lunes, 28 de febrero de 2011

Nueva iluminación del Ayuntamiento



El Palacio de Cibeles o palacio de Comunicaciones, sede de la alcaldía de Madrid, está probando la nueva iluminación, aunque los cambios de colores no será la iluminación habitual y estará reservada para algunas ocasiones.




































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sábado, 12 de febrero de 2011

Trivial Madrid 18





SOLUCIONADO

Escudo de armas en la fachada del Museo Cerralbo



J.J. Guerra Esetena = 27
Samantha = 27
Antonioiraizoz = 18
Luisso = 5
Pablo = 5
Mercedes = 3

sábado, 5 de febrero de 2011

Portada barroca del Monte de Piedad



El Monte de Piedad de Madrid fue fundado en 1702 por Francisco Piquer, capellán del convento de las Descalzas Reales, el cual, depositó simbólicamente en una cajita un real de plata como inicio del capital fundacional. Sin embargo, la auténtica fundación no llega hasta 1724, año en el que el rey don Felipe V le concedió un edificio enfrente del convento que contenía un bello arco que comunicaba ambos.





El edificio tenía una capilla para la cual Pedro de Ribera construyó la bella portada barroca en 1733.
El edificio se derribó en la década de los 60 por Caja de Ahorros y Monte de Piedad del edificio para construir uno nuevo, en el que se puso en su parte trasera la portada que sigue con nosotros en la actualidad.








El edificio contaba con dos portadas. La de la derecha, plateresca y menos aparatosa, de granito, suma dos cuerpos sobre columnas jónicas estriadas en cada cuerpo, el segundo de los cuales está coronado por un frontis con las armas reales, sobre el cual había diferentes figuras.




La de la izquierda, es la portada de Ribera, que amplifica su barroquismo con elementos geométricos, medallón enrejado, ventanal y hornacina con aire de tabernáculo. La entrada está flanqueada por dos estípites de orden rústico y coronada por dos toscas figuras angélicas.




El edificio del Monte de Piedad y Caja de Ahorros ha sufrido varias modificaciones y ampliaciones.







Fuente de las fotos antiguas: Urbanity

jueves, 3 de febrero de 2011

Mercado de Olavide



El mercado de Olavide se encontraba en la plaza del mismo nombre, que por cierto, nombre de la plaza que se intentó cambiar en dos ocasiones, una en 1850 cuando se le impone el nombre de plaza de la Princesa y más tarde por plaza Industrial, aunque en 1874 se volvió al nombre original de plaza de Olavide.
En 1875 se colocaron en la plaza, siguiendo la línea de la calle Trafalgar, dos crujías de hierro, con la cubierta de zinc, que se trasladaron desde el mercado de la Cebada, donde habían servido para la venta al por mayor de fruta. Estas cobijaron los puestos ambulantes que se instalaban en la plaza diariamente, formando un famoso mercado al aire libre, y así estuvo hasta 1931, año en que se empezó a construir el edificio.


En 1931 el Ayuntamiento encargó al arquitecto municipal Francisco Javier Ferrero Llusía el edificio octogonal para cumplir la función de mercado.
El edificio era de forma poligonal, constituido por una serie de prismas octogonales que se iban escalonando, hasta concluir en un gran patio central, último prisma que aseguraba la ventilación cruzada. El edificio estaba construido en hierro y hormigón y su aspecto era ligero. El arquitecto no había querido, según sus propias palabras, levantar soberbios elementos arquitectónicos sobre los puestos de lechugas, sino hacer un estudio racional sobre las necesidades de higiene y comodidad que este tipo de edificios requería. El mercado se inauguraba en 1934.
Para ello jugó sus cartas de manera que la estética emanase de su propia esencia. No era un edificio que asombrara por su espectacularidad, sin embargo, Madrid no podía permitirse el lujo de perder uno de los más importantes ejemplos de la concepción arquitectónica de esos años.
La voladura del mercado de Olavide levantó fuertes controversias. Se intentó salvarlo, invocando su valor histórico de testimonio de una época y la innecesariedad de su destrucción, aunque desapareciera su fin utilitario. Se proyectaron nuevos complejos urbanísticos, respetando el edificio, pero todo fue inútil, el Ayuntamiento, con Miguel Ángel García Lomas como alcalde, ordenó su destrucción, desoyendo las indignadas voces y el sentir del barrio.
El Colegio de Arquitectos mantuvo una loable lucha dialéctica con el Ayuntamiento, incluso en marzo de 1972, la Revista de Arquitectura publicó un artículo en el que intentaba dar soluciones al problema candente de la destrucción o no destrucción del mercado. Era un proyecto firmado por los arquitectos Araujo, Balbín, Espejel y Navarra, donde se pretendía salvar el edificio que el Ayuntamiento pretendía, y, desposeído de su finalidad propia, proporcionarle otro cometido, haciéndole acoger salas de exposiciones, terrazas de bares o puestos de flores. No prosperó, como ya sabemos. El 2 de noviembre de 1974, el mercado de Olavide saltó por los aires.





En su lugar quedó de nuevo libre el inmenso espacio que ocupa hoy la plaza de Olavide y de la que hablaremos en otro momento en este blog.
Mi abuelo trabajaba en una pequeña peluquería en la calle de Santa Engracia muy cerquita de la glorieta del Pintor Sorolla. Muchas días al atardecer nos acercábamos hasta allí a buscarle a la salida del trabajo y luego entrar en algún bar de las calles adyacentes a Olavide a tomar unas cañitas. Mientras los mayores se tomaban el aperitivo, los que éramos pequeños jugábamos cerca del mercado. Unos años después, toda mi panda estábamos pendientes aquél 2 de noviembre a la voladura con dinamita del edificio que tantos años había sido lugar que visitaron todos los habitantes del barrio. Un tremendo estruendo que nunca olvidaré se oyó durante un momento, que se repetía mientras el eco iba chocando contra los edificios cercanos. Allí volaron además del mercado, cristales, cerámicas de alguna fachada y cornisas. Para mí, en aquella época había sido todo un éxito. Ahora para ir de un lado a otro, no tenía que bordear el mercado, iba en línea recta atravesando la plaza, aunque al principio era tan sosa, solitaria y fría, que a veces me daba miedo cruzar.