lunes, 2 de agosto de 2010

La Mariblanca

Estaba allí entre dos columnas abandonada a su suerte en un pequeño estanque con cascaditas que hay en el Paseo de Recoletos. Estaba sola, sin ninguna estatua más que le hiciera compañía. Cuantas veces pasé a su lado sin preguntarme quién era ni que hacía allí, hasta que un día un amigo nos presentó y me contó su historia. Ya han pasado muchos años desde que conocí a la Mariblanca en aquél paseo y una noche desapareció sin más.

La estatua llegó de Italia de las manos del escultor Florentino Ludovico Turqui, allá por el año 1625 y destinada a coronar la fuente que había delante de la iglesia del Buen Suceso en lo que hoy es la confluencia de la calle Alcalá y la Carrera de San Jerónimo en la puerta del Sol. La fuente se llamaba "Fuente de la Fe" y era una obra monumental con un montón de caños. La estatua representa a Venus o a Diana (nadie se pone de acuerdo), pero de todas formas, siempre se le llamó Mariblanca por lo blanco que es el mármol del que está construida. Cuantas cosas vería nuestra diosa desde las alturas, allí permaneció durante más de dos siglos viendo la vida pasar a sus pies.
La vida de nuestra Venus ha sido un camino duro y en constante desplazamiento. En su camino a Madrid, ya llegó sin cabeza por los bruscos movimientos del viaje, motivo por el que Ludovico Turqui descontó a Domingo Nuñez, carretero que transportó la estatua, 100 reales en concepto de reparación. Mal entrada tuvo nuestra estatua a su llegada a la Villa, aunque eso no era nada para lo que le esperaba. En 1838 se desplaza a una fuente mucho más modesta en la plaza de las Descalzas Reales, hasta que en 1892 es sustituida por un monumento al fundador del Monte de Piedad, Pedro Piquer. Es llevada a un almacén de la Villa donde permanecería varios años encerrada hasta que se decide en 1912 ubicarla en los jardines del Parque del Retiro. Allí estuvo hasta los años setenta en que se la volvió a trasladar al Paseo de Recoletos entre dos columnas. Allí fue donde yo la conocí, solitaria, escondida y desamparada.

Entre esas columnas se encontraba la Mariblanca en el Paseo de Recoletos antes del brutal ataque



Cuanta gente pasó a su lado sin fijarse en su blanco mármol. Nadie se imaginaba lo que el destino le tenía preparado a nuestra Venus. Una noche el vandalismo se cebó con ella y amaneció al día siguiente destrozada en varios trozos. Nuestra diosa fue ultrajada y despedazada sin remordimiento alguno, acabando esparcida por el suelo junto a las cadenas que la mutilaron. La estatua fue restaurada y guardada para siempre en una sala del Ayuntamiento. En 1985 salió a la calle de nuevo camino de la Puerta del Sol (aunque en esta ocasión la que se instaló allí era una réplica) e instalada junto a una parada de autobús, el mismo sitio que ocupara la original cientos de años atrás. Tiempo más tarde, para preservarla de los humos y la contaminación, es llevada al Museo Municipal de Madrid en donde volvió a estar oculta de los ojos de los madrileños durante un tiempo. Pero mientras, algunos dicen que la verdadera Mariblanca es otra figura que se encuentra en el Museo de Madrid en la calle Principe de Vergara y otros que la verdadera sigue en el Ayuntamiento. Yo os digo desde aquí, que la auténtica sigue en la Casa de la Villa desde que se restauró por la barbarie de aquella noche brutal. No obstante, la Mariblanca ha vuelto a salir de nuevo a la calle de Madrid y desde Septiembre se encuentra de nuevo en la Puerta del Sol, en esta ocasión, en donde comienza la calle Arenal. Por lo que si contamos bien, tenemos tres estatuas y no sabemos cual de ellas es la auténtica. Lo que si os puedo contar es que la que ahora está expuesta en la calle, es de piedra caliza y es la que estuvo en Sol esperando un autobús que no nunca llegó. Si pusiéramos a las tres juntas, estoy seguro que casi cuatrocientos años después, sabríamos enseguida cual es la auténtica. Ante nuestros ojos, sin duda... el blanco le delataría.


4 comentarios:

José R. González dijo...

Hasta dónde llega la barbarie, destrozar una obra de arte tan hermosa... En fin, prefiero callarme los comentarios que me han venido a la mente.

Gracias por acercanos la historia de esta bella escultura :) un abrazo

Ra dijo...

Qué bonita era la Mariblanca... Y qué penita...
Me ha gustado mucho tu forma de escribir y tu blog en general, voy a aprender muchas cosas sobre la capital, ciudad en la que nació mi señor padre :)
Un saludo desde el norte.

Anónimo dijo...

La mariblanca es una venus guapisima,y yo creo que ha sido un acierto ponerla donde siempre tuvo que estar...Madrid está precioso...gracias Esperanza...gracias Gallardón...una madrileña que vive en Alicante

olgamariaramos dijo...

Me ha parecido muy descriptimo y conmovedor su relato sobre la Mariblanca. Creo que le gustará saber que mi madre Olga Ramos tenía en su repertorio una mazurca del maestro Lezaga y Francisco de la Vega titulada La Mariblanca cuyo enlace en youtube es: https://www.youtube.com/watch?v=_Go1UFLbe1o
Espero que le agrade

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