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sábado, 2 de abril de 2011

Habitantes y Paseantes



Habitantes y Paseantes es una de las exposiciones que el nuevo centro cultural de Madrid como es el Palacio de Cibeles (del que hablaremos en el siguiente post) alberga en sus jornadas de puertas abiertas. Comisariada por Chema Conesa y del artista Juan Manuel Castro Prieto, junto al vídeo arte de Manuel Vázquez con la instalación interactiva del colectivo Lummo, esta exposición homenajea a los visitantes de los museos del Paseo del Arte de Madrid.

Henriette Chabot, Josefa Manuela Téllez-Girón, Sonia de Klamery, García de Médicis, Amalia del Llano y Dotres, Mariana de Austria, Annunziata y María, Yvette Guilbert, Verónica Franco, Bernardino de Siena, Millicent Saint Clair-Erskine. Todos ellos y muchísimos más, nos miran desde las paredes de los museos Prado, Reina Sofía, Thyssen o Arqueológico Nacional. Ellos son los auténticos habitantes. Sus rostros, que nos legaron pintores y artistas en forma de retratos de diferentes épocas, resultan conocidos a los habituales visitantes de estas instituciones. Se trata de personajes reales o imaginarios que, a través de su materialización en lienzos o piedra, fijan los cánones de representación visual de cada época y construyen una pequeña gran historia de la representación humana en el arte. En ellos advertimos el realismo del retrato naturalista junto a la idealización de la aspiración intangible. Héroes y hombres, dioses y plebeyos representados con rasgos obtenidos del paisanaje de la época o reinventados por el artista. Como homenaje a los silenciosos habitantes y a los paseantes que visitan estos centros, esta exposición pretende un acercamiento a todos ellos y a los espacios que los albergan. Se trata, en definitiva, de obtener una mirada actual y diferente del riquísimo patrimonio de esta ciudad, custodiado en las instituciones que configuan el "Paseo del Arte" al que desde hoy se adhiere el Palacio de Cibeles. Como ejercicio de figuración actual sobre modelos de otras épocas, incorporamos el proyecto "VídeoMatón", desarrollado por Carles Gutiérrez y Mar Canet, del colectivo Lummo. Se trata de un juego interactivo que pretende hacer un guiño al protagonismo del hombre, como motor de toda representación artística. Juan Manuel Castro Prieto realiza el trabajo de interpretación fotográfica de los "habitantes", utilizando una cámara de placas de gran formato y sin añadir luz alguna a la iluminación ambiental del lugar donde se exhiben las obras que toma como referente. Su intención es trocar el soporte, la materia y la técnica de la imagen original para convertirla en un retrato fotográfico actual. El desarrollo del concepto "Paseantes", construido sobre vídeo, es obra de Manuel Vázquez. Este artista centra su interés en el espacio indefinido entre la fotografía estática y el movimiento. Vázquez propone un espacio acotado por el objetivo de la cámara y captura, como ojo ausente, la fluctuación de las personas que transitan por el escenario de cuatro de las instituciones que forman parte de este eje madrileño de la cultura.

Chema Conesa
Comisario



Veamos una muestra de la exposición:





























































Artículos relacionados:


Palacio de Cibeles


Nueva iluminación del Ayuntamiento

Exposicion fotográfica sobre el proceso de rehabilitación del Palacio de Cibeles

Videomapping Samsung en el Palacio de Cibeles

Fuegos artificiales Cabalgata Reyes en el Palacio de Cibeles

martes, 1 de febrero de 2011

Edificio Villanueva (Museo del Prado)




El Edificio Villanueva es la sede del Museo del Prado, una de las mejores pinacotecas del mundo. Pero miremos un poco hacia atrás para descubrir como era el lugar antes de su existencia.

Existían un conjunto de solares y prados silvestres situados alrededor del Monasterio de San Jerónimo el Real, llamado el Prado de los Jerónimos. Cercanos a estos, había otras dos zonas designadas como prados llamados el de Recoletos Agustinos y el de Atocha, y al conjunto de todos se le conocía popularmente como Prado Viejo.
En 1570 bajo el reinado de Felipe II tiene lugar la primera reforma urbanística de Prado Viejo, una vez que se había establecido la Corte en Madrid. Consistía en alinear las manzanas orientales de la ciudad para la creación de una zona de recreo y esparcimiento para el pueblo, alrededor del antiguo cauce desaparecido del arroyo del Olivar, llamado también de la Fuente Castellana. Se plantó una arboleda longitudinal que marcaba la línea divisoria entre las casas de la ciudad y los recintos monarcales ubicados al otro lado de Prado Viejo, donde más tarde en el siglo XVII fue construido el Palacio del Buen Retiro. Fijaos como vamos conociendo de donde vienen los nombres de los paseos y calles actuales como el paseo de Recoletos, Paseo de la Castellana, Paseo del Prado, Atocha, etc.

Durante el reinado de Carlos III, Prado Viejo a pesar de ser un paseo muy popular, había caído en un estado lamentable de abandono y ya no cumplía su principal función de un sitio de esparcimiento. Fue cuando se ideó una gran reforma a la que se llamó el Salón del Prado. Esta reforma consistía en convertir la zona arbolada en un paseo con jardines y fuentes, idea promovida por el Conde de Aranda, que trató de integrar mediante la creación de un espacio en forma de circo-agonal limitado y embellecido por fuentes y vías arboladas, el espacio que existía entre la ciudad y el conjunto palatino del Buen Retiro. A partir de ese momento vinieron las grandes fuentes como Cibeles, Neptuno, Apolo y la Alcachofa, y se construyeron espacios y edificios de importancia de los que hablaremos cuando dediquemos un post al Salón del Prado, como el Observatorio Astronómico, el Jardín Botánico o el Edificio Villanueva, en el cual nos quedamos.

El Edificio Villanueva fue concebido para el Real Gabinete de Historia Natural (más tarde Museo de Ciencias Naturales) y toma su nombre del arquitecto que lo diseñó, Juan de Villanueva. Su construcción comenzó en 1785 y en 1808, cuando llegó la invasión napoleónica, el edificio que estaba a medio construir, quedó destrozado al usarse como cuartel y fábrica de balas, para las que se usaron las cubiertas de plomo de los tejados.
A partir de 1818 gracias al interés de Fernando VII y sobre todo de su segunda esposa Isabel de Braganza, se inicia la recuperación del edificio sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva que fueron seguidos a su muerte por su discípulo Antonio López Aguado.

El 19 de noviembre de 1819 se inauguraba el edificio como Museo Real de Pinturas que mostraba las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, que fueron trasladadas de los Reales Sitios, y que contaba con 311 cuadros expuestos en tres salas, todos ellos de la escuela española. La mayoría de obras de arte requisadas desde la Desamortización de Mendizábal en 1836, fueron llevadas al Museo de la Trinidad, y fueron incorporándose al Museo poco a poco hasta la absorción completa por el Museo del Prado en 1872.



Edificio Villanueva


El cuerpo central tiene un gran pórtico compuesto por seis columnas de orden toscano, un entablamento, una cornisa y un ático que lo remata. Esta fachada es el acceso principal, orientado hacia el Paseo del Prado y no tiene sobre la columnata el típico frontón triangular, sino uno rectangular adornado por un friso escultórico obra de Ramón Barba, que representa una alegoría del rey Fernando VII como protector de las ciencias, las artes y la técnica.






En su cara posterior, esta sección con forma basilical, termina en forma absidial. Las dos galerías laterales tienen dos plantas en altura. La inferior con unos ventanales profundos y alargados que acaban en arco de medio punto y la superior con una galería de columnas jónicas. Existe una planta retranqueada más, que es obra actual.





Frente a la fachada principal está ubicado el Monumento a Velázquez, obra del escultor Aniceto Marinas y con pedestal de Vicente Lampérez.





La fachada norte presenta un pórtico con dos columnas jónicas y sobre ellas un entablamento liso que antiguamente contenía un grupo escultórico. Esta fachada correspondía a la segunda planta del edificio. Cuando se construyó, la primera planta, por ese lado, quedaba bajo el nivel del terreno, que por aquella época bajaba una pequeña cuesta hasta el Paseo del Prado. Más tarde se desmontó ese nivel hasta ponerlo a la misma altura que el resto del edificio, construyéndose una escalinata que da acceso al edificio actual.


foto de Urbanity






La fachada sur, frente al Jardín Botánico en la plaza de Murillo, está formada por un vano adintelado, de acceso al interior con una galería de seis columnas de orden corintio sobre las que se apoya un entablamento.





Algunas joyas del Museo


Fuente de esta foto: Web del Museo del Prado











































sábado, 27 de noviembre de 2010

Cubo de Moneo



El Cubo de Moneo es la ampliación del Museo del Prado, con el que conecta de forma subterránea. El claustro de los Jerónimos fue desmontado piedra a piedra y se llevó a las afueras de la ciudad para su limpieza, mientras que se excavó el solar para un gran hall que uniría el edificio de Villanueva con el nuevo edificio, que taparía el cuadrado que forma el claustro, de ahí su forma de Cubo. El proyecto de Rafaél Moneo fue el elegido para la ampliación de la pinacoteca y se cubre las fachadas con ladrillo rojo. Este proyecto ha tenido duras críticas y no ha sido muy bien aceptado entre los ciudadanos. Un lucernario interior conecta la zona del claustro con los pisos subterráneos donde se alojan diversas salas de exposición, atención al visitante, tiendas y una cafetería. Sin duda alguna, lo mejor del edificio son las puertas de bronce de Cristina Iglesias. Estas puertas consisten en seis elementos, dos de ellos fijos y cuatro móviles que pesan en total 22.000 kilogramos.






Detalle de las puertas de Cristina Iglesias




viernes, 3 de septiembre de 2010

Iglesia del monasterio de la Encarnación



El Real Monasterio de la Encarnación, es de religiosas agustinas recoletas. Fundado por la Reina doña Margarita de Austria, esposa de Felipe III y al que se atribuyó durante mucho tiempo su construcción a Juan Gómez de Mora, se ha demostrado recientemente que fue su alumno fray Alberto de la Madre de Dios, el que a principios del siglo XVII, entre 1611 y 1616, construyó el edificio. En el siglo XVIII, la iglesia fue reformada por Ventura Rodríguez. Se construyó para conmemorar la expulsión de los moriscos que quedaban en Madrid por parte de Felipe III.
Felipe III compró los terrenos al marqués de las Pozas para edificar el convento, el motivo... por estar cerca del Alcázar y así poder construir un pasadizo por donde los reyes entraran a la iglesia directamente sin salir de palacio. El pasadizo se llamaba "La Mina" y es interesante saber que unía los jardines del Campo del Moro, pasando por debajo del Palacio, hasta el convento de la Encarnación. Además, se formaba por distintas galerías y Salas que estaban decoradas con suntuosos cuadros, tapices y obras de arte.
El convento se conocía popularmente como "las margaritas", en honor a su fundadora, que murió sin ver acabado el convento.

Tras un incendio en 1734, la fachada toda de granito quedó intacta, siendo además, modelo de cientos de iglesias que se construyeron después en España y en el mundo entero. Tiene un patio o atrio cerrado con verja y en la fachada, encima de tres arcos de medio punto, un relieve que representa La Asunción, obra del catalán Antonio de Riera y dos escudos reales de la reina Margarita. En la parte superior un frontón con ventana redonda, coronado por cruz y dos bolas de granito.

Fachada con tres arcos de medio punto, relieve, dos escudos, tres ventanas enrejadas, frontón con ventana redonda, dos bolas y cruz

Relieve de Antonio de Riera y escudos reales de la reina Margarita










Interior del templo









El interior fue decorado por nuevos artistas neoclásicos bajo la dirección de Ventura Rodríguez.
En el retablo, obra de Ventura Rodríguez, enmarcado por columnas corintias de ricos mármoles y bronces, el lienzo de La Anunciación de Vicente Carducho. A cada lado, las estatuas de San Agustín y Santa Mónica, obras de Gregorio Fernández. Delante del retablo, el maravilloso tabernáculo, también de Ventura Rodríguez.


Retablo de Ventura Rodríguez, con el lienzo de La Anunciación de Vicente Carducho y las esculturas de San Agustín y su madre Santa Mónica, obras de Gregorio Fernández



La Anunciación, lienzo en el retablo mayor, obra de Vicente Carducho



Lienzo de San Agustín en la nave



Órgano y tribuna real








Las bóvedas y cúpula están pintadas por frescos de los hermanos Velázquez y el fresco de la bóveda que cubre el retablo mayor por Francisco Bayeu.

Bóveda de la nave con frescos de los hermanos Velázquez



Interior de la cúpula





Desde 1965 el convento está abierto al público y depende del Patrimonio Nacional, se puede visitar la antigua clausura, en donde hay una colección de obras de arte magnífica, entre las que destaca la reliquia de la sangre de San Pantaleón, que cada 27 de Julio se licua, volviéndose a solidificar al día siguiente. A veces no lo hizo y permaneció líquida en algunos momentos de la historia, como pasó en las dos guerras mundiales.
Recuerdo que la primera vez que entré a la Encarnación, la persona que iba conmigo me dijo... "con lo que hay aquí y en el convento de las Descalzas, Madrid podría sobrevivir durante más de mil años".