En el año 1862, el Ministerio de Fomento decide la construcción de un edificio para albergar la Escuela de Ingenieros. En 1883, se acordó construirlo para la especialidad de Minas. Así, se encarga el proyecto a Ricardo Velázquez Bosco, arquitecto de obra oficial y cuya producción define en gran parte la estética del Madrid del último tercio del siglo XIX. El diseño del edificio, como construcción exenta con fachadas de gran sentido escenográfico y funcional, se debe a la ubicación que iba a tener en un primer momento, el parque del Retiro, que permitía una amplia perspectiva de contemplación. Además, se convertiría en un hito arquitectónico por su situación en un privilegiado entorno natural estando, así mismo, en la línea de otros encargos, como el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal, pero la presión edificatoria hizo que su ubicación finalmente fuese en la calle Ríos Rosas (la Escuela de Minas, se encuentra en la calle Ríos Rosas nº 21 de Madrid). Su construcción se concluyó en agosto de 1893.
La arquitectura de Velázquez Bosco se enmarca dentro de la corriente ecléctica propia de fines del XIX que da lugar en Madrid a la coexistencia de diversos estilos como la neoárabe, neomudéjar, neogótico o clasicismo libre. Arquitecto de gran formación histórica, primer restaurador de Medina Azahara, la mezquita de Córdoba o catedrales como la de
León o
Burgos y pese a su gran conocimiento sobre este tipo de arquitecturas, se mantendrá alejado de estas reminiscencias en sus obras, produciendo un estilo característico de raíz clásica con aportes personales de origen oriental que siguen postulados de la forma académica de Durand o de arquitectos franceses como Labrouste y Garnier.
vista del edificio antes de construirse las cúpulas de los torreones
Desde el punto de vista ornamental, es uno de los mejores testimonios de las artes aplicadas, que tanto florecieron en España en esa época: forja, vidrio, madera, estuco, cerámica, entelados, alfombras… Todas las artesanías de la época se dan cita en este notable edificio, que conserva el sabor clásico de un tiempo ya pasado, combinado con la racionalidad que permite su perfecto aprovechamiento.
El edificio de la Escuela de Minas es concebido como una pieza exenta de 48x35m en sus fachadas lateral y principal, con una disposición de amplias crujías de carga que envuelven el espacio central diseñado como patio cubierto. Cada fachada presenta un tratamiento singular con la variedad de materiales y colores que expresa la disposición y función del interior. En la planta baja se unifica el tratamiento mientras que en la principal se singulariza cada fachada. La planta de ingreso presenta un pórtico adintelado y resaltado sobre el fondo.
vista de la fachada principal
Los laterales exhiben paños cerámicos de azulejos de Daniel Zuloaga, cegando los espacios destinados a museo y biblioteca. El arquitecto Velázquez era un partidario decidido del uso de la cerámica española en la decoración de sus edificios, e hizo amplio uso de ella (palacio de exposiciones de El Retiro, palacio de Cristal, Ministerio de Agricultura… ), contratando a los más prestigiosos ceramistas, como es el caso de la familia Zuloaga en el edificio que nos ocupa.
Las grandes composiciones cerámicas de las fachadas, obras de Zuloaga, son alegóricas, con arreglo a los cartones del pintor Manuel Domínguez, la de oriente, y al escultor Vicente Oms, la occidental. La que se ve desde la calle Alenza representa los distintos métodos de extracción de minerales, las aguas minerales y sus aplicaciones, la metalurgia, la paleontología y la fabricación de máquinas. En la composición oriental, menos conocida por quedar un tanto oculta por el edificio del Instituto Geológico y Minero de España, se representan las ciencias físicas, químicas y naturales, entre las que destaca la mineralogía, con algunas figuras destacadas, como las de Fausto de Elhúyar y la de López Saavedra. En la parte derecha se representa el transporte de minerales.
Su iluminación es cenital soportando el tragaluz un artesonado a base de ménsulas de hierro fundido y correas de hierro laminado de Bilbao y Bélgica. La fachada norte se descarna de la materia rústica del basamento formando una cristalera entre columnas jónicas de fundición que ilumina la Cátedra de Dibujo. La planta baja se forma sobre un basamento de dos hiladas de sillares de granito, formando almohadillados de fábrica de ladrillo blanco con huecos de proporción vertical. La planta primera queda resaltada por una imposta de piedra caliza de Colmenar, que separa las distintas composiciones antes señaladas. La fachada principal presenta fábrica de ladrillos de color rojo entre ventanas en arco y pilastras, decoradas con motivos cerámicos de arista y cuerda seca para las enjutas de los arcos. La cornisa de remate conforma frontones sobre los huecos de los pabellones.
La imagen más característica del edificio, en su aspecto exterior, es la de los cuatro torreones que lo flanquean en las esquinas, y que cubren los pabellones en los que se cruzan las crujías. Interiormente, cada torreón tiene dos pisos por encima de los que constituyen el cuerpo de edificio y que se elevan sobre los pabellones de cruce, están cubiertos por pizarra con remate a cuatro aguas de zinc, todo ello con estructura metálica curvado de hierro laminado formando bóvedas esquifadas. En cada uno de ellos se encuentra una amplia sala cuadrada, con balcones a los cuatro puntos cardinales.
El aspecto general exterior del edificio es sólido y armonioso, con predominio del estilo renacentista. Los materiales más comúnmente usados son granito en el basamento, caliza (piedra de La Romana y de Novelda) en las columnas y en muchos adornos exteriores, y ladrillo blanco en los cuerpos de fachada. Muy importantes son las figuras alegóricas, que son variadas y abundantes: hay numerosas estatuas de mineros con herramientas, y flanqueando las ventanas de los torreones esfinges, como representantes del conocimiento, y grifos alados, guardianes de los tesoros de la tierra, según la mitología clásica. Estas estatuas son de Barrón y Vallcells. A ambos lados de la puerta principal pueden verse dos estatuas de bronce sobre pedestales de granito. Representan a los ingenieros de minas y directores de la Escuela Guillermo Schulz y Luis de la Escosura. Ambas fueron realizadas en 1925 por el prestigioso escultor roncalés Fructuoso Orduna Lafuente.
Fuente: El Museo Histórico Minero Don Felipe de Borbón y Grecia (Benjamín Calvo Pérez)
Fotos: Urbanity y Bélok