miércoles, 4 de agosto de 2010

Beatriz Galindo "La Latina"


Hace 475 años que moría Beatriz Galindo en Madrid. Apodada "La Latina" por ser la maestra de latín de Isabel la Católica y de sus hijos.
Beatriz Galindo fue una escritora y humanista, nació en Salamanca y fue una de las mujeres más cultas de su época, habiendo estudiado también teología y medicina. Estudió en la Universidad de Salamanca y enseguida mostró grandes dotes para el latín, no solo traduciendo y leyendo textos clásicos, sino que a los quince años era capaz de hablar perfectamente el latín. Su fama se fue corriendo por todo Salamanca y después por todo el reino, con le que pronto fue llamada a la Corte por la reina Isabel. Llegó a ser algo más que una simple profesora o preceptora, ya que la reina tenía muy en cuenta sus consejos. Madrid fue desde entonces el lugar de su residencia, fundando un convento y hospital en la calle Toledo con su marido, don Francisco Ramírez de Madrid "El Artillero", que murió en una acción de guerra dejando a Beatriz viuda a los veintiséis años de edad. Beatriz siguió al servicio de la reina hasta la muerte de ésta, en 1504.
Comenzó entonces la fundación del convento de la Concepción Jerónima, donde se retiró hasta el fin de sus días. En ese convento murió el 23 de noviembre de 1534 y allí fue enterrada, aunque no en el rico sepulcro plateresco que, gemelo al construido por su esposo se había preparado, sino en el coro del convento. Los bellos sepulcros con sus cuerpos yacentes en piedra, los vi en un par de ocasiones cuando estaban en el hall de la Hemeroteca Municipal en la Casa de Lujanes y eran una preciosidad. El último traslado de sus cenizas fue al convento de El Goloso, mientras que esos dos bellos sepulcros que nunca contuvieron ningún cuerpo, creo que se encuentran en el Museo Municipal, cosas que os aseguraré cuando vaya próximamente, ya que quiero hacer unas fotos a la maqueta de Gil de Palacios para un artículo en el blog. La portada gótica del hospital de La Latina se llevó a la Escuela de Arquitectura.
Madrid cuenta en la actualidad con bastantes cosas que recuerdan a la humanista. Un barrio entero donde se encuentra la zona de los Austrias más encantadora de la ciudad, una boca de metro, un teatro y todo un recuerdo para una de las mejores profesoras de latín que tuvo esta ciudad.

Fotografías de Salvador Amaya





Monumento a Beatriz Galindo en Navalcarnero. Esta preciosa escultura fue realizada por el artista madrileño Salvador Amaya en el 2006

martes, 3 de agosto de 2010

El Oso y el Madroño



La estatua es obra del escultor Antonio Navarro Santafé (1906-1983) y se inauguró en 1967. Fue promovida por la sección de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, que quiso representar monumentalmente los principales símbolos heráldicos de la ciudad.

La primera aparición de un oso rampante y de un madroño frutado en el escudo de la villa se sitúa en el siglo XIII. Con anterioridad, las armas incorporaban únicamente a un oso en actitud pasante, sustituido a partir del citado siglo por las dos actuales figuras.
Con este cambio se quiso simbolizar la resolución adoptada por el municipio y el Cabildo de Curas y Beneficiarios, tras un largo litigio por el control de los pastos y árboles de las tierras madrileñas. Según este acuerdo, los primeros pasaron a ser propiedad del Cabildo y los segundos del concejo. De ahí que se modificasen las armas, con la inclusión de un madroño y de una nueva postura para el oso, erguiéndose sobre el árbol.
La escultura siempre ha estado en la Puerta del Sol, aunque con dos ubicaciones diferentes dentro de la plaza. Hasta 1986 estuvo situada en el lado occidental de la misma, en las inmediaciones del edificio que se levanta entre la calle de Alcalá y la Carrera de san Jerónimo. En ese año fue trasladada al inicio de la calle del Carmen, en el contexto de las obras de reforma y remodelación de la plaza impulsadas por el alcalde Enrique Tierno Galván. En septiembre de 2009, con la renovación integral de la plaza promovida por Alberto Ruiz-Gallardón, ha vuelto a su emplazamiento original. Ahora será un lío cuando la gente quede en él, ya que el oso y el madroño ha servido como sitio donde citarse a generaciones enteras.

La estatua del oso y del madroño está realizada en piedra y bronce. Pesa aproximadamente 20 toneladas y mide 4 m de altura. Descansa sobre un pedestal cúbico escalonado, hecho en granito.

Representa de forma realista las armas heráldicas de Madrid, con el madroño superando en altura al oso y éste apoyando sus manos sobre el tronco y dirigiendo sus fauces hacia uno de los frutos.

Textos: wikipedia
Fotos: Bélok


El Oso y el Madroño en la Puerta del Sol, al comienzo de la calle de Alcalá, su nueva ubicación

lunes, 2 de agosto de 2010

La Mariblanca

Estaba allí entre dos columnas abandonada a su suerte en un pequeño estanque con cascaditas que hay en el Paseo de Recoletos. Estaba sola, sin ninguna estatua más que le hiciera compañía. Cuantas veces pasé a su lado sin preguntarme quién era ni que hacía allí, hasta que un día un amigo nos presentó y me contó su historia. Ya han pasado muchos años desde que conocí a la Mariblanca en aquél paseo y una noche desapareció sin más.

La estatua llegó de Italia de las manos del escultor Florentino Ludovico Turqui, allá por el año 1625 y destinada a coronar la fuente que había delante de la iglesia del Buen Suceso en lo que hoy es la confluencia de la calle Alcalá y la Carrera de San Jerónimo en la puerta del Sol. La fuente se llamaba "Fuente de la Fe" y era una obra monumental con un montón de caños. La estatua representa a Venus o a Diana (nadie se pone de acuerdo), pero de todas formas, siempre se le llamó Mariblanca por lo blanco que es el mármol del que está construida. Cuantas cosas vería nuestra diosa desde las alturas, allí permaneció durante más de dos siglos viendo la vida pasar a sus pies.
La vida de nuestra Venus ha sido un camino duro y en constante desplazamiento. En su camino a Madrid, ya llegó sin cabeza por los bruscos movimientos del viaje, motivo por el que Ludovico Turqui descontó a Domingo Nuñez, carretero que transportó la estatua, 100 reales en concepto de reparación. Mal entrada tuvo nuestra estatua a su llegada a la Villa, aunque eso no era nada para lo que le esperaba. En 1838 se desplaza a una fuente mucho más modesta en la plaza de las Descalzas Reales, hasta que en 1892 es sustituida por un monumento al fundador del Monte de Piedad, Pedro Piquer. Es llevada a un almacén de la Villa donde permanecería varios años encerrada hasta que se decide en 1912 ubicarla en los jardines del Parque del Retiro. Allí estuvo hasta los años setenta en que se la volvió a trasladar al Paseo de Recoletos entre dos columnas. Allí fue donde yo la conocí, solitaria, escondida y desamparada.

Entre esas columnas se encontraba la Mariblanca en el Paseo de Recoletos antes del brutal ataque



Cuanta gente pasó a su lado sin fijarse en su blanco mármol. Nadie se imaginaba lo que el destino le tenía preparado a nuestra Venus. Una noche el vandalismo se cebó con ella y amaneció al día siguiente destrozada en varios trozos. Nuestra diosa fue ultrajada y despedazada sin remordimiento alguno, acabando esparcida por el suelo junto a las cadenas que la mutilaron. La estatua fue restaurada y guardada para siempre en una sala del Ayuntamiento. En 1985 salió a la calle de nuevo camino de la Puerta del Sol (aunque en esta ocasión la que se instaló allí era una réplica) e instalada junto a una parada de autobús, el mismo sitio que ocupara la original cientos de años atrás. Tiempo más tarde, para preservarla de los humos y la contaminación, es llevada al Museo Municipal de Madrid en donde volvió a estar oculta de los ojos de los madrileños durante un tiempo. Pero mientras, algunos dicen que la verdadera Mariblanca es otra figura que se encuentra en el Museo de Madrid en la calle Principe de Vergara y otros que la verdadera sigue en el Ayuntamiento. Yo os digo desde aquí, que la auténtica sigue en la Casa de la Villa desde que se restauró por la barbarie de aquella noche brutal. No obstante, la Mariblanca ha vuelto a salir de nuevo a la calle de Madrid y desde Septiembre se encuentra de nuevo en la Puerta del Sol, en esta ocasión, en donde comienza la calle Arenal. Por lo que si contamos bien, tenemos tres estatuas y no sabemos cual de ellas es la auténtica. Lo que si os puedo contar es que la que ahora está expuesta en la calle, es de piedra caliza y es la que estuvo en Sol esperando un autobús que no nunca llegó. Si pusiéramos a las tres juntas, estoy seguro que casi cuatrocientos años después, sabríamos enseguida cual es la auténtica. Ante nuestros ojos, sin duda... el blanco le delataría.


domingo, 25 de julio de 2010

Iglesia de Santiago y San Juan Bautista



La iglesia de Santiago es la gran olvidada de todas sus hermanas de la zona. Es una de las iglesias más primitivas de Madrid, ya nombrada en el Fuero de 1202.
La iglesia de Santiago, en la plaza del mismo nombre, se encontraba muy cerca de la Parroquia de San Juan Bautista, en lo que hoy es la Plaza de Ramales, de antigüedad similar a la de Santiago y en la que fue enterrado Diego Velázquez. Las dos fueron derribadas por José Bonaparte en su afán de derribar y derribar para hacer plazas, en esta ocasión para construir la Plaza de Oriente.
La iglesia de Santiago ya aparece en un documento de 1257, mientras que la de San Juan Bautista se sabe que fue fundada por un emperador romano y consagrada por el obispo de Silves en 1224. Las dos iglesias tenían altas torres con chapitel, encontrándose muy cerca una de la otra y las dos corrieron la misma suerte en época de José Bonaparte. Pero fue la de Santiago la que se reconstruyó, no quedando absolutamente nada de la de San Juan. En la primitiva de Santiago, hacían sus celebraciones los Caballeros de la Orden de Santiago y bajo su suelo estuvieron enterrados los nobles y grandes Caballeros de la época, como los Losada y los Rivadeneira, dos familias nobiliarias del Madrid de antaño. Felipe II tenía gran devoción por la imagen de la Virgen de la Esperanza que se veneraba en la iglesia y que en varias ocasiones trasladó al Alcázar, para curar enfermedades de sus hijos.
Esta imagen fue encontrada después por un cura en la capilla de los Losada muy mal cuidada y después de repararla se puso en la capilla de los Rivadeneira. Más tarde se colocó en el altar mayor.





Entre 1811 y 1814 en su lugar, se volvió a construir esta iglesia de Santiago y San Juan Bautista, bajo el proyecto del arquitecto Juan Antonio Cuervo, ayudante de Ventura Rodríguez y seguidor del estilo de Juan de Villanueva. El diseño de esta iglesia nunca me ha convencido, además de parecer cualquier cosa menos un edificio religioso. Dentro del estilo neoclásico, donde podemos ver frontones, capiteles y columnas, aquí, parece que brillan por su ausencia. Eso sí, tiene un diminuto jardín en su entrada con cipreses y escalinata.





Lástima que el resto del exterior del edifico no merezca más comentarios que su plana fachada. Sin embargo, el entorno donde se encuentra ubicada, me parece precioso, muy cercano a Palacio y en una plazuela llamada de Santiago, en pleno corazón del Madrid de los Austrias. En la bóveda de esta iglesia estuvo la capilla ardiente de Mariano José de Larra (Fígaro), después de que un disparo que ocasionó él mismo, acabara con su vida en la calle cercana de Santa Clara, y de aquí salió el entierro del escritor, siendo la primera vez que la autoridad eclesiástica daba sepultura en lugar sagrado a un suicida.





Altorrelieve de Santiago Matamoros en la portada




La fachada realizada en granito y ladrillo, se estructura en tres calles y en los laterales podemos observar como fueron proyectados para soportar torres que no llegaron a levantarse. En la calle central se encuentra la portada entre cuatro pilastras toscanas. La portada es adintelada con una cornisa sobre ella que se soporta por grandes ménsulas. Sobre ella, un altorrelieve de Santiago Matamoros. En la parte superior, cuatro pilastras sujetan una cornisa y un frontón curvo partido que está rematado en cruz. En el centro, se instala una ventana de arco rebajado con una vidriera con las cruces de Malta y San Juan.

ventana de arco rebajado con una vidriera con las cruces de Malta y San Juan



Las calles laterales de la fachada que flanquean la puerta, constan de ventanas adinteladas con rejas, sobre las que aparecen lunetos con la cruz de Santiago. En la parte superior del edificio, se alza la torre con las campanas, de planta cuadrada, sujetada por pilares de madera. Al lado, se alza la cúpula sin tambor y que se cubre con una cubierta metálica, con una linterna de doce caras con vidrieras de cristal, rematada por un chapitel con bola y cruz forjada.

torre con las campanas, sujetada por pilares de madera






La nueva iglesia es de planta de cruz griega, con cúpula en el crucero y la capilla mayor con forma semicircular en el presbiterio, donde destaca el lienzo de Santiago Matamoros, obra maestra pintada por Francisco Ricci y que procede del antiguo templo del mismo nombre. La cúpula está sobre pechinas, mientras que un deambulatorio incompleto se abre paso a los pies, donde se instala un coro alto sobre la entrada, que contiene un órgano del siglo XVIII.



Interior de la iglesia


















El presbiterio acoge un gran retablo de corte neoclásico y con columnas toscanas. En los intercolumnios figuran cuatro esculturas en mármol blanco, que producen un gran efecto decorativo con el fondo. Ellas representan a los cuatro Padres de la Iglesia Latina: Agustín, Jerónimo, Gregorio y Ambrosio. En el centro del retablo, procedente de la antigua iglesia de Santiago, el gran lienzo de Santiago Matamoros, una de las mejores obras de Francisco Ricci, restaurando en 1872 por Gato Lema y restaurado también hace unos años. Sobre el altar y por delante del lienzo, un soberbio tabernáculo de mármol blanco entre candelabros de bronce.



Altar mayor en el presbiterio con el retablo de orden neoclásico





Lienzo de Santiago Matamoros, obra de Francisco Ricci



En la zona derecha del presbiterio hay una hornacina enmarcada por columnas corintias acanaladas y coronada por un frontón, que aloja una escultura de Nuestra Señora de la Candelaria. Bajo ésta se halla una lápida conmemorativa al bautismo de la beata Mariana de Jesús, hija del barrio, y el mártir Pedro Torres Miranda.




Altar neoclásico con columnas jónicas, culminado por un resplandor con el escudo de la Orden Carmelita, que aloja una magnífica Virgen del Carmen, de la escuela castellana del siglo XVIII.








Retablo de la Beata Mariana de Jesús, de estilo neoclásico con columnas jónicas, que cobija la escultura policromada de la titular, obra de Julián San Martín. La escultura tiene un gran efecto real, gracias a las mascarillas funerarias que hizo Vicente Carducho. Su rostro extraño y aparentemente deforme, fue real y afectado por una parálisis. Se cuenta que estas deformidades las aumentaba ella misma con las continuas penitencias y laceraciones. En cierta ocasión llegó incluso a autolesionarse, a través de una incisión profunda que partía de la comisura del labio y recorría la mejilla. Fue declarada beata por Clemente XII el 9 de agosto de 1761. El cuerpo incorrupto se encuentra en la iglesia del convento de las Mercedarias de Don Juan de Alarcón.
A ambos lados hay dos imágenes de Santa Ana y San Ramón Nonato del siglo XIX y sobre la mesa del altar, una efigie sedente de Nuestra Señora de la Vida, de factura renacentista, realizada por José Bellver.

Beata Mariana de Jesús, escultura policromada de Julián San Martín



Altar neoclásico con columnas corintias y frontón curvo con escudo, que preside una bella escultura de Nuestra Señora de la Salud, imagen de vestir del siglo XVIII, con un fondo de pinturas con ángeles.




Hornacina con la Virgen de la Fuencisla, patrona de Segovia, obra de Salvador Páramo, escultura que ostenta el bastón de mando del general Varela.





En el interior de los machones del crucero están situados cuatro altares con hornacinas, que están coronadas por cuatro lienzos: La Aparición de la Virgen a San Julián, obra de Maella. San Norberto aplastando un hereje, obra de Francisco Bayeu. El Tránsito de San Julián, obra de Bayeu y San Fernando recibiendo las llaves de Sevilla, obra de la escuela madrileña del siglo XVIII.








No olvidemos el lienzo de Carreño, El Bautismo de Cristo, que procede de la antigua iglesia de San Juan Bautista, con una gran influencia de Tiziano en las figuras de Cristo y el Bautista y la de Van Dyck en los ángeles que sostienes las vestiduras de Jesús.


Cristo crucificado, obra del siglo XIX






El relieve de la puerta está muy deteriorado, la cúpula actualmente está en muy mal estado y los frescos desconchados. Esta iglesia necesita una reforma urgentemente.





Aprovecho para pedir desde aquí a quien corresponda, que se acometan obras inmediatamente, ya que el edificio está pidiendo a gritos una restauración urgente.