martes, 9 de febrero de 2010

Iglesia de las religiosas de Maria Inmaculada (Casa Madre)



En 1907, el arquitecto Daniel Zabala, en unos jardines interiores de la calle Fuencarral, construyó una capilla con cripta que se unía mediante unas pasarelas a dos palacios. Uno era un palacete pequeño, y el contiguo, era el palacio, que Martín López Aguado había construido en 1853 para el Conde Vistahermosa, que daba a la calle de Fuencarral, Divino Pastor y llegaba hasta la calle San Andrés. Una vez comprados los dos palacios, se estableció la Casa Madre, de las Religiosas de María Inmaculada, del Servicio Doméstico, una Institución que acogía jóvenes y las instruía para trabajar en el servicio doméstico y educaban en la doctrina cristiana. Este palacio había sido habitado por el duque de Montpensier, D. Antonio de Orleans, cuñado de Isabel II y que una vez salió triunfante de la revolución de septiembre, creyó que tenía todas las probabilidades de hacerse con el trono de España. Un desafío a duelo con el Infante Don Enrique, en el campo de las Ventas de Alcorcón, acabaron con todas las esperanzas del duque y sus sueños acabaron del mismo modo que acabó su vida. El palacio pasó a manos de Fermín Lasala, duque de Mandas, que llegó a ser Ministro, y en los salones de dicho palacio se hicieron reuniones donde asistieron todos los primates de la Restauración. En los jardines delanteros de este palacio, sería donde se levantase la iglesia que nos ocupa. En 1898, la Institución religiosa adquirió ambos palacios, encargando al arquitecto José Marañón, las obras de reforma y ampliación, para convertirlos en la sede del Colegio. Aquí fue cuando desapareció la imagen clasicista, rematada con torreones en las esquinas que tenía el palacio. Entre 1910 y 1915, en lo que eran los jardines delanteros, se levantó la actual iglesia neogótica haciendo chaflán entre Divino Pastor y Fuencarral, quedando el palacio encajonado detrás del nuevo edificio.







Con una fachada neogótica de dudoso gusto, a la que no sabemos si le falta una torre o si en el proyecto original le dejaron con una, se levanta esta iglesia de estilo neogótico donde estuvo el cuerpo incorrupto de su fundadora. Es una iglesia que para muchos pasa desapercibida, pero que por situarse muy cerca de mi casa, he pensado escribir este artículo para que el que no la conozca, pueda visitarla virtualmente.

vista de la portada en la fachada



balcón en la fachada neogótica





Interior del templo








El interior de la iglesia es la típica construcción neogótica, con nervaduras en sus bóvedas, arcos y ventanas ojivales y el típico blanco limpio que suelen dar de aspecto las iglesias que no son góticas de verdad. Desde luego, si en esta iglesia estuviera la piedra ennegrecida y envejecida y con los altares y ornamentos oscuros, y sus columnas no fueran corintias, podría dar el pego y pasar por gótico perfectamente. Es bastante bonita en su interior y bastante alta para lo pequeña que es. De las esculturas que contiene, ninguna es de mención importante.







arcos ojivales y bóveda con nervaduras en la nave central




El interior fue ornamentado con altares e imágenes, realizados en los talleres creados por el sacerdote asturiano, Félix Granda. El templo fue muy maltratado en la guerra, y en 1943, buena parte del interior fue restaurado por el mismo taller

pequeña nave lateral




interior del templo















En un altar lateral, bajo el ara, se conserva una réplica con el molde original de la cara hecho en cera de la santa navarra, fundadora de las Religiosas de María Inmaculada (Servicio Doméstico), beatificada por el papa Pío XII en 1950 y canonizada en 1975 por el Papa Pablo VI, madre Vicenta María López y Vicuña.

lunes, 8 de febrero de 2010

Palacio Longoria



El Palacio de Longoria, o Casa Longoria, es un palacete que se encuentra en el barrio de Chueca, en la calle de Fernando VI, esquina con la calle Pelayo. Es muy difícil pasar por este edificio y no recorrer la mirada por sus fachadas.

Fue José Grasés Riera el arquitecto que construyó el palacete en 1902, por encargo de un financiero que poseía una gran fortuna, Javier González Longoria. En 1912, el edificio fue comprado por la Compañía Dental Española, para residencia de su presidente por 500.000 pts y en 1946, los herederos lo vendieron a Construcciones civiles. En 1950, la Sociedad General de Autores de España (SGAE), compró el edificio por menos de cinco millones de pesetas.
Hay mucha gente que cuando ve el edificio, piensa que es de Gaudí, pero el arquitecto catalán no tiene ninguna construcción en nuestra ciudad. José Grasés Riera, también era catalán, y fue compañero de Gaudí, no discípulo, como muchos dicen, y además construyó este Palacio, mucho antes que Gaudí sus obras más famosas. Una vez que se trasladó a vivir a Madrid, trabajó para la alta sociedad madrileña, de la que formó parte, siendo un gran arquitecto de prestigio, que además trabajaba con total libertad en sus edificios y evolucionando con los gustos y las corrientes arquitectónicas del momento. Un buen número de edificios y monumentos han quedado en la capital, de la mano de este arquitecto. El Monumento de Alfonso XII en el Retiro, el edificio de la Equitativa (Sede del Banesto), el teatro Lírico, el monumento a Emilio Castelar, etc.

El Palacio de Longoria, es el mayor exponente del modernismo en Madrid, construido con una clara ornamentación barroca con influencias francesas. El edificio, que hace esquina, consta de dos cuerpos rectos, unidos en el centro, justo donde se forma esa esquina, por un torreón con forma circular que rompe las líneas rectas, dándole un gran prestigio visual.



torreón circular que rompe los dos cuerpos rectos de la estructura del palacio




Ornamentación barroca con influencias francesas en el torreón







balconada del torreón



Las fachadas dejan un pequeño paso de separación, hasta llegar a una valla, con verja de hierro forjado que lo separa de la calle, haciendo un efecto más volumétrico.






Las paredes, balcones y ventanas, están decoradas simétricamente, con esculturas y decoraciones vegetales.












La tercera planta, abuhardillada, contiene óculos ovalados con guirnaldas imitando medallones antiguos.




El interior es fantástico. Una entrada de carruajes se encuentra en el torreón que hace esquina, enlaza con un hall, donde comienza una maravillosa escalera que se abre en dos brazos, dentro de un cilindro enmarcado por una barandilla de hierro forjado y bronce, envuelta por una columnata que sostiene una cúpula de vidrieras de colores. Todo el espacio de la escalera es de hierro, bronce y mármol.



comienzo de la hermosísima escalera del edificio







vista de la escalera y la cúpula con vidrieras de cristal de colores




Tiene un patio-jardín en el interior, donde los balcones con galerías, tienen unas columnas con forma de palmera.



balcones en el patio-jardín interior,con las columnas con forma de palmera







Es una lástima que el edificio no se pueda visitar, ya que los detalles del interior, son igualables o incluso superiores a los del exterior, pero si hay algo que podamos agradecer a la SGAE, es el haber mantenido este maravilloso edificio en las condiciones con las que ha llegado hasta nuestros días. El edificio ha tenido varias reformas, dos de ellas siendo la SGAE dueña del inmueble. Esta sociedad ha declarado hace poco, que mudaban la sede al palacio del Infante en Boadilla del Monte (esta gente va de palacio en palacio) y sería un buen momento para que todos los madrileños y visitantes, pudieran contemplar este exponente modernista que tenemos en Madrid, sin que nos cobren un canon por hacerlo.
Como podéis imaginar, la visita al interior del edificio, ha sido imposible, y todos mis intentos, negativos y frustrados. Así que las fotos del interior que veremos, pertenecen al libro, Palacios de Madrid de Ramón Guerra de la Vega. Las exteriores, he intentado que sean lo mejor posible, pero es que el colorcito del edificio se las trae...
Este palacio hay gente que no le gusta nada y dice que parece de chocolate, pero el que sea admirador del modernismo y el buen gusto, seguro que sabrá apreciar la maravilla modernista que tenemos en nuestra ciudad.


viernes, 5 de febrero de 2010

Iglesia de Nuestra Señora de los Dolores



La parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, se encuentra en la calle San Bernardo, esquina con la calle Rodríguez San Pedro, y está ubicada en el solar de la antigua Capilla de San Pedro Apostol. Pero antes de instalarse en la Capilla de la congregación de San Pedro de los Naturales, la parroquia de los Dolores, estuvo en la antigua Capilla del cementerio general del Norte, trazado en 1809 por Juan de Villanueva al más puro estilo neoclásico del momento. En este lugar se encontraba la entrada al cementerio que trazó en 1809 en su totalidad el arquitecto Villanueva, un enorme cementerio que más tarde se ampliaría con tres cementerios más, de los que hablaremos en otro momento. Parece mentira que lo que es hoy el comienzo de la calle Magallanes en su nacimiento con San Bernardo, y las calles de Vallehermoso, Fernández de los Ríos, Arapiles y todas las calles adyacentes, fueran en su momento cementerios en donde tantos madrileños ilustres fueron enterrados. Hoy en día, poca gente sabe que debajo de todas esas casas de la zona, fue enterrada la gente que moría en Madrid, pero dejemos esa historia para otro momento y vayamos con la iglesia en cuestión.

La Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, se instaló en la antigua Capilla del cementerio del Norte, hasta que la piqueta llega al cementerio y su Capilla, que lo demolieron en su totalidad. En 1908, la parroquia pasa, como hemos comentado antes, a la Capilla de la Congregación de San Pedro de los Naturales. Al llegar la guerra, el templo sufrió un incendio que lo destruyó por completo. En 1946 quedó acabada la reconstrucción del edificio, que es el que podemos contemplar en la actualidad.
En 1902, se llevaron los restos de Calderón de la Barca, ya que había pertenecido a la Congración de San Pedro, al igual que Lope de Vega. Recordemos un extracto de la historia de los restos de tal insigne madrileño, del que ya hablamos en el artículo de "Las tumbas perdidas de nuestros hombres ilustres":

En este templo y durante algún tiempo, descansaron los huesos del insigne escritor, en un mausoleo, que consistía en una pilastra de mármol sobre la que se alzaba una arqueta del mismo material. En la guerra civil la iglesia fue incendiada y el templo quedó casi derruído, destruyéndose el mausoleo por completo. Así que durante años se dieron por perdidos los restos definitivamente. Pero hace unos años que un antiguo congregante, que fue testigo del traslado de los restos del escritor, desveló que los restos nunca se guardaron en la arqueta del mausoleo, porque el párroco decía que más que un sepulcro, era un monumento simbólico, y entonces los restos se guardaron en un nicho que se hizo en la pared. Desde entonces, el patronato de la institución, dentro de sus modestos recursos, realiza de vez en cuando pruebas de sondeos y calas, ya que el anciano murió sin desvelar en qué pared estaba el nicho. Así que en la Congregación de San Pedro Apóstol, tendremos puestas las esperanzas de que algún día se encuentre el nicho del literato y que en esta iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, se pueda poner una lápida que rece "Aquí yace POR FIN, Calderón de la Barca", o quizás quede en un sueño, y ya se sabe que... los sueños, sueños son


En la portada de la fachada, se abre un arco de medio punto alzado sobre columnas de capiteles jónicos. Por encima, un segundo cuerpo flanqueado por pilastras toscanas y rematado con forma de frontón, en el que luce un escudo de la Cofradía y un trío de arcos reconstruidos en imitación del estilo ecléctico original del edificio.

Entrada a la iglesia por un arco de medio punto



vista de la portada de granito



escudo de la Cofradía



Sobre el edificio, destaca una especie de cimborrio, que alberga la cúpula, con forma octogonal, de ladrillo y con decoración neomudéjar. Sobresale del resto, la esbelta torre con balcones enrejados y rematada con un chapitel de pizarra, también de ladrillo y al más puro estilo neomudéjar que tanto se diera a principios de siglo en Madrid.

Cimborrio neomudéjar que alberga la cúpula. Por fuera es de forma octogonal, pero en el interior, la cúpula que cobija, es de media naranja



vista de la esbelta torre neomudejar que se eleva por encima del edificio



En el interior, nos encontramos en el atrio, nada más entrar, dos lápidas conmemorativas de dos grandes de nuestra literatura que pertenecieron a dicha Congragación. Calderón de la Barca y Lope de Vega. En la Calderón, nos recuerda que en algún lugar de la iglesia, fueron depositados sus restos y al igual que en la de Lope de Vega, que los dos fueron Capellán Mayor de la Congregación.

lápida que nos recuerda que Calderón además de haber sido Capellán Mayor de la Congregación de San Pedro Apóstol, sus restos fueron depositados en esta iglesia




lápida que nos recuerda que Lope de Vega fue Capellán Mayor de la Congregación



En frente de cada lápida, se encuentra un pequeño cuadro de cada literato



La planta es de cruz latina de una sola nave, cubierta por bóveda de medio cañón con lunetos y a ambos lados, dos pares de capillas. El crucero está coronado por una cúpula de media naranja sobre pechinas.

vista del retablo del altar mayor



Vista de la cúpula sobre el crucero



Con respecto a las esculturas que cobija el templo, no podemos destacar ninguna, por ser de reciente factura y sin especial importancia.

imagen de Nuestra Señora de los Dolores, en el lado de la Epístola en el crucero



Altar Mayor

miércoles, 3 de febrero de 2010

Fuente de Apolo (o de Las Cuatro Estaciones)



La Fuente de Apolo, es uno de los tres grupos escultóricos que Ventura Rodríguez proyectó para el Salón del Prado, reinando Carlos III. Entre Cibeles y Neptuno, las otras dos que cierran el trío, se encuentra esta magnífica fuente, que también es conocida por la Fuente de las Cuatro Estaciones.


vista de la fuente en 1866



Aprovecho ahora a poner este artículo, por encontrarnos en la época que los árboles no tienen hoja, porque la pobre y sufrida "Apolo", se encuentra siempre escondida entre las ramas de los árboles. Apolo no corrió tanta suerte como Cibeles y Neptuno, ya que estas dos últimas se encuentran cada una de ellas en medio de una plaza, donde se las puede admirar con toda su belleza. Apolo en cambio, se encuentra la mayoría del año escondida y resguardada entre ramas, de tal forma, que incluso para muchos madrileños, pasa totalmente desapercibida. Una lástima. Además y para colmo, aunque se la pudiera ver y cuando se la ve, como telón de fondo se encuentra un edificio que no deja lucir el pedestal del monumento, vamos... que está en el sitio más imposible de todas sus colegas.






Pedestal que aloja la escultura de las Cuatro Estaciones y Apolo




El escultor que empezó su construcción en 1780, fue Manuel Álvarez "el griego", que acabó el diseño de las figuras que representan las cuatro estaciones, mientras que la figura de Apolo, le tocó a Alfonso Giraldo de Bergáz en 1802. Un año después, la Fuente se inauguraba para la boda del príncipe heredero, Fernando, hijo de Carlos IV y futuro Fernando VII.

La fuente consta de dos pilones en forma de unas gafas, con un pedestal con escalinatas en medio, de donde cuelgan en dos de sus costados, 6 conchas, tres en cada lado, con la función de tazas y con diferentes tamaños, siendo de arriba a abajo, de menor a mayor. En los frontales del pedestal, dos mascarones que arrojan agua. A la altura de la cornisa del pedestal, sujetadas por estribos decorados, cuatro esculturas que representan las cuatro estaciones, (de ahí su otro nombre) entre medias de las esculturas unos escudos de armas de Madrid.


Dos de las Cuatro Estaciones y uno de los escudos




vista de la fuente desde el Paseo del Prado








Culminando el monumento, la figura de Apolo, con una lira en el brazo izquierdo y una especie de anfibio o dragón en su pie derecho.