martes, 11 de enero de 2011

Iglesia de Santa Teresa y San José



La iglesia de Santa Teresa y San José, llamado también Templo Nacional de Santa Teresa de Jesús, fue construido para residencia de los religiosos carmelitas y se encuentra en lo que fue una de las parcelas de la antigua Casa de Vacas de la Montaña del Príncipe Pío, estando hoy en los terrenos que abarcan la Plaza de España. Siguiendo la corriente del estilo que llamaron eclecticismo gotizante de finales del siglo XIX, mezclado con rasgos del modernismo, fue financiado por suscripción popular que encabezaron los reyes Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia, el arquitecto Jesús Carrasco Encina fue el encargado del trazado del templo, que consta de iglesia y de convento. Fue la primera iglesia madrileña que se construyó con hormigón armado y la empresa que se encargó de su construcción fue Nueva Sociedad de Construcciones de San Sebastián. Fue el 28 de marzo de 1916, centenario del nacimiento de Santa Teresa, cuando se puso la primera piedra, aunque no se empezó a construir hasta 1923, siendo concluida e inaugurada el 26 de mayo de 1928. El templo pertenece a los Padres Carmelitas descalzos.

parte del edificio destinada a convento



La iglesia mezcla estilos como el medievalista, gótico, renacentista y modernos, para reflejar en todo su conjunto una fortaleza que representase al libro de "Las Moradas". Por eso su estructura es a modo de una gran fortaleza medieval almenada que consta de un gran cuerpo central, flanqueado por otros a modo de dos torreones de sección poligonal.





En el cuerpo central se abren las tres puertas de entrada al templo, a través de tres grandes arcos de perfiles quebrados con rejería. Sobre el pórtico hay una escultura de la Virgen del Carmen evocando las tallas góticas.





El proyecto inicial de Jesús Carrasco, incluía la fachada rematada con una torre homenaje como corresponde en los castillos, de 95 metros de altura, sobre su cima iría una colosal escultura de Santa Teresa. Esto no se llegó a construir.


lugar donde comenzaría una gran torre que coronaría una imagen de Santa Teresa a 95 metros de altura



detalles de la fachada













Cúpula neobizantina


La cúpula de estilo bizantino, se encuentra a treinta y cinco metros del suelo y está decorada con azulejería policromada en amarillos, naranjas, rojos y azules que brillan con el sol, rematada por una corona real. La decoración de la cúpula es con un mosaico en cerámica esmaltada multicolor, obra encargada y pagada por la marquesa de la Floresta y realizada por el ceramista Daniel Zuloaga. El tambor tiene dieciséis ventanas ojivales que antes del incendio de 1931 recogían alegorías del "Castillo Interior" de Santa Teresa y de la "Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz. Una de ellas fue costeada por Alfonso XIII.










vista de la cúpula hace unos meses antes de la reforma actual









Interior del templo










El templo es de planta rectangular de tres naves. La nave central se cubre con bóveda rebajada de medio cañón, mientras que las naves laterales son adinteladas con casetones. Se sustenta a base de pilastras, que generan arcos de perfil quebrado, que arrancan a su vez de ménsulas aveneradas. Sobre éstos corre una galería adintelada, que remata en un cuerpo de vidrieras. Entre éstas se disponen pilastras sobre ménsulas, sobre la forma de cabezas de ángeles y se proyectan, abarcando la bóveda.










El retablo mayor tiene 19 metros de altura y es obra de Félix Granda Buila. En la calle central se encuentra en la parte inferior una escultura de San Juan de la Cruz, en el centro una escultura de Santa Teresa de 4'50 metros con la peana que preside el camarín, mientras que en la parte superior lo corona un calvario. Las calles laterales del retablo está compuesta por relieves de madera policromada y decorados con motivos eucarísticos y figuras del Carmelo femenino y esculturas de santos con sus símbolos. La mesa del altar se encuentra asentada sobre un frontal con los Doce Apóstoles, de bronce dorado. Mientras que el retablo descansa sobre un revestimiento de mármol de una altura de 4 metros.


nave central y retablo mayor



escultura de San Juan de la Cruz en el retablo



escultura de Santa Teresa presidiendo el altar mayor, escultura que mide 4,50 metros






El coro, a los pies, está iluminado por vanos geminados y a lo que yo llamaría una ventana en forma de ventana termal con vidrieras.





En el centro del crucero se levanta la cúpula sobre tambor y trompas, cuyo casquete de media naranja tiene dieciséis ventanas trilobuladas. Ya hemos visto que en el exterior es de estilo bizantino, pero en el interior está inspirada en modelos románicos de influencia bizantina, con decoración gallonada en su interior. En el centro hay un escudo de España que ha sido sacado a la luz recientemente, ya que se encontraba tapado por pintura gris.



cúpula sobre el crucero









vista interior de la cúpula gallonada






En la nave de la epístola a los pies, la capilla del Calvario. Un crucificado de los Talleres de Olot, las dos tallas de la Virgen y San Juan son obra de Jenaro Lázaro Gumiel, escultor zaragozano del siglo XX.

Crucificado, obra de los Talleres de Olot



Talla de la Virgen, obra de Jenaro Lázaro Gumiel



Copia moderna del Pasmo de Sicilia, de Rafael, firmado por Francisco Martín Burgueño en 1944.



En el templo existen dos grandes murales de Francisco Gutiérrez Cossío (Pancho Cossío), que representan la Apoteosis Histórica de Santa Teresa y la Apoteosis Mística del Carmelo, enmarcados en piedra de granito.










Talla de la Virgen del Carmen, procedente del convento carmelita de San Cirilo de Alcalá de Henares, de la que sólo se conserva la cabeza, salvada del incendio en 1931. Un escultor la adaptó al tronco.




En la nave del Evangelio, copia del Prendimiento de Van Dyck del Museo del Prado, obra también de Martín Burgueño en 1944




Capilla penitencial con ventanas ojivales con vitrales y con pinturas de la Aparición de la Virgen de Lourdes a Santa Bernardette, decorada por el valenciano Cabañas. En la capilla se encuentra una talla de la Inmaculada de los Talleres de Olot.

Capilla decorada por Cabañas



Talla de la Inmaculada de los Talleres de Olot







La iglesia ha sido restaurada en su fachada y cúpula recientemente, luciendo una cúpula impecable y una fachada con un color un poco raro.

Antes de la reforma


Después de la reforma

domingo, 9 de enero de 2011

Ermita de Nuestra Señora de la Antigua



La ermita de Santa María la Antigua o Nuestra Señora de la Antigua, data del siglo XIII y es probable que esté construida sobre un templo anterior de la época visigoda. Existen dos milagros de San Isidro que se ubican en esta iglesia (el milagro de la merienda de pan y queso, y el milagro del Lobo), pues el patrón de Madrid labraba los campos de su amo Iván de Vargas que se ubicaban en este mismo barrio, por eso es importante pensar en la existencia de un templo anterior, ya que el actual fue construido doscientos años después de la vida del santo patrón.





Estamos ante una de las joyas arquitectónicas del patrimonio artístico de nuestra ciudad y que es prácticamente desconocida por la mayoría de los madrileños. La iglesia fue financiada totalmente por la catedral toledana por encontrarse el pueblo de Carabanchel en esos momentos en posesión del Arzobispo Rodrigo y al morir pasó a ser propiedad del capítulo catedralicio de Toledo, que mandó erigir la parroquia del pueblo. Fue construida en advocación a Santa María Magdalena, de cuyo recuerdo quedan escenas de su vida en el retablo mayor.






En el siglo XV, hacia 1497, es probable que la ermita dejara de ser la iglesia parroquial, momento en que se trasladó la parroquia a la iglesia de San Sebastián Mártir en Carabanchel Bajo. Desde este momento pasó a llamarse de Nuestra Señora de la Antigua, en honor a la patrona del pueblo. En el siglo XIX se construyó junto a sus muros el cementerio parroquial del pueblo y se convirtió en capilla del mismo.





Su planta es rectangular con ábside semicircular, unido a la nave por dos tramos rectos, característica invariable de la arquitectura románica. Todo ello puede apreciarse al exterior, donde podemos observar un pórtico claramente al más puro estilo mudéjar que supera a todos los de la provincia de Madrid. Es de ladrillo con tres arcos rehundidos concéntricos, lobulado y ondeado el central, de perfecto sardinel, fábrica muy característica de la arquitectura mudéjar, y sus hombros arrancan probablemente de un zócalo o basamento de piedra. Sobre el tercer arco persiste una decoración horizontal, formada por una fila de ladrillos en esquinilla y otra en sardinel.










Junto a la portada del templo hay un gran contrafuerte que parece sujetar todo el muro sur que visualmente nos dejará impactados por su inclinación, el cual parece que se va a caer en cualquier momento contra el suelo. La ventana del ábside es ojival y se ve aún en ella una saetera cegada totalmente, constituido por un arco de herradura apuntado.











vista del ábside






ventana con arco apuntado en el ábside



Junto al ábside se encuentra la sacristía, un pequeño edificio barroco, ejecutado con motivo de la canonización de San Isidro en el año 1622. Del primitivo coro, persiste el emparrillado de vigas y largueros, éstos perfilados según es norma y tradición en la arquitectura mudéjar. En cuanto a la nave, su cubierta es a dos aguas y en ellas emerge la torre, quizás el elemento más importante y singular de todo el templo. Principalmente, por ser de planta rectangular, modalidad poco frecuente en las torres de estilo mudéjar, por lo general de planta cuadrada y ochavada y porque carecía primitivamente de escalera, al ser tocadas las campanas desde abajo (aunque se construyó una escalera en el siglo pasado). Estas campanas son dos, una dedicada a Nuestra Señora del Rosario, fundida en 1940, y otra al Sagrado Corazón de Jesús, del 1946. A los pies del templo se sitúa la original torre, con una altura de veinte metros y que consta de un primer cuerpo macizo de mampostería y de un segundo de ladrillo, el superior destinado a campanario. Éste es de seis huecos de distinto tamaño, cerrados con arcos falsos. El ladrillo con el que se construyó la torre es de iguales dimensiones y calidad al empleado en otro templo mudéjar del centro de Madrid, el de San Nicolás de los Servitas.





torre de la ermita









Interior de la ermita



El interior de la ermita es de planta rectangular y al fondo tiene un gran ábside con coro a los pies, que se encuentra sujetados por medio de modillones. En la cabecera está el ábside cubierto por un cuarto de esfera, y decorado por medio de un friso con ladrillos en esquinilla, pintados de rojo. La ermita se sustenta por medio de cuatro pilares cuadrangulares, que sustentan una techumbre de madera de colgadizo en el interior, y que se proyecta al exterior mediante un tejado a dos aguas. La cubrición de las naves es moderna, aunque recuerda el emparrillado de vigas y largueros peculiar del mudéjar.




En la capilla mayor también hay arcos de medio punto que dan paso a la sacristía por un lado, estando cegados los contrarios. Detrás el retablo se encuentran restos de pinturas románicas del siglo XIII, lo que da idea de que todo el templo se decoraba, aunque con especial predilección el ábside por medio de pinturas. Es difícil saber la temática de estas, pues apenas quedan fragmentos de las mismas.

En el centro se encuentra el retablo mayor de estilo barroco del siglo XVII, formado por tres cuerpos, predela y ático, sustentado por medio de columnas corintias, con frontón en la parte superior, rematado por bolas. Preside la hornacina central una escultura moderna de 1940 de Nuestra Señora de la Antigua, imitando la desaparecida en el 36. En las calles laterales hay dos cuadros que representan a San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, que recuerdan que estos santos visitaron el templo. En el ático hay una pintura con Santa María Magdalena, anterior titular de la iglesia.Las tres pinturas son de la escuela madrileña del siglo XVII, relacionadas con la producción de Francisco de Ricci. En la predela se encuentran otras tres obras anónimas de mediado del XVII de inferior calidad a las otras tres.




A los pies del templo se sitúa el coro apoyado en 24 vigas paralelas, todo ello ejecutado en madera, decorada con pintura, perdida en numerosas zonas. Es un importante conjunto de pinturas mudéjares que se pueden fechar en el siglo XIII, uno de los más importantes de la Comunidad de Madrid. Entre los diversos elementos ornamentales, aparecen escenas y atributos relacionados con San Isidro, así como escudos de Castilla y León. En esta zona trasera del templo se halló recientemente el Pozo de San Isidro, realizado en ladrillo, y con una profundidad de 13,50 m, estando protegido por un brocal de sillares. Este pozo es similar a los otros que se atribuyen al santo. El resto del edificio no tiene ninguna ornamentación, solamente en la nave de la epístola, y después de retirar el retablo barroco que la cubría, apareció una hornacina que actualmente cobija una efigie moderna del Corazón de María, en donde se han hallado restos de pinturas románicas, recubiertas por otras posteriores, y en las que se puede vislumbrar la parte inferior de la figura de un santo.





La ermita fue totalmente restaurada por completo en 1998 por la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, momento en que se descubrieron restos de cerámica de indígenas prerromanos que vivieron en el centro de la Península, y se halló una losa con quemaduras perteneciente a un horno de época romana y parte de una pared que formaba parte de una villa romana de los siglos I y II, hechos que confirman unos fragmentos de ánforas romanas encontradas de la época.








No puedo acabar este post sin comentar la poca colaboración por parte del párroco y el guardián de la iglesia. Es lamentable que en vez de colaborar en promover la cultura y dar a conocer al mundo el maravilloso templo mudéjar que tenemos en Madrid, se nieguen a dejar hacer fotografías del interior.
Cuando me presento en el templo pregunté a la persona que está allí a cargo del edificio, que si podía informarme sobre la talla de la Virgen que se encuentra en el altar, a lo que me dice "uff, no tengo tiempo". Sin embargo, una vez que me dispongo a hacer unas fotografías me dedica todo el tiempo del mundo para decirme que no puedo hacerlas y que tengo que pedir permiso al párroco. Así que después de emplear su preciado tiempo en discutir que si sí, que si no... dicho y hecho, me presento en la iglesia de San Sebastián Mártir de Carabanchel que es donde está el párroco que lleva la ermita, y me dispongo a pedirle permiso. El párroco, en zapatillas de andar por casa, parece que no le hace mucha gracia que se le moleste a tempranas horas para una petición "tan absurda". Por más que le intento explicar que lo único que pretendo es hacer un par de fotos del interior del templo para acompañar con imágenes una trabajo que tengo sobre la ermita y que se trata de un blog que reune información sobre todos los templos de Madrid, todo son negativas y que solo daría permiso a una organización cultural, que está harto de que esté todo el mundo molestando siempre (supongo que a los feligreses que sueltan la pasta en el cepillo no les dirá que está harto de ellos).
Es inadmisible que estos mantenidos del cepillo y de la iglesia, no tengan ningún reparo en pedir y vivir de la "x" de la declaración de la renta de todos los contribuyentes y sí se crean con el derecho de decidir quién fotografía y quién no, como si se tratara de la SGAE, un templo que lleva siglos construido y que nos pertenece a todos. Menos mal que con el tiempo el edificio perdurará y los guardianes temporales desaparecerán sin que les recuerde nadie. Como se atreven a intentar ser los dueños de algo que es de todos?, o a lo mejor yo estoy equivocado y este párroco tiene en su poder las escrituras de la hipoteca del templo y lo está pagando de su bolsillo. Sin embargo a la hora de restaurar, bien que pagamos todos, pero luego el derecho parece que solo les pertenece a ellos. Siempre ha sido así con esta gente que solo les interesa atesorar riquezas mientras hablan de los pobres, esos que pasan hambre y frío en la calle, mientras que ellos viven en los edificios que prohiben fotografiar. Parece mentira que maravillosos templos barrocos de nuestra ciudad, tengan párrocos tan amables que están de acuerdo en promocionar nuestro arte gratuitamente sin pedir nada a cambio y por el contrario tengamos tres o cuatro templos en manos de personas sin ningún amor al arte que se creen los dueños de todo. Desde aquí mi felicitación para todos estos párrocos que cuidan y promocionan nuestra cultura y patrimonio, y toda mi repulsa contra estos cuatro señores que no saben ni siquiera quién hizo la imagen que decora el templo en que están viviendo del cuento. Por cierto, me dio tiempo a hacer unas cuantas fotos antes de que viniera el pupilo del párroco, fotos que aquí os presento a favor de la promoción de nuestro patrimonio madrileño a todo el mundo que le guste el arte y que ningún esbirro eclesiástico nos va a prohibir mientras me queden dedos para escribir y apretar el disparador de mi cámara. Promocionar el arte es un bien cultural.
Señor párroco de las zapatillas, la ermita es un espacio público, no privado, y no hay ninguna ley que impida hacer fotografías en espacios públicos, a ver si se lo aprende. La ermita de Nuestra Señora de la Antigua es Monumento Histórico Artístico desde el 9 de octubre de 1981, es decir, que pertenece al Ministerio de Cultura, es decir, que pertenece al Estado, es decir... es de todos los españoles.