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viernes, 7 de enero de 2011

El monolito desubicado



En el post de ayer hablamos de un acontecimiento histórico para la ciudad de Madrid, recordando la Fuente para la inauguración del Canal de Isabel II, fuente que se instaló en la calle Ancha de San Bernardo para dicho evento. Hoy hablemos de algo que alguien instaló en otro lugar cercano, para recordarnos dicha inauguración.




Una especie de monolito de piedra que se asienta sobre una base de... granito?, se encuentra en la glorieta de Ruiz Jiménez, donde la calle de San Bernardo empieza a atravesar dicha glorieta. Esta piedra, monumento, monolito o lo que sea, recuerda la inauguración del Canal de Isabel II el 24 de junio de 1858, pero veamos un pequeño detalle.

El lugar exacto donde tuvo lugar la inauguración del Canal, fue más de cien metros calle abajo. No me gustaría pensar en ver una placa de "aquí se levantaba la iglesia del Salvador" en un edificio pegado a la Puerta del Sol, no, porque donde exactamente estuvo la iglesia fue a la altura de la Plaza de la Villa, y por eso la placa que recuerda el templo, se encuentra en la fachada del edificio que está donde estuvo la iglesia. Tampoco me gustaría ver una placa en el número 20 de la calle "X", recordando que el ilustre señor "Y", nació y vivió en él, si resulta que la realidad fue que vivió en el número 52. Entonces porqué tenemos esta piedra recordatoria tan lejos del lugar donde se inauguró el Canal?, tal vez no había sitio en donde debería estar?, tal vez había que poner algo en ese lugar donde está y le tocó a esta piedra?, o quizás el que la instaló, se creyó eso que he leído en tantos sitios, que la fuente con un chorro de 30 metros inaugurando el Canal de Isabel II en la ciudad de Madrid, estuvo en la glorieta de San Bernardo, actual de Ruiz Jiménez?. No señores... estuvo entre las iglesias de las Salesas Nuevas y la de Montserrat, ese es el lugar exacto.




Sea cual sea el motivo, lo cierto es que nadie se para a ver el insigne monumento, donde por no verse, no se ve ni lo que hay escrito, a no ser que te acerques a medio metro. Si ponen un monumento a algo, porqué no lo hacen a conciencia y se dejan de gastar granito en estas cutreces, que luego hará falta para las reformas actuales que acomete el Ayuntamiento y que tanto gustan a nuestro alcalde. Algún día investigaremos de quién es la Cantera de donde se saca tanto granito últimamente.


Vista del texto recordando el día de la inauguración de la Fuente




Ornamentos externos del monolito: Un escudo de Madrid




Y dos emblemas, el de la Comunidad de Madrid y el del Canal de Isabel II




Vista del monolito. De lejos parece un armario callejero de cables de la luz




En esta foto podemos ver la distancia que existe desde el monolito hasta el sitio exacto donde debería de haberse colocado. Podemos ver que separan unos cientos de metros los dos destinos, el verdadero, frente a la iglesia de Montserrat, y el desubicado, más cercano de donde estuvo el "Quemadero" de la Inquisición, del que también hablaremos algún día.





En estas fotos podemos ver la foto del evento y el lugar actual que concuerda exactamente con la primera foto, lugar donde debería de haberse puesto el monumento, piedra o monolito. Echo en falta una fuente de verdad, aunque cierto que poco sitio tendría para su ubicación. Siempre quedaría la acera, que es bastante ancha en ese lugar para que entre perfectamente una fuentecilla, placa o escultura. Menos mal que siempre nos quedará la Fuente original, que después de haber pasado por la Puerta del Sol y la glorieta de Cuatro Caminos, actualmente la podemos ver en la entrada de la Casa de Campo, muy cerca de Puente del Rey y frente a la Casa de los Vargas.


miércoles, 5 de enero de 2011

Fuente para la inauguración del Canal de Isabel II



24 de junio de 1858, la reina Isabel II, su marido y el Príncipe de Asturias, el futuro Alfonso XII, llegaron a la tribuna que se había colocado para la inauguración oficial del Canal de Isabel II, en la calle Ancha de San Bernardo, en el solar del Cuartel de Monteleón a la altura de la iglesia de Montserrat, y a las ocho y media de la tarde, la reina movió la palanca que hizo que surgiese un chorro de agua que, elevándose a 90 pies de altura superaba en altura a todas las casas del entorno. Era una fuente provisional concebida para asombrar a los madrileños y rubricar el acto de inauguración del Canal de Isabel II. Era el momento en que las aguas del Lozoya llegaban a Madrid. La fuente consistía en un extenso pero poco profundo pilón circular, adosado a otros dos más pequeños semicirculares. En el centro un surtidor con juegos de aguas, con el que se hacía alarde de la presión del canal del Lozoya, arrojaba un chorro de quince centímetros de diámetro y se elevaba a más de treinta metros de altura. Entre el público asistente se pudieron oír gritos de júbilo y se veían los sombreros al aire. La gente estaba admirada de poder contemplar como el agua subía hasta el cielo. Fue entonces cuando Posada Herrera le dijo a la reina "Señora, hemos tenido la suerte de ver un río poniéndose de pie". También estaba de incógnito entre el público, Bravo Murillo, verdadero precursor del proyecto, pero que no fue invitado a la ceremonia por motivos políticos del momento. También se dice que dijo: "¡Ya podemos lavarnos todos!".




Al día siguiente la Reina dio en el Palacio Real un banquete a los ingenieros e impuso la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, a Lucio del Valle, ingeniero de caminos y arquitecto que había sido nombrado director del Canal.
Esta fuente fue a parar dos años más tarde a la Puerta del Sol y solo funcionaba en algunas fechas señaladas y durante poco tiempo, pues, según Fernández de los Ríos, pasados cinco minutos "toda la plaza se convertía en pilón".









Luego el pilón se trasladó a la glorieta de Cuatro Caminos donde instalaron un nuevo ornamento interior para los chorros de agua, mientras que el surtidor original acabó en el estanque del Palacio de Cristal en el Retiro (o eso he creído siempre). Desde los años 50, el pilón se encuentra en la entrada a la Casa de Campo junto al Puente del Rey y frente a la Casa de los Vargas.






Pilón situado actualmente en la entrada a la Casa de Campo junto al Puente del Rey y frente a la Casa de los Vargas

viernes, 5 de noviembre de 2010

Iglesia de San Antonio de los Alemanes

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El precioso retablo mayor, obra de Miguel Fernández, con esculturas de Francisco Gutiérrez y en el centro la escultura de San Antonio, obra de Manuel Pereira

San Antonio de los Alemanes fue fundado por Felipe III en 1607 como Real Hospital para enfermos portugueses que vivían en Madrid, cuando Portugal era nuestro. El Hospital se conoció desde entonces como San Antonio de los Portugueses, ya que su capilla se encomendó a San Antonio de Padua.
En 1624 se inició la construcción del templo, bajo la dirección del maestro de obras Francisco Seseña, que siguió fielmente los planos del arquitecto jesuita, Pedro Sánchez, el mismo que proyectó la Colegiata de San Isidro y como ayudante, Juan Gómez de Mora, quedando terminado en 1633. Tras la independencia de Portugal de la Corona Española, el templo quedó abandonado, hasta que en 1689, la reina Regente Mariana de Austria, mirando hacia los suyos, lo cedió a los alemanes católicos que vivían en Madrid, cambiando su denominación (como es lógico) a San Antonio de los Alemanes. Pero de nuevo en 1702, Felipe V, concede la administración del edificio a la Hermandad del Refugio, que se ocupaba de recoger pobres, darles cobijo y comida. Aquí es cuando se me escapa el tema, porque hablamos de 1702 y actualmente sigue regentando el edifico esa misma Hermandad, pero sin embargo no se le conoce como el Refugio y sigue siendo San Antonio de los Alemanes el nombre con el que conocemos el templo, a pesar de que solo fue así durante 13 años, mientras que a pesar de haber pasado más de trescientos años como Refugio, ese nombre pasa inadvertido para mucha gente.






La fachada del edifico se la debemos a Juan Gómez de Mora. Una fachada sencilla y austera de ladrillo visto sobre zócalos de granito. En una restauración en 1886, el arquitecto Antonio Ruíz de Salces añadió unas molduras neogóticas en las ventanas y subió de altura el campanario.

Fachada de la iglesia con la escultura de San Antonio, obra de Pereira



Campanario con balcones enrejados



La portada es barroca, conteniendo encima del dintel de la puerta, en una hornacina, una escultura de San Antonio, atribuida a Manuel Pereira. La sencillez del exterior no nos prepara para lo que nos encontramos en el interior, un templo de una sola nave elíptica, carente de columnas y pilastras, siendo toda diáfana y está coronada por una bóveda con lunetos, que descansa sobre una cornisa y que ocupa todo el perímetro del templo.

Portada barroca con la escultura de San Antonio, obra de Manuel Pereira





Una vez que estamos dentro del templo, nuestra mirada se quedará perpleja con lo que vamos a observar. Todo el muro que rodea el templo, está pintado con frescos, es decir... toda la pared del edificio es una pintura gigante. La sensación es como si nos hubiéramos colado dentro de un cuadro o estuviéramos en un salón de algún palacio italiano por la magnitud de sus pinturas. Aquí ya estamos como siempre y nadie se pone de acuerdo con la autoría de los frescos. Unos dicen que los frescos de todo el mural es de Lucas Jordán y las pinturas de la bóveda de Franciso Ricci y Juan Carreño, modificados y restaurados después por Jordán. Otros dicen que fueron Ricci y Carreño los autores, modificados por Jordán más tarde y que la cúpula la empezó Colonna, un boloñés fresquista italiano traído a España por Velázquez. Pero lo que está claro es que tanto como Jordán, Ricci y Carreño, se repartieron el pastel.



Interior del templo








El retablo mayor fue realizado por Manuél Fernández en la reforma del siglo XVIII. Es de estilo neoclásico y se constituye por medio de unas grandes columnas corintias que enmarcan el titular, todo ello rematado por ángeles, obra del escultor Francisco Gutiérrez. La escultura que preside el retablo es una soberbia obra del escultor Manuél Pereira y está considerado de sus mejores trabajos. Hay que decir que este retablo sustituyó a otro del siglo XVII de Miguel Tomás y Juan Garrido y dorado por Francisco de Pineda y que llevaba pinturas de Vicente Carducho, de las que algunas se conservan todavía en la sacristía.

Imagen de San Antonio de Padua, obra maestra de Manuel Pereira




Altar dedicado a Santa Engracia, princesa zaragozana, obra de Eugenio Cajés del siglo XVII. Sobre ella ovalo con el busto del rey Felipe IV, obra de Francisco Ruiz de la Iglesia. A su lado altar de Santa Ana y San Joaquín con la Virgen Niña, soberbia obra de Lucas Jordán, fechada en 1694. En la parte superior, el busto de la reina María Luisa Gabriela de Saboya, esposa de Felipe V, también de Ruiz de la Iglesia.





Altar dedicado al Calvario, también de Lucas Jordán y fecha similar. En la parte superior, ovalo con Mariana de Neoburgo, esposa de Carlos II, del mismo autor que los óvalos anteriores. La imagen de delante es la Vigen de los Dolores, imagen de vestir de siglo XIX

El Calvario, obra de Lucas Jordán




Pasando al lado del Evangelio, el primer altar es el dedicado a la Santísima Trinidad, atribuido a Ruiz de la Iglesia, el ovalo superior con Felipe V del mismo autor. Al lado altar dedicado a San Carlos Borromeo curando a lo enfermos, obra de Lucas Jordán de finales del XVII. En la parte superior ovalo con el busto de Carlos II, del mismo autor que el resto de los bustos.






Contar aquí lo que representa cada fresco del templo, nos llevaría horas, así que cualquiera que esté interesado no tiene más que investigar un poco por internet para documentarse al respecto. Las pinturas representan a Reyes Medievales de España, Francia, Hungría, Alemania y Bohemia, Santos Portugueses, la Gloria, la Virgen y el Niño y como no... a San Antonio, pintados en su mayoría por Lucas Jordán, junto a las pinturas anteriores a la bóveda, que son obra de Carreño de Miranda y Francisco de Rizi. Por último, la escena de la Aparición de la Virgen y el Niño a San Antonio de Padua, es el conjunto efectista que cubre la bóveda, obra de Carreño de Miranda y retocado por Lucas Jordán.


En la cúpula podemos ver una maravilla de pinturas que asemejan columnas, ventanas, pilastras, frontones, molduras, jarrones y figuras humanas, todo ellos con ornamentos barrocos. Todo está perfectamente pintado, dando la sensación que vemos realmente esos relieves como si fueran de mármol pintado. Las columnas pintadas inicialmente eran lisas y Lucas Jordán las cambió por columnas retorcidas, más cercanas al barroco.

Vista de la bóveda y sus frescos. Observad como los frontones y columnas de los frescos, parecen realmente de piedra




Vista completa de la bóveda, frescos de Carreño de Miranda retocados después por Lucas Jordán.




Otra vista de la bóveda




Talla de Cristo crucificado del siglo XVIII










En lo que no hay duda, es en que es una de las iglesias más bellas de Madrid. El templo fue declarado en 1972 Monumento Nacional.

De la Hermandad del Refugio, salía "La Ronda de pan y huevo", que estaba integrada por un sacerdote, dos seglares ayudantes y numeroso criados con camillas y sillas de mano. Iba por las calles, portando cada seglar un farol y haciendo sonar continuamente campanillas, buscaban a mendigos enfermos por los portales, esquinas y escondrijos, dando a los necesitados un pan y dos huevos duros. A los enfermos los llevaban hasta el Hospital, a los moribundos les preparaban para su viaje al otro mundo y a los que se encontraban muertos, les daban cristiana sepultura en una fosa común. También podían ir a dormir por unos cuantos céntimos a la hospedería. Fueron famosos los malos olores y pestilentes que salía del Refugio.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Iglesia de San Martín



La Iglesia de San Martín de Tours es otra de esas antiguas parroquias con solera de Madrid. Estaba situada enfrente del Monasterio de las Descalzas Reales y fue fundado en el siglo XII como monasterio benedictino, estando allí durante siete siglos hasta entrado el XIX y la llegada de nuestro abreplazas particular. José Bonaparte "Pepe Plazuelas" en este caso y "Pepe Botella" en otros, en su afán de tirarlo todo para hacer grandes espacios (yo creo que este hombre aparte de darle a la botella, debía de ser un poco claustrofóbico, es la única explicación de que quisiera tanto espacio abierto), demolió el convento para abrir la Plaza de las Descalzas. La parroquia de San Martín se trasladó al edificio que había ocupado el convento de Porta-Coeli de Clérigos Menores, que se había fundado en 1648 y donde hacía poco, también se había fusionado el convento del Espíritu Santo, cuando también se demolió para construir el actual Palacio de las Cortes.

Es increíble que de algunas iglesias tengamos tanta documentación de su construcción, sus tallas, retablos, pinturas, esculturas y todo lo referente a su historia, y sin embargo de otros, como nos ocurre en este caso, ni siquiera sepamos quien lo construyó. Algunos se lo atribuyen a José de Valdemoro, a Churriguera o a Pedro de Ribera pero mirando bien el edificio, la verdad es que no nos convence ninguno de los nombres dados, así que lo más acertado es dejarlo en anónimo, que al fin y al cabo, es lo único que tenemos claro. Sin embargo, otros apuntan, a que un discípulo de Fray Lorenzo de San Nicolás, Juan de Corpa, es el que ideó el proyecto con el que se construyó el templo en el siglo XVII, aunque en 1719 se reedificó de nuevo el templo siguiendo los planos de Eugenio Valenciano, un importante arquitecto del siglo XVIII. Fue entonces cuando se dotó a este edificio de su estilo barroco madrileño y de su cúpula sobre pechinas en el crucero. Lo dicho, distintas versiones de su construcción, pero ninguno documentado en condiciones.

La fachada es una cosa rara... yo la definiría como estilo mega-tardío "mudejao" y el resto si la vemos de perfil, es estilo "remordimiento". El lugar donde se encuentra, se llama Plaza de Soledad Torres Acosta, donde se juntan la calle de la Luna con la calle Desengaño, pero todo el mundo la conoce como Plaza de la Luna. Como dato curioso os diré que la iglesia es muy céntrica y sin embargo muy desconocida, a pesar de verse perfectamente desde la Gran Vía madrileña. Una de las dos iglesias donde está expuesto el Santísimo siempre.

fachada de la iglesia



La fachada es toda de ladrillo y sillería, y consiste en un gran cuerpo central rematado en un frontón flanqueado por dos torres gemelas formadas por tres cuerpos, siendo el último el que alberga las campanas con ventanas enrejadas.
Diremos que la bella portada barroca que enmarca la puerta, yo descartaría al cien por cien que sea de Ribera, casi lo afirmaría... pero sin embargo, sí apostaría por Alberto Churriguera (el famoso José Benito, tenía dos hermanos y un padre que trabajaban todos en equipo), del que estoy seguro que podría ser el autor, el mismo que hizo la Plaza Mayor de Salamanca o la Catedral de Valladolid, pero como ya hemos comentado antes, la construcción de esta iglesia se nos escapa literalmente, aunque para mí esté muy clara la autoría. Los chapiteles que se encuentran encima de las dos pilastras y dos columnas, sujetan un ornamento con una hornacina que contiene una escultura de Juan Agustín Adorno, fundador de los Clérigos Menores, orando ante la Virgen de Nuestra Señora de Porta-Coeli. El grupo escultórico algunos lo atribuyen al círculo de Juan Alonso de Villabrille y Ron, autor del grupo escultórico de la portada de Pedro de Ribera del antiguo Hospicio.

Escultura en la hornacina barroca que representa a Juan Agustín Adorno, fundador de los Clérigos Menores, orando ante la Virgen de Nuestra Señora de Porta-Coeli.



Conjunto de la portada barroca






Interior del templo








El interior del templo se nos muestra en el más puro barroco. Una planta de cruz latina, con amplias naves y capillas con tribuna alta, cúpula con tambor y linterna, pechinas pintadas, ménsulas en la cornisa de base a la cúpula y todo el entablamento de la iglesia que sujetan las pilastras. Las pinturas de las pechinas representan a los Cuatro Evangelistas, aunque las primitivas de Pedro de Calabria del siglo XVII se perdieron y actualmente se encuentran pintadas por A. Garín.


Interior del crucero, con cúpula con tambor sobre pechinas y entablamentos adornados con ménsulas





Nave central de la iglesia con las esculturas de San Martín a caballo de Mariano Bellver, a los lados las esculturas modernas de los Sagrados Corazones de Jesús y María



El retablo mayor es obra del siglo XIX con un marcado corte clasicista y sobrio. En el cuerpo central se encuentra el grupo escultórico de San Martín partiendo la capa con el mendigo, obra de Mariano Bellver. A los lados, y enmarcados por pilastras, se encuentran esculturas modernas de los Sagrados Corazones de Jesús y María. En la parte superior del retablo hay un arco de medio punto. En su centro se dispone un relieve con dos ángeles adorando la cruz. A su alrededor hay medallones con las figuras en relieves de diferentes santos relacionados con la orden benedictina. A ambos lados del altar, en hornacinas en las paredes laterales del presbiterio, se encuentran dos esculturas modernas de San José y Santa Soledad Torres Acosta, la cual fue bautizada en este templo. En la parte inferior se encuentra el Sagrario con el expositor formado por un templete con columnas, rematado por una cúpula y cruz.


San Martín partiendo la capa con el mendigo, obra de Mariano Bellver





El lado de la epístola está totalmente despojada de altares, fruto de la última restauración. En el crucero de este lado, un retablo de madera del siglo XIX, con Nuestra Señora de las Tres Avemarías. En el Sagrario pintura moderna de Cristo eucarístico, imitando la composición de Juan de Juanes.




En el lado del Evangelio, retablo idéntico al anterior, aunque dicen que del siglo XVIII, con columnas salomónicas, en cuyo centro se aloja una escultura contemporánea de Nuestra Señora del Carmen.





Retablo neoclásico con columnas corintias con aparente construcción de hace diez minutos, con el grupo escultórico de San Rafaél con el joven Tobías, obra del escultor de cámara de Isabel II, Francisco Pérez del Valle, de las esculturas más bonitas del templo.




Retablo con columnas salomónicas del siglo XVIII. Aloja la imagen de Nuestra Señora de Lourdes, obra del escultor del siglo XIX, Salvador Páramo. Esta imagen fue de las primeras que se hicieron en España de esta advocación mariana.




Por fin una talla de valor que queda en la iglesia, ya que como de costumbre, este templo fue saqueado en la Guerra Civil del 36. El Santo Cristo del Milagro, obra castellana del siglo XVII, muy relacionada con la producción de los Leoni, aunque la obra ha sido rehecha posteriormente.

Santo Cristo del Milagro, obra castellana del siglo XVII, obra relacionada con los Leoni




Cuadro del siglo XVII, con la Educación de la Virgen por parte de San Joaquín y Santa Ana, copia del cuadro que se expone en el Museo del Prado de Carreño de Miranda. A sus pies, la urna con los restos de la niña Alexia González-Barros y González, que se encuentra en proceso de beatificación y que se hizo muy famosa recientemente por la película Camino, de Javier Fesser.





Yo creo que a esta iglesia le falta un retablo mayor barroco que fuera a juego con la planta barroca del templo. Con un buen retablo cambiaría toda la vista del presbiterio. Al igual que altares en lugar de confesionarios en el lado de la epístola. Todas las obras que dicen que se encontraban en el templo, obras de Pedro de Mena, Gregorio Fernández o Pedro Alonso de los Ríos, han desaparecido de la vista, aunque es posible que en la cripta del templo a la que no he podido acceder, se encuentre el Cristo yacente de Gregorio Fernández y la Magdalena de Alonso de los Ríos.

Vista del crucero, la nave central con bóveda de cañón y lunetos y las tribunas encima de las arcadas que dividen las tres naves del templo.




Vista lateral de la iglesia desde la calle Desengaño. Observad la torre con detenimiento y a ver si sois capaces de calcular los ladrillos que se emplearon para todo el edificio...




Detalle de uno de los campanarios enrejados. Esta iglesia le da aires de pueblo a Madrid.