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domingo, 17 de octubre de 2010

Iglesia de San Andrés y Capilla de San Isidro



La capilla de San Isidro se construyó en el siglo XVII, para venerar los restos del santo patrón de Madrid. Es una bella construcción que supone el triunfo del barroco madrileño y del Madrid de los Austrias. Ya hemos comentado en otros artículos sobre San Andrés y la Capilla del Obispo, el ir y venir del cuerpo incorrupto del santo. Una vez que la parroquia de San Andrés obtuvo la permanencia del santo, hubo que pensar en construir una capilla más grande, ya que la parroquia se quedaba pobre y pequeña para la veneración a que se exponía. Se estuvo pensando en construir un templo nuevo o adosarle una capilla, cosa que al final fue por la que se optó.
Fue Juan Gómez de Mora en marzo de 1639 el que presentó el proyecto para el edificio, pero estos planos fueron rechazados en favor de los de Pedro de la Torre en 1642, y en 1643 se pone la primera piedra con una gran fiesta en donde hubo banda de música y una gran multitud de gente. Pero las obras poco avanzarían y fue el 12 de abril de 1657, cuando el arquitecto José de Villarreal, maestro mayor de las obras reales, se hace cargo de la dirección de las obras, reformando las trazas de Pedro de la Torre. Se derriban las casas de don Fadrique Enríquez y del duque de Béjar, en la Plaza de San Andrés y parte de la muralla de donde se extraerá la piedra necesaria para la obra. Se traen mármoles de Talavera y jaspes de Cehegín, se empieza el revestimiento y labra de mármoles por Juan de Lobera, que también hizo las puertas con columnas de entrada al templo. Se pusieron las pizarras en las cubiertas y Simón de Vega se encargó del encamonado de la cúpula con ventanas y linterna, que al año siguiente estaba terminada, al mismo tiempo que se hacía cargo del proyecto Juan de Lobera a la muerte de su maestro Villarreal en 1662. Pero todavía quedarían siete años hasta que las reliquias del santo pudieran llevarse a la Capilla, ya que faltaba embellecer todo el interior. La Capilla adquiere una fastuosidad grandiosa, realzado por la calidad de las obras que albergaba. Pilares y columnas doradas que hizo Juan de Villegas, tarjetones de bronce elaborados por el platero Erasmo den Norbec, labores de yeso y escayola de Carlos Blondel y Francisco de la Viña, pinturas de Francisco Ricci, Juan Carreño, Francisco Caro y Alonso del Arco y esculturas de Juan Ron y Raimundo Capuz. En el centro destacaba, fuertemente iluminado con luz cenital, el riquísimo baldaquín realizado por Juan de Lobera, con un arco en cada frente y columnas con una cúpula calada que dejaba entrar la luz directamente sobre la urna del patrón, produciendo un increíble efecto. Era el 15 de mayo de 1669 cuando todo estaba terminado y las reliquias fueron depositadas en la nueva Capilla. Pero cien años después, como ya conté en el artículo de "Colegiata de San Isidro", el arca con las reliquias fueron trasladadas al mejor templo de Madrid, la Colegiata, y que pasó a llamarse desde entonces Colegiata de San Isidro.
En 1936, año en que comenzó la guerra, la Capilla fue quemada y solo quedó en pié la estructura exterior, destruyendo todo el interior con todo lo que contenía, sin salvarse nada.

Toda la ornamentación de los pilares y columnas doradas que realizó Juan de Villegas, los tarjetones de bronce del platero Erasmo Den Norbec, pinturas de Francisco de Rizi, de Juan Carreño de Miranda, Francisco Caro y Alonso del Arco. Esculturas realizadas por Juan Ron y Raimundo Capuz y el maravilloso baldaquino de Juan de Lobera. Todo se perdió en el voraz incendio del 36.

Durante muchos años se ha estado trabajando en la restauración de la Capilla, yo solo pude verla a través de unos pequeños agujeros que existían en la pared que separaba la Capilla de la parroquia de San Andrés y era una verdadera ruina que había sobrevivido gracias a los muros que la albergaba (aquí daremos gracias a la muralla). Pero partir de 1986 se empezó una reconstrucción exacta, intentando que fuera lo más fiel posible a la original, después de un riguroso proceso de investigación. En la parte baja se trabajaron piedras y mármoles originales de nuevo, la parte alta en madera con panes de oro y yeso estucado imitando a los mármoles y la cúpula con pintura al agua.









En la actualidad la Parroquia de San Andrés se encuentra muy felizmente restaurada, aunque no ha podido recuperar el esplendor de otros tiempos. La pared que separaba la Capilla con la parroquia se tiró y hoy forma parte de ella. El exterior está recientemente restaurado y ya sabéis lo que pasa cuando todo está nuevo... pues que parece de juguete al faltarle la solera de la suciedad en la piedra. Las estatuas de la cúpula yo las recuerdo blancas, pero hoy están pintadas del mismo color que el ladrillo, y está tan nueva tan nueva, que parece que es de cartón. Pero de lejos, es maravilloso contemplarla. Tiene una figura única, que la diferencia de todas las de Madrid y nadie que pase por allí, podrá evitar hacer una parada para contemplarla.




Con toda probabilidad San Andrés se erigió sobre una antigua mezquita y su historia se halla muy vinculada a Madrid, pues fue capilla real y campeaban los escudos regios en las claves de las bóvedas del presbiterio. Su acceso se realiza por un recoleto jardín, que antaño fue cementerio parroquial, donde nos encontramos con un gran cuerpo cuadrado de ladrillo, en el que se abren ventanas con pilastras compuestas de piedra, que se eleva sobre un gran basamento del mismo material. Su parte superior ostenta un entablamento muy destacado con mútilos o ménsulas paradas, elemento común en el barroco madrileño, y una gran cornisa muy volada, coronada con un antepecho con decoración de roleos y en sus ángulos pirámides con bolas. El segundo cuerpo está formado por la cúpula de ladrillo y pizarra, compuesta por un gran tambor octogonal con ventanas y hornacinas entre ellas, en donde se cobijan efigies de los doce Apóstoles, los Evangelistas y los Padres de la Iglesia Latina, realizados por Juan Cantón de Salazar y remata este cuerpo el casquete encamonado de pizarra, que culmina por una linterna con cupulín, chapitel, bola y cruz.






A ambos lados se sitúan las puertas, cuatro en total, trazadas por Juan Lobera. Las más pequeñas que dan paso a la antecapilla son sencillas, adinteladas, rematadas por sirenas que sujetan cestos con frutas. Más interesantes son las que dan paso a la capilla de San Isidro formadas por un vano pentagonal, flanqueado por columnas pareadas de orden compuesto, que sustentan una movida cornisa muy volada, con pináculos quebrados y hornacinas para alojar efigies. Están realizadas en granito y piedras de diferentes colores. En la correspondiente a la Costanilla de San Andrés podemos ver el relieve del Milagro de la Fuente, mientras que en la parte superior hay una escultura de la Virgen con el Niño, inspirada en modelos de Alonso Cano. Mientras que la correspondiente al antiguo cementerio hay un relieve con el Milagro del Pozo, arriba hay una escultura de San Andrés, obra de Manuel Pereira del siglo XVII, que antes ocupaba la fachada de la parroquia de este santo, en esta misma zona, después del derribo de esta parte del templo, la escultura, decapitada y arruinada, estuvo rodando por el jardín, hasta que se colocó en la hornacina, y recientemente ha recuperado, fruto de la restauración, su aspecto original. Anteriormente aquí hubo una escultura de San Isidro, también de Manuel Pereira.







Interior de la iglesia







El interior es de planta de cruz latina, con un tímido crucero. La zona de la nave se sujeta por medio de pilastras cajeadas de orden toscano, que soportan una cornisa acodada. Se cubre por medio de un techo plano, con casetones.

El presbiterio, la antigua capilla de San Isidro, es de planta ochavada, soportada por una serie de columnas acanaladas de orden compuesto y un entablamento con decoración de guirnaldas. Sobre este se sitúan lunetos de medio punto en los que se abren ventanas. Las pechinas se decoran con motivos vegetales y angelitos. Sobre ellas se dispone el gran tambor con vanos, que se remata en la cúpula y la linterna. Toda la decoración del conjunto está realizada en estucos y describe una rica policromía en la que predominan las tonalidades doradas, rosas y grises oscuras.








El altar mayor es un gran arco de medio punto en el que se inscribe otro más pequeño rebajado con dintel quebrado. En él se aloja un magnífico Cristo crucificado, talla del siglo XVII, relacionada con la producción de Pedro de Mena, que procede de la Capilla del Obispo. En la pared del fondo, donde antaño estuvieron las esculturas de los santos labradores de Manuel Pereira, se encuentra diferentes esculturas: Virgen del Carmen, de talleres madrileños contemporáneos, una interesante efigie de San Andrés de Jenaro Lázaro Gumiel realizada en 1966, Santa María Madre de la Iglesia, del mismo autor que la anterior, realizada en 1967 y un San José de talleres modernos, aunque basado en modelos barrocos.
En la parte superior, donde antes estaban los cuadros de Carreño y Rizi, están cuadros modernos, que representan al Apostolado, centrados por la figura del Salvador.





Santísimo Cristo de la Paciencia, también llamado el Santo Ecce Homo de San Andrés, obra de José Luis Mayo, artista contemporáneo, y que nos recuerda una imagen de gran veneración que había en este templo y que se perdió en la Guerra Civil. Actualmente hay idea de que esta imagen se convierta en procesional, formando parte de las celebraciones de la Semana Santa madrileña.






Imagen de vestir de Nuestra Señora de los Dolores, realizada por Jenaro Lázaro Gumiel en 1963.








viernes, 8 de octubre de 2010

Cripta de la Catedral de la Almudena



Justo debajo de la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, se encuentra La Cripta de la catedral, que fue proyectada, igual que el resto de todo el edificio neogótico que no se llegó a construir, por el arquitecto Francisco de Cubas y González-Montes, más conocido como el marqués de Cubas. Tiene la entrada por la calle Mayor, al inicio de la Cuesta de la Vega.








Portada de entrada a la Cripta en la calle Mayor y comienzo de la Cuesta de la Vega




El proyecto del Marqués de Cubas para levantar la catedral, incluía alojar en su base, debajo de esta, una cripta que sirviera de apoyo al gran edificio.
La Cripta tiene forma de planta de cruz latina, de cinco naves con dos capillas laterales desde la entrada hasta el crucero, a partir de aquí presenta nueve naves, es una construcción toda de piedra con bóvedas de cantería y 558 columnas, de las que 50 de ellas, en la nave central que dan al altar, son monolíticas de una sola pieza de 3,28 metros de altura. Los capitales están todos tallados y son todos diferentes, a pesar del número elevado de columnas que existe en la cripta. Tiene 9 capillas en la parte derecha y 12 en la parte izquierda.



Interior de la cripta


Vista de la nave central, con las columnas salomónicas de una sola pieza de 3,28 metros




Vista de una de las naves laterales. Fijaos en el suelo, andar por la Cripta, es pisar tumbas, literalmente








Detalle de los capiteles. En todas las columnas son distintos



Es curiosa la orientación de la iglesia, ya que cuando nos introducimos en su interior, entramos directamente por detrás de una doble girola, tras la que se encuentra el ábside. Esto es claramente razonable si pensamos que la catedral está proyectada de diferente forma que otras catedrales, para estar frente a frente, con el Palacio Real, aunque yo pienso que eso no quita para que la Cripta que sirve de base a la enorme mole de la catedral, tuviera una orientación distinta a la catedral y se entrara por los pies de la iglesia, como dios manda.

El altar mayor, sin retablo, está presidido por una copia reciente de la Virgen de la Almudena, que data de 1948 y que se encuentra aquí desde 1956.






Imagen de la réplica de la Virgen de la Almudena, obra de 1948 que preside el altar mayor de la Cripta








Recordemos que la verdadera imagen de la Virgen, cuenta la leyenda que la trajo a España el Apóstol Santiago. Por ser la única imagen que tenían en Madrid de la Madre de Dios, se veneró desde entonces como la patrona de la ciudad, llamándose la Virgen de la Villa. Más tarde se levantó una pequeña iglesia en la Vega, donde se siguió venerando esa imagen, conociéndose desde entonces como Santa María de la Vega y también como Concepción Admirable. Entre los años 711 y 716, los madrileños escondieron la imagen en un cubo en el muro de la muralla árabe ante la invasión que se aproximaba de los musulmanes. Años más tardes, en el 916, la iglesia de Santa María se convertiría en mezquita por los árabes. En 1083, Alfonso VI conquista Magerit y tras enterarse que los habitantes de la ciudad estaba buscando la imagen desaparecida, jura buscar la imagen de la Virgen escondida, si conseguía conquistar Toledo a su regreso. Mientras, ordena pintar una imagen para que se pudiera venerar en Santa María, una vez que la reconvirtió en iglesia. Efectivamente, a su regreso de la conquista de Toledo, Alfonso VI estaba dispuesto a cumplir su promesa, pero por más recursos que gastó, no fue posible encontrar la imagen. Fue entonces cuando recurrió a la plegaria y convocó una procesión que junto al arzobispo de Toledo, él mismo encabezó. Acudió toda la nobleza, el clero, el mismísimo Cid Campeador, el ejército y el pueblo.
Es 9 de Noviembre y la procesión transcurre por la almudayna, el recinto amurallado de la fortaleza de Madrid. Al pasar por el cubo donde estaba escondida la imagen de la Virgen, cayeron unas piedras, apareciendo entonces la Virgen con los dos cirios encendidos con los que fue tapiada hacía tantos siglos. La Virgen fue llevada a la cristianizada iglesia de Santa María y puesta en el Altar Mayor. Pero desde ese momento los madrileños la bautizaron con el nombre del sitio donde se descubrió de nuevo a la Virgen, la almudayna. Afonso VI añade el título de realeza y desde ese momento hasta nuestros días, será la Virgen de Santa María la Real de la Almudena.
Pero la imagen que se encontraba escondida en el muro de la muralla, no es la que conocemos actualmente. La auténtica imagen que había traído el Apóstol Santiago, se quemó en algún momento del reinado de Enrique IV y se repuso con otra imagen en el siglo XVI, que es la que conocemos actualmente.


Imagen de la Virgen de la Almudena del siglo XVI, que reemplazó a la que apareció en la muralla y que luego se quemó. Estuvo en la iglesia de Santa María, y en la Colegiata de San Isidro mientras duraron las obras de la Catedral, a la que se trasladó en su inauguración.




Vamos a ver dos joyas artísticas que contiene el templo

En el crucero de la Cripta y sin capilla, se encuentran dos imágenes que proceden de la antigua iglesia de Santa María. Un cuadro de la Virgen de la Flor de Lis, obra que data del siglo XIII y que la convierte, después de la imagen de nuestra Señora de Atocha, en la más antigua imagen religiosa que se conserva en Madrid y que algunos historiadores aseguran que se trata de una pintura de la antigua Virgen de la Almudena que se quemó, su nombre viene de la flor que sujeta en una de sus manos. La otra imagen es el Cristo del buen camino. De esta desaparecida iglesia, también existe en la Cripta un hachero y dos óleos del siglo XVIII.


Imagen del Cristo del Buen Camino, talla que se encontraba en la desaparecida iglesia de Santa María







Imagen del cuadro de la Virgen de la Flor de Lis, del siglo XIII, mandada pintar por Alfonso VI para la iglesia de Santa María, para venerarla mientras apareciese la imagen de la Almudena que se encontraba escondida y oculta, en donde estuvo hasta su demolición. Pasó a la iglesia del Sacramento hasta que fue trasladada a la Cripta, en donde continúa hoy.











La Cripta está llena de tumbas por todas partes. En las capillas, en las paredes, en cuevas y bóvedas subterráneas y en casi todo el suelo del edificio. De hecho, cuando se camina por el interior, es fácil oír un gran estruendo que se acentúa con el eco, cuando sin querer con el pié, das una patada a alguna de las argollas de las losas de las tumbas que se encuentran en el suelo.

Esta Cripta debió de ser el mausoleo de la Reina Mercedes, hecho por el cual, muchas familias pudientes y burgueses, compraran aquí sus mausoleos para enterramientos. Una de esas tumbas, se encuentra en una de las capillas laterales, según avanzas por la derecha desde la entrada y justo antes de llegar al final. La tumba del constructor de la catedral, el Marqués de Cubas, que se encuentra junto a su esposa. En la capilla de al lado, se encuentran las tumbas, muy parecidas, de sus hijos. En algunas de las capillas que se encuentran en la cripta, podemos admirar esculturas de escultores como Benlliure.


En una de las capillas laterales, la tumba del Marqués de Cubas y la de su mujer




Sepulcros de los hijos del Marqués de Cubas en la Capilla adjunta a la de sus padres




Otra de las capillas, donde las esculturas de mármol blanco, son de Benlliure




El estilo de la cripta es neorrománico y con influencias bizantinas y fue construida casi por completo por su arquitecto, el cual no llegó a verla concluida. Se eligió este estilo por ser el que estaba cuando se encontró la imagen de la Virgen y pensada para sustentar el gran proyecto neo-gótico de la catedral. Una vez acabadas las obras que tras la muerte de Cubas, retomaran Miguel de Olabarría y Enrique María Repullés y Vargas, que fue sustituido más tarde por Juan Moya y tras la última piedra puesta en la girola por la infanta doña Isabel de Borbón el templo en 1907, cuatro años más tarde se abría al culto el 31 de Mayo de 1911.


Una de las capillas con otra imagen de la Virgen








Capilla del Santísimo. Esta capilla se construyó para albergar los restos de la reina doña María de las Mercedes de Orleans, que reposa actualmente en el altar de la Virgen de la Almudena en la Catedral




Imagen en el altar de San Antonio




Cuadro en la capilla del Santísimo



Cristo Yacente en la capilla del Santísimo



Virgen de la Paloma en la capilla del Santísimo



Otra de las copias de la Virgen, en este caso la de la capilla del Santísimo




Hoy en día, se encuentra una imagen en piedra que recuerda el sitio donde apareció la Virgen de la Almudena escondida en la muralla, aunque ahora mismo, por las obras que se acometen para la construcción del Museo de las Colecciones Reales, la imagen está temporalmente entre unas rejas en uno de los lados de la entrada a la Cripta.

Hornacina en el muro lateral con una imagen de la Virgen en piedra, que representa el sitio donde fue encontrada la Almudena después de tres siglos. A encontrarse en obras la zona y estar la imagen en otro lugar tras una reja a un lado de la entrada a la cripta, he buscado una foto en internet que no sé a quién pertenece. Dicho queda mi agradecimiento a su autor.




Aparte de la réplica exacta que se encuentra en el Altar Mayor de la Cripta, hay otras réplicas con otros tamaños en dos capillas de la Cripta y varias imágenes que se utilizan para ofrendas en la Plaza de la Catedral y para la procesión del día 9 de Noviembre, ya que la auténtica talla de la imagen no se saca en dicha procesión, para mantenerla a salvo. También es conocida como "La Morenita" por el tono oscuro que tiene la imagen por tratarse de pino de Soria, color avellana, oscurecido por el tiempo.

Realmente no sabemos nada de la verdadera historia de la talla, ya que el fervor cristiano, se las ingenia para que siempre las imágenes de las Vírgenes sean encontradas en cuevas, grutas y otros sitios. Pero lo que sabemos con exactitud después de los análisis científicos que ha tenido la imagen, es que data del siglo XVI y que anteriormente existió otra imagen que nunca más volvió a ver nadie y que según algunos, se quemó hace algunos siglos. También hay otras leyendas que implican el descubrimiento de la Virgen en la muralla con el Cid Campeador, que viniendo de Toledo con varios Caballeros, se encontró con un leproso que había caído en una zanja. Al ayudarle a salir de la zanja, el leproso se convirtió en una figura femenina que le comunicó que tomaría Madrid y que ganaría batallas hasta después de muerto. La mujer le dijo por donde tenía que entrar a Madrid para su conquista y luego desapareció. El Cid se dispuso a ir al sitio donde le había dijo la Virgen en su aparición y allí fue donde después de caerse un trozo de muro en las viejas murallas, apareció la imagen de la Virgen y desde allí entraron a la ciudad, donde tomaron Magerit por sorpresa.

viernes, 1 de octubre de 2010

Catedral castrense de las Fuerzas Armadas (Iglesia del Sacramento)



La iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas, albergó el convento e Iglesia de las Religiosas Bernardas del Santísimo Sacramento. Una construcción del barroco madrileño del siglo XVII, fundada por Cristobal Gómez de Sandoval, duque de Uceda, hijo del duque de Lerma y poderoso ministro de Felipe III, que en 1616 hizo traer a sus primeras religiosas del monasterio de Santa Ana, de Valladolid hasta Madrid.
La calle actualmente se llama del Sacramento, nombre que le viene del convento, pero en su momento se llamó de Santa María por estar muy cercana a la iglesia del mismo nombre. Diremos que esta iglesia estaba en un estado lamentable de abandono y que desde que el Arzobispado de Madrid la cedió a la I Región Militar para sede del Vicariato Castrense y pasando a ser Catedral Castrense de las Fuerzas Armadas, el templo se restauró con una acertadísimo buen gusto y cuidado, devolviéndole todo el esplendor del barroco, siendo un ejemplo claro de como hay que cuidar el arte que tenemos en la ciudad. Hoy en día, es uno de los templos mejor cuidados y más bellos de la capital, desde luego... todo un ejemplo a imitar.









El proyecto fue de Juan Gómez de Mora en 1615, pero no se empezó la construcción hasta medio siglo después. Los arquitectos fueron Bartolomé Hurtado, Francisco Bautista y Manuel del Olmo. Andrés Esteban la concluyó en 1744, siendo este último el arquitecto encargado de todo el diseño del interior de la iglesia. La iglesia es de planta de cruz latina con nave de tres tramos, cubierta por bóveda de medio cañón con lunetos y una preciosa cúpula encamonada sobre una base ochavada y pechinas. con un tambor sin ventanas y una gran linterna que le da una iluminación asombrosa.


vista de la iglesia desde la calle Mayor



vista de la cúpula desde la plaza de la Paja



En la fachada, construida toda de piedra, predominan todavía los elementos herrerianos de la época. Con tres arcos (dos de medio punto y el del medio rebajado), predomina en su parte central un relieve del siglo XVIII con la apoteosis de San Bernardo y San Benito.

fachada del templo



La iglesia al carecer de torre o campanario, tiene su única campana en una ventana en la parte superior de la fachada.
Adosado a la iglesia estaba hasta hace muy pocos años, el monasterio convento, muy restaurado y modificado pero que conservaba todo su patrimonio artístico en el interior. Fue derribado sin remordimiento alguno para construir un edificio de viviendas.

vista superior de la fachada con la única campana del templo



En la entrada al interior, nos encontramos primero con un atrio donde hay una pintura del siglo XVIII de los hermanos González Velázquez, con una técnica pictórica que intenta engañar a la vista, jugando con la perspectiva y otros efectos ópticos, a lo que se le llama trampantojo. Representa un cielo abierto con angelitos y unas inscripciones que aluden a la Eucaristía.


pintura en el atrio, obra de los hermanos González Velázquez






Interior del templo



El interior es de planta de cruz latina y con una luminosidad increíble, pensando ahora así de pronto, podría asemejarla con las Calatravas o las Góngoras.
La nave es de medio cañón con lunetos, asentada por pilastras adosadas y rematadas por capitales compuestos. Todo el entablamento se encuentra sustentado por una serie de ménsulas pareadas, excepto en la cúpula, que se agrupan de cuatro en cuatro.


interior de la iglesia



Toda la decoración de la iglesia está hecha por los hermanos González Velázquez, artistas de los que hablamos continuamente en ese blog, ya que participaron en infinidad de templos madrileños.

En el coro alto, hoy se encuentran los tubos del órgano y sobre el coro, un lienzo de San Juan Bautista en el desierto. En los techos de la nave, tres pinturas representando a Santa Isabel, Santa Catalina de Suecia y Santa Gertrudis.




frescos en el techo de la nave y encima del coro




Las pechinas representan a San Bernardo, San Benito, Santa Escolástica y Santa Humbertina. En el techo del crucero de la Epístola, pintura de una santa cisterciense. En el interior de la cúpula, motivos decorativos y florales. En el tambor, pinturas de El Salvador, San Juan Bautista, Sansón, un símbolo eucarístico, un paisaje, y cabezas de los Cuatro Evangelistas en la parte inferior.


vista superior del crucero con la cúpula, pechinas y cornisas




pinturas del interior de la preciosa cúpula








El retablo mayor es neoclásico, con dos columnas de orden compuesto que enmarca el hermoso lienzo que representa la Adoración de la Eucaristía por parte de San Benito y San Bernardo, obra de Gregorio Ferro en el siglo XVIII. En la parte superior, una gloria alrededor del Espíritu Santo con dos ángeles en estuco, en aptitud de adoración.

vista del altar mayor y el retablo




retablo neoclásico que enmarca el soberbio lienzo que representa la Adoración de la Eucaristía por parte de San Benito y San Bernardo, obra de Gregorio Ferro en el siglo XVIII





Como es costumbre, nos situamos en los pies de la nave en el lado de la Epístola y comenzamos el recorrido del templo:

Altar dedicado a las Benditas Ánimas del Purgatorio, con un lienzo del finales del XVIII. Su situación aquí, data de una vieja costumbre en la iglesia, según la cual, el primer o último padrenuestro que se rezaba al entrar o al salir de un templo, se hacía para sacar un alma del Purgatorio, por eso los altares de Ánimas se colocaban cerca de las puertas.




Retablo neoclásico con una escultura de Santo Toribio de Mogrobejo, Arzobispo de Lima. Esta escultura es muy interesante ya que es muy rara la representación en España de este santo cántabro, natural de Liébana. Podemos ver como está dando la doctrina cristiana a un indígena.





Retablo barroco del siglo XVIII rematado con dosel, con la escultura de San Francisco Javier bautizando a un indio americano, obra castellana del siglo XVIII. A los lados esculturas de la misma época de San Juan Nepomuceno y San Judas Tadeo.





En el crucero de la Epístola, el retablo de Nuestra Señora del Patrocinio, una escultura de vestir del siglo XVIII. A los lados esculturas de Santa Lutgarda y la Virgen del Carmen, ambas del XVIII de la escuela castellana.





En el machón del crucero, un altar con la escultura de San Bernardo, de la escuela madrileña del siglo XVIII, al igual que el altar que la cobija.





En el ático del mismo hay un soberbio lienzo de la Sagrada Familia, obra de Lucas Jordán





En el machón del lado del Evangelio, un altar muy similar al anterior, con la escultura de San Benito, talla de la misma época que las anteriores.





En su ático, otro lienzo de Lucas Jordán que representa la Educación de la Virgen por parte de San Joaquín y Santa Ana.





En los dos machones restantes, se encuentra dos tallas de la Congregación del Santísimo Cristo de la Fe


Cristo de los Alabarderos




María Inmaculada Reina de los Ángeles





Ya en el lado del Evangelio, retablo dedicado a la Piedad, con una soberbia escultura del siglo XVIII, de la escuela de Luis Salvador Carmona. A los lados, dos pequeñas tallas de Santa Teresa y San Francisco de Asís, ambas de la escuela castellana del siglo XVIII. La primera sigue los modelos de Gregorio Fernández y la segunda de Pedro Mena.




vista de la Piedad




Retablo de la Sagrada Familia, obra del siglo XVIII de talleres andaluces.





Retablo neoclásico con la escultura de San Antonio de Padua sobre un trono de nubes, obra de la escuela madrileña del siglo XVIII según los modelos de Salvador Carmona.





Retablo moderno del año 2000, obra de Juan Antonio Martínez, que alberga un magnífico crucifijo del siglo XVII de los talleres andaluces.








Antigua sacristía convertida en capilla del Santísimo Sacramento, con un crucificado del siglo XVIII y un aguamanil de mármol, de gran calidad y realizado en el siglo XVIII en estilo barroco, con un magnífico trabajo en su decoración.





El antiguo huerto del convento, se ha convertido en un pequeño jardín donde se ha puesto una fuente de bronce del siglo XVIII realizada en París. Un lugar que nos transporta a tiempos pasados, un lugar de sosiego y reposo, del que habla en otro artículo.






Declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1982.