua de Felipe III en el centro.

No obstante, seguimos contando con una de las plazas más bellas de España y de todo Europa, incluso del mundo entero diría yo. Toda ella compone un solo monumento. Si tuviéramos que citar todos los actos culturales, religiosos, reales e históricos que han sido protagonistas de la plaza, tendríamos para llenar libros enteros. Así que lo mejor será darse una vuelta por ella y contemplar sus arcos y la uniforme construcción de sus paredes, imaginándonos los grandes acontecimientos acaecidos entre sus cuatro fachadas. No dejéis de observar sus vistas desde el arco que da a la calle de Toledo con las torres de la Colegiata al fondo, el precioso Arco de Cuchillero desde la Cava y contemplar sus terrazas, sus artistas callejeros, pintores y el público tan diverso que visita el lugar. Sin duda... la Plaza de Madrid por excelencia, a pesar de que la vecina Puerta del Sol le haya quitado el puesto como centro de reunión y paso cosmopolita, dejando a nuestra plaza un poco más destinada a los turistas en general. Pero siempre volveremos a ella, ya que cantidad de actos públicos siguen dándose cita en ella.











3 comentarios:

Samantha dijo...

Guauuuu la foto de 1860...qué pasada,con la ropa colgando en los balcones...
Me encanta la fachada de la casa de la panadería...Bonitas fotos Bélok.Besos

Anónimo dijo...

Me encanta la Plaza Mayor de Madrid, aunque no sabía que se hubiera construido debajo un aparcamiento subterráneo, lo que me parece impropio. Por cierto, ¿dónde están las entradas de los coches? En las fotos no se ven.
Y, en fin, tampoco me gustan nada los actuales murales de la Casa de la Panadería.

Unknown dijo...

Ya había visto que lo habias publicado pero no habia tenido tiempo para leerlo tranquilamente.
No se que tal te parece lo de hacer un parador en la casa de la panadería, a mi desde luego no me va mucho la idea

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