jueves, 20 de enero de 2011

Fuente de la Fama




La Fuente de la Fama es una obra de Pedro de Ribera en estilo churrigueresco construida en el segundo tercio del siglo XVIII. Fue un encargo de Felipe V para adornar la Villa y mejorar los suministros de agua y hay que contar como anécdota que en el momento de su inauguración, se instaló un letrero a petición popular que decía: Deo volente, rege survente et populo contribuiente, se hizo esta fuente (Dios lo quiso, el rey lo mandó y el pueblo lo pagó). Esto fue debido a que se financió con una subida de impuestos.

La fuente fue colocada en la plaza de Antón Martín, después estuvo en el Parque del Oeste y en 1941 quedó en su emplazamiento actual, los jardines del Arquitecto Ribera (Plaza de Barceló) y justo detrás del antiguo Hospicio de San Fernando, también obra de Pedro de Ribera.

La fuente en su ubicación original de la plaza de Antón Martín
Fuente de esta foto: Urbanity



La fuente cuando estaba en el Parque del Oeste
fuente de esta foto: R. Pando



La fuente en su ubicación actual en los Jardines del Arquitecto Ribera







La fuente está construida en piedra berroqueña y los grupos escultóricos en piedra caliza de Colmenar de Oreja. La fuente consiste en un pilón en forma de trébol de cuatro hojas que contiene una estructura de piedra que en su parte inferior tiene cuatro delfines mitológicos sobre unos pequeños pedestales o bases que tienen un arco por el que circula el agua. La pilastra sigue ornamentada con hornacinas con floreros y escudos, y las esculturas de cuatro niños que sujetan cada uno una concha invertida.







Remata la fuente una Victoria alada que blande una trompeta. Esta figura muestra un insinuante movimiento, simbolizando que, a pesar del triunfo (ejemplificado por la trompeta), la fama no perdura.






Aunque he conocido durante toda mi vida la fuente en ese lugar, a mí no me convence el sitio elegido y la verdad es que me gustarían otros lugares de la ciudad para su ubicación. Cuantas veces habré trepado por ella cuando era pequeño...
Las fotos son actuales y reflejan el estado en que se encuentran sus alrededores. Imagino que una vez que acaben las obras de la zona, la fuente lucirá de otra manera. En ese momento, cuando los delfines vuelvan a expulsar sus chorros de agua y esté lleno el pilón, actualizaré las fotografías.

martes, 18 de enero de 2011

Monumento a Sor Juana Inés de la Cruz



En los jardines en la calle de Ferraz muy cerca del Templo de Debod, se encuentra desde 1981 el monumento a Sor Juana Inés de la Cruz, obra del escultor cántabro Enrique Fernández Criach, escultor que reside en México y que recibió el encargo de un grupo de mexicanos residentes en Madrid para la realización de este monumento que rinde homenaje a la escritora y dramaturga. El bronce fue fundido en Madrid por el escultor y fundidor José Luis Fernández.




Esta estatua es una réplica de la que tiene en la ciudad de México D.F. y fue donada por el Claustro Sor Juana Inés de la Cruz. Se encuentra en los jardines de la calle Ferraz colindantes al Parque del Oeste y consiste en una estatua de bronce que representa a la mística y poetisa vestida con los hábitos y un rosario, sentada en una silla y en posición de escribir. La estatua se encuentra sobre un pedestal de granito.





La estatua está aquí desde 1995, ya que antes se ubicaba frente a la Rosaleda en el mismo parque del Oeste. Viendo la expresión y el modelado nos daremos cuenta que tiene poco valor artístico y que más parece que lleva una máscara de carnaval que un rostro humano. La estatua se encuentra entre unos setos de un sitio tranquilo del parque que tampoco ayuda a su lucimiento.

viernes, 14 de enero de 2011

La sombra blanca del faraón



Era una noche cerrada del 21 de diciembre del año 2009, justo la noche que tanto nevó en la ciudad de Madrid. Yo sabía que nevaría esa noche, pues todos los medios de comunicación lo habían avanzado ya. Alerta en Madrid por bajas temperaturas, alerta por nevadas de 12 centímetros, todas las máquinas quitanieves preparadas y activado el nivel 1 de emergencia en la capital. Era la noche idea para salir con mi cámara a captar la nevada. En ningún momento pensé a donde ir, no se me había ocurrido el lugar donde acudir, pensé que cualquier lugar que tuviera árboles y césped, un parque quizás, pero cual?, el Retiro lo cierran de noche y a la Casa de Campo no se me ocurre ir a esas horas. Sin saber motivo alguno, cuando me quise dar cuenta, había llegado al Parque del Oeste y estaba frente al Templo de Debod. No era muy tarde y andaba alguna que otra pareja y algún que otro corredor nocturno.
Miraba hacia el cielo y estaba perfecto, gris blanquecino y totalmente cubierto, pero no caía nada. Me dispuse a pasear un rato. A pesar de llevar gorro, guantes y una bufanda, se me estaban congelando las orejas y la nariz. Así que me tapé bien con el gorro las orejas y subí mi bufanda hasta los ojos. Cada vez anochecía más y volvía a tener frío en la nariz, ya al fumarme un cigarrillo volví a dejar la bufanda a la altura del cuello. De pronto me paré frente al Templo, he estado tantas veces que no me había dado cuenta, estaba precioso. Su silueta se reflejaba en el agua del estanque y los focos que le ilumina perfilaba su estructura perfecta en el telón oscuro de la noche. Cogí mi cámara y me agaché junto al borde del estanque, ajusté mi cámara y le hice una foto que es la que he puesto siempre que hablo de él. Estuve así durante algunos minutos, enfocaba, ajustaba y disparaba. En ese instante me di cuenta que ya no tenía frío, estaba ardiendo y me sobraba el gorro y la bufanda, tampoco me di cuenta que ya estaban cayendo copos lentamente y estaba bajo una cortina de nieve que caía pausadamente a mi alrededor. Me da mucha rabia la nieve cuando se te mete por el cuello y me dispuse a ponerme bien la bufanda y extender la capucha de mi cazadora por encima del gorro que llevaba. Me dio miedo que se mojara el objetivo de la cámara y me puse a taparla y guardarla. Una vez hecho todo esto, me quedé de pie mirando a mi alrededor, estaba solo, no había ni un alma, ninguna pareja, nadie con su perro, nadie corriendo. Me he quedado solo, pensé. No me extraña, con esta nevada se ha ido todo el mundo y yo voy a cogerme una pulmonía. Algo me hizo mirar al Templo de nuevo y algo me extrañó... Que raro... no había vigilante alguno en la puerta. Otras veces que he estado haciendo fotos, luego he tenido que utilizar el photoshop para quitar la figura del vigilante de la puerta. Me quedé mirando fijamente porque noté algo raro. Una especie de humo blanquecino salía de la puerta muy lentamente, un humo que parecía que pesara, ya que iba hacia el suelo y parecía arrastrarse hacia adelante poco a poco. Que pasará, me pregunté. Se estará quemando algo dentro?, y si el vigilante está en apuros y por eso no está, o lo que es peor, y si no hay nadie y se quema el Templo?, no, no puede ser, es de piedra y no hay olor a quemado. El humo continuaba avanzando hacia las dos puertas que complementan el monumento, es como si siguiera un camino, sin elevarse hacia el cielo, a ras del suelo. Estaba petrificado, me dí cuenta que llevaba un rato parado si dar ni un paso y me moría de calor. Volví a mirar a mi alrededor, no sabía que hacer, cuando de pronto... volví a fijar la mirada en el templo y todo el centro del estanque se había convertido en una especie de manto de humo que andaba desde el Templo atravesando las dos puertas egipcias. No podía andar, me había quedado como clavado en el suelo. El humo empezaba a avanzar en mi dirección. Saqué la cámara de nuevo y saqué una fotografía, pero según la hice y miré a la pantalla, solo se veía el Templo como siempre, ni rastro de humo. En ese momento se apagaron las luces del templo y todo quedó a oscuras. Utilicé mi cámara de nuevo, esta vez con flash, pero salía todo negro. En ese momento nevaba mucho, y a pesar de tener calor, tenía las manos congeladas y me dispuse a guardar la cámara y salir pitando de allí, pero antes quería hacer más fotos y saqué la cámara otra vez. Disparaba y disparaba, ya ni enfocaba, aunque luego cuando saqué la tarjeta en mi casa no había salido ninguna foto. Solo una, la que saqué con flash antes de que se apagaran las luces y cuando el humo andaba tímidamente entre las puertas.





Una vez más miré hacia atrás, pero no veía nada. Así que seguí mi camino con pasos firmes pero lentos. Fue entonces cuando oí aquél ruido, como cuando arrastras un hierro por el asfalto, no sé, algo metálico y seco, y entonces sucedió lo único que me asustó. Mi nombre, alguien pronunció mi nombre y sonó en todo el parque.
!Bélok!, una voz grave estaba diciendo mi nombre. Me dí media vuelta de nuevo y me quedé horrorizado, el Templo estaba de nuevo iluminado, pero no con la luz habitual de los focos, no, era un color que provenía del humo, todo se había vuelto gris, como cuando te metes en un banco de niebla, pero con mucha luz. Ahora no veía nada a mi alrededor, solo veía el Templo, lo demás era todo gris y oscuro, muy oscuro. Me moría de miedo, pensaba que estaba soñando y que me despertaría en cualquier momento y sabía también que nadie me creería si contaba lo que estaba viendo. Entonces le vi, caminaba hacia mí desde el medio del estanque. Llevaba un traje azul con rayas doradas, algo que le cubría la cabeza y una especie de bastón en la mano. Estaba aterrado, no se hundía en el agua, era como si levitara o caminara sobre ella. Medía más de dos metros y la luz que le rodeaba era dorada y deslumbrante. Volvió a decir mi nombre, pero esta vez mi nombre de pila, mi nombre verdadero. Yo no sabía que hacer ni que decir. Estaba a menos de cinco metros de mí y avanzaba muy despacio. Según se acercaba, yo daba un paso hacia atrás. Me daba miedo, no veía nada más que oscuridad detrás de mí y no sabía que podía pisar, pero tampoco apartaba mi mirada de él. Una vez que le tuve junto a mí, levantó su mano y me la puso en el hombro. Llevaba un enorme anillo del que todavía siento su frialdad sobre mi cuello. Entonces me habló, con voz grave y rotunda...
-¿No te han dicho que aquí no se puede hacer fotos?
Coño!!, Hay acaso algún papiro en la entrada que diga que está prohibido hacer fotos?. ¿Es que la restauración de tu casa no la hemos pagado entre todos?, ¿es que la luz que ilumina tu templo no hay que pagarla?.
Desde entonces sé que la prohibición de hacer fotos a los templos, viene de la época de los egipcios.

miércoles, 12 de enero de 2011

Iglesia de la Buena Dicha




La Iglesia de Nuestra Señora de la Buena Dicha, se edificó en el solar del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Concepción y Buena Dicha, fundado en 1594 por el padre Fray Sebastián de Villoslada, primer abad del monasterio de San Martín. Este hospital servía para dar cama a doce enfermos pobres de la parroquia de San Martín. Durante el levantamiento del 2 de mayo de 1808, el hospital atendió a muchos de los heridos y enterró a varias de las víctimas en su cementerio, que se encontraba pegado al hospital. Los cuerpos fueron trasladados al cementerio de la Florida cuando se derribó el Hospital y el cementerio de la Buena Dicha. Entre los nombres que estuvieron enterrados en la Buena Dicha, podemos destacar a Manuela Malasaña y Clara del Rey.

La iglesia actual es obra de Francisco García Nava, que comenzó la obra en 1916 bajo el patronazgo de los Marqueses de Hinojares, los cuales se encuentran sepultados en el presbiterio de este templo. Podemos encontrar en todo el edificio una variedad de estilos. Si nos fijamos en el pórtico de entrada, observaremos una influencia claramente románica, en el interior los arcos ojivales nos ofrece un neo-gótico que inunda todo el templo, que se junta con un estilo árabe en los arcos polilobulados. En la fachada si observamos las dos torres, detectamos un neo-mudéjar en su construcción de ladrillo. En la fachada que da a la calle de los Libreros, el estilo se convierte en neo-nazarí. Pero todo este batido de estilos, vienen a reflejar el auténtico estilo de este templo y que empezamos a notarlo observando la vidriera del gran ventanal de la fachada de la calle Silva, el modernismo.




Así pues, la iglesia de la Buena Dicha, es un claro exponente sobre el modernismo en Madrid, de hecho, García Nava fue el arquitecto que hizo la primera reforma al Palacio de Longoria en 1912, y además construyó el edificio que está justo al lado de la iglesia que nos ocupa y que él mismo diseñó para que no desentonara con el edificio de la Buena Dicha.

La fachada es de sillería y ladrillo y consta de tres cuerpos. En el cuerpo central, el pórtico del atrio está sustentado por cuatro columnas con capiteles del gótico Tudor, que sostienen arcos de herradura con decoración angrelada. Este cuerpo central se remata por un gran ventanal geminado en cinco partes, en cuyo centro hay una gran vidriera con Santa María de la Merced, que da luz al coro, y en su cima se dispone un cuerpo de ladrillos de decoración califal y una escultura de la Virgen de la Merced, sobre pedestal.


pórtico de entrada al templo con cuatro columnas que sujetan arcos de herradura



detalle de uno de los capiteles del gótico Tudor que sostienen los arcos de herradura



cuerpo superior en ladrillo con decoración califal y escultura de la Virgen de la Merced en piedra




Flanquean esta entrada dos torres de influencia mudéjar, teniendo la de la izquierda en su parte inferior una gran ventana longitudinal y en la superior un vano con arco de herradura apuntado con decoración polilobulada. La torre de la derecha, además de tintes mudéjares, tiene influencias renacentistas que se reflejan en una ventana con arco de medio punto y trazas modernistas. La fachada de la calle de los Libreros, está construida en estilos mudéjar y nazarí.

torre izquierda con un vano con arco de herradura apuntado con decoración polilobulada






torre derecha, con tintes renacentistas y modernistas



fachada en la calle de los Libreros, con arcos entrelazados y mirador, estilo nazarí




Interior de la iglesia






El interior es de planta de cruz latina con crucero y capillas a los lados. El edificio se sustenta por pilastras. Las capillas se abren por grandes arcos de herradura rebajados, sostenidos por columnas sobre pedestales con fustes bicromos, decorados en zig-zag y cuyos capiteles llevan ornamentación de abejero. Las enjutas de los arcos están adornadas con decoración de ataurique. Sobre las capillas laterales se disponen tribunas divididas por columnas que generan espacios geminados. Los capiteles compuestos sostienen arcos de herradura apuntados polilobulados, rematados por cresterías.










El crucero se abre por medio de cuatro grandes arcos polilobulados apuntados con decoración geométrica, sobre los cuales hay cuatro grandes gabletes en cuya clave están los símbolos de los Cuatro Evangelistas. La cúpula, ochavada, se sostiene sobre trompas. Su tambor se encuentra formado por nervios que se entrecruzan y que forman en el centro una estrella de ocho puntas de inspiración califal y que genera la linterna de arcos angrelados, entrecruzados que forman estrella de ocho puntas. En los cruces de los nervios campean claves estrelladas. La decoración del crucero se compone de un friso alto de azulejos modernos formando lacerías, cubriéndose esta parte y el presbiterio por bóvedas de lacería.












detalle de las vidrieras de la linterna







La iglesia es de dos tramos, la nave central se cubre por bóvedas adinteladas. El coro a los pies, contiene un ventanal con una vidriera que da luz a todo el templo con el tema iconográfico de la Virgen de la Merced.










Sepulcro de los Marqueses de Hinojares





El retablo mayor a mí no me agrada demasiado, ya que no me gustan los retablos sin policromar, como es este caso. Es obra de Urbano Parcero de la primera mitad del siglo XX, ecléctico y que consta de una calle central y dos laterales. En la primera tiene en su centro el camarín ovalado que cobija la escultura de Nuestra Señora de la Buena Dicha, talla moderna que imita modelos góticos. Esta talla representa una Inmaculada con el niño y es una copia exacta de la original, desaparecida en el 36. En los cuatro ángulos del camarín, figuran cuatro ángeles adorantes. En la parte baja luce el sagrario culminado por un precioso crucifijo de madera, obra moderna, en mi opinión, lo más bonito del retablo. Las calles laterales se decoran con vanos ciegos, de madera, sin representación escultórica alguna. Rematan el conjunto cuatro pináculos.

retablo mayor en madera sin policromar, obra de Urbano Parcero de la primera mitad del siglo XX



talla de Nuestra Señora de la Buena Dicha, talla moderna que imita a la original desaparecida en el 36



precioso Crucifijo de madera. Obra moderna del siglo XX



Capilla de San Antonio, en un retablo de madera sin policromar, moderno también, de inspiración musulmana, imitando atauriques y lacerías. Aloja en su centro escultura del titular, flanqueado por otras de San Nicolás y San Expedito.




Capilla de Nuestra Señora de la Merced, con una preciosa escultura de la titular. La Virgen se cobija bajo dosel de madera con su manto blanco, en un magnífico retablo moderno de inspiración califal.

Nuestra Señora de la Merced en un retablo de inspiración califal




Nuestra Señora de la Merced





Retablo en el lado del Evangelio, de madera, dorado imitando elementos neogóticos. Es obra al igual que el retablo mayor, de Urbano Parcero. Aloja en su centro una escultura de San Pedro Nolasco, con un cautivo a sus pies. A ambos lados, esculturas de Santa María de Cervelló, La Beata Mariana de Jesús, San Ramón Nonato y San Serapio, todos ellos mercedarios. Remata el conjunto una vidriera enmarcada por la madera del retablo y lo flanquean dos escudos.







Capilla de la Virgen del Pilar, con un retablo de tres cuerpos, moderno de estilo gótico con la Virgen del Pilar y flanqueada por esculturas de Santa Teresa de Jesús y Santa Rita.




Esculturas modernas de Santa Bibiana y un Crucificado







Cuadro de San Judas Tadeo, obra de Henriette de Xienigwers de 1961.










Hemos dejado para lo último el tesoro que se encuentra en el interior de la torre de la derecha y que no tiene acceso desde la iglesia. Se trata de una capilla que no contiene la joya del templo, ni siquiera la joya del barrio, yo diría que es una de las joyas de todo Madrid. Una talla de la Virgen de la Misericordia, que contiene un grupo escultórico barroco de principios del siglo XVII, que sigue los modelos italianos del Renacimiento. Esta talla se encuentra semiescondida tras una puerta que contiene una parte de barrotes y tras ellos un cristal, y solo es visible apoyando la cara contra los barrotes y rodeando la cara con las manos para evitar reflejos por estar el cristal sucio y descolorido. Para ver esta imagen no hace falta entrar al templo, ya que la puerta está a pie de calle en la base de la torre derecha, pasando desapercibida y vigilando a todos los que pasan frente a ella.

Virgen de la Misericordia, con un grupo escultórico a sus pies de principios del siglo XVII. Un tesoro escondido, siendo una de las joyas del barroco en Madrid.




Para acabar, vamos a relatar un hecho que aconteció hace unos años y que tiene como protagonista a nuestra Iglesia de la Buena Dicha. Cambiamos de artículo a leyenda:


En la madrugada del 3 de abril de 1998, a las siete y seis de la mañana, empezaron a surgir brillantes luces azules del interior, se oyó un grito desgarrador y acto seguido todos los cristales de la iglesia se reventaron. Después todo quedó en absoluto silencio y desde aquél día no se volvió a realizar culto alguno en la Buena Dicha. Darío González, el cura de la iglesia, colgó los hábitos para siempre y abrió un herbolario en la calle de Atocha. El hecho no tuvo gran trascendencia, unos minutos en Madrid Directo, una mención en el telediario y tres intentos fallidos de entrevistar al Padre Darío. Los feligreses empezaron a oír misa en otras parroquias y poco a poco el suceso de aquél día se fue olvidando, mientras que las ventanas del templo estuvieron tapiadas y sin cristal alguno durante años. Cristóbal Rodríguez, que vive a tres portales de la iglesia y testigo de los hechos, intentó en numerosas ocasiones investigar el suceso, pero todo fue en vano y sólo tenía una obsesión, entrar en la iglesia. Nunca tuvo éxito y lo único que descubrió es que por debajo de la iglesia no hay ningún alcantarillado ni instalaciones de gas, y lo peor de todo, que Darío, el cura, no hablaría jamás de lo acontecido aquél día ni aunque lo maten. Incluso tres años después, Cristobal intentó contactar con gente del ocultismo, pero tampoco tuvo suerte y nadie le hizo caso.
Solamente el Padre Darío sabe lo que allí pasó, pero se llevará el secreto a la tumba, desapareciendo con él la verdadera historia de lo ocurrido en esa temprana mañana de abril.



Por más que he intentado investigar este suceso, no ha habido forma de contrastar este dato. Lo único que sé es que en 2003, la Comunidad de Madrid realizó obras de rehabilitación del edificio y que hoy en día se encuentra abierta y con culto. Si algún día tomo café con el Padre Darío, o supiera algo nuevo, actualizaría este post.


Atrio de entrada