domingo, 7 de marzo de 2010

Basílica Pontificia de San Miguel



Estamos ante una de las construcciones arquitectónicas más relevantes del barroco español y mi favorita de todas la de la capital. Una basílica realmente bella, de estilo barroco italiano y construida con una serie de soluciones efectistas para paliar su poca amplitud y darle un aspecto monumental. Pero hagamos un poco de historia.
Está levantada en el solar de lo que fue la iglesia de Santos Justo y Pastor y mencionada en el Fuero de Madrid por Alfonso VIII (hecho entre 1158 y 1202), situándola como una de las iglesias del viejo Madrid y que en 1690 quedó totalmente destruida por un incendio. Tenía la típica torre mudéjar, de ladrillo, cuadrada, con ventanas en sus cuatro alturas y chapitel, siendo muy esbelta. Tuvo ricos objetos de culto, como una cruz de mano de Francisco Álvarez, una custodia de Antonio Negrete, e incluso entre sus ornamentos estaba, la única obra documentada del padre de Lope de Vega, famoso bordador, que consistía en dos almáticas bordadas en terciopelo carmesí de tela de oro y plata. Esta iglesia fue derribada a finales del siglo XVII, y el 20 de septiembre de 1739, el arzobispo de Larisa y gobernador del Arzobispado, en nombre del cardenal infante don Luis Jaime de Borbón, puso la primera piedra del nuevo templo.
Como hemos comentado, en 1739 don Luis Jaime de Borbón y Farnesio, arzobispo de Toledo, mandó construir el nuevo templo con el proyecto de Teodoro Ardemans, pero lo ejecutó el arquitecto Giacomo Bonavía, el que dio ese efecto de grandiosidad al disponer las pilastras oblicuamente respecto al eje central, agrandando el espacio y la ilusión visual se completa con su elevación e inclinación hacia el exterior. Acabó la construcción el arquitecto Virgilio Rabaglio, quien concluyó la fachada y parte decorativa del interior. La capilla mayor la realizó en 1750 Andrés de Rusca.
Tras el incendio en 1790 durante la invasión francesa, el templo de San Miguel, ubicado donde actualmente se encuentra el mercado que lleva ese nombre, se unió al de San Justo, pasando a llamarse desde ese momento Iglesia de San Miguel y Santos Justo y Pastor. En 1891, la parroquia de San Justo quedó establecida en el viejo monasterio de las Maravillas (del que ya hemos hablado en este blog) y en 1930 el nuncio la elevó a basílica menor, pasando a ser el templo de la Nunciatura apostólica de la Santa Sede en España, con el nombre de Basílica Pontificia de San Miguel, pasando años más tarde a ser regido por el Opus Dei. Este templo durante la guerra de 1936, no sufrió ningún daño.

La planta del edificio es un poco caprichosa, ya que Bonavía tuvo que adaptarse al espacio que había entre la calle Puñonrostro y el Pasaje del Panecillo. El resultado... una joya de la Villa del siglo XVIII, de estilo rococó y con una gran influencia italiana.





fachada convexa y torres con influencias orientales









El templo, en su momento supuso una absoluta renovación respecto a los tradicionales modos de hacer de nuestros arquitectos barrocos y siguió casi como un calco las plantas de Santa María de la Divina Providencia, de Lisboa y de San Felipe Neri, de Turín, obras de Guarini, en 1745 estaba concluido el edificio. Muy llamativa es la fachada de forma convexa, rematada por dos torres con chapiteles de influencia oriental. La fachada aprovecha la curvatura, para así producir un mayor efectismo en toda la fachada, haciendo que todo el conjunto, pequeño en espacio, se proyecte hacia arriba. Arriba culmina con sus dos torrecillas, mientras que en la parte inferior, la mole está sustentada por una escalinata curvada también, que ayuda a darle monumentalidad a todo el edificio.

La gran puerta de la portada, está enmarcada con un dintel con orejones y con un relieve en la parte superior, con el martirio de los niños Santos Justo y Pastor, obra de Bartolomeo Carisana. En ambos lados, las bellas esculturas dentro de sendas hornacinas, representando las Virtudes de La Caridad y la Fortaleza, ambas obra de Roberto Michel.

Portada de la iglesia, las esculturas en hornacinas son de Roberto Michel



gran relieve que representa el Martirio de los Santos Justo y Pastor, obra de Bartolomeo Carisana



En la parte del segundo cuerpo, se encuentran las otras dos Virtudes Teologales, separadas por una ventana con dintel curvo. A la derecha la Fe y a la izquierda la Esperanza. Estas dos últimas son obra de Bartolomeo Carisana. En la parte superior, un gran escudo de armas del cardenal infante y unos ángeles que sujetan la cruz metálica, todos obras del mismo autor.

Las esculturas que se encuentran en hornacinas del segundo cuerpo, el escudo de armas y los dos ángeles que sujetan la cruz de metal en el remate del conjunto, son obra de Bartolomeo Carisana




Interior de la iglesia

El interior tiene planta de cruz latina, con una gran nave central con capillas laterales con arco de medio punto, tres a cada lado. La nave está cubierta por bóvedas de cañón con lunetos. Toda la iglesia presenta una composición quebrada, con un marcado movimiento en las pilastras que sostienen las bóvedas, en donde vemos una relación cóncavo-convexo. Los altares laterales tienen como finalidad primordial el ayudar a la perspectiva de todo el edificio. El templo contiene una fastuosa decoración, a base de estucos que imitan mármoles y oros, completado por la decoración de las pinturas de las bóvedas, que hacen en conjunto, uno de los templos más majestuosos de Madrid.



Vista del interior de la Basílica con sus paredes en estuco y dorados




Veamos las pinturas de las bóvedas

A la derecha de la siguiente foto, en forma triangular, una representación del calvario. En los lunetos, también triangulares, representaciones de los profetas Ezequiel y Jeremías, obra de Hastoy. A la izquierda, la cúpula rebajada con forma circular y siendo la pintura más grande que se ve en la foto, la Apoteosis de los Santos Niños Justo y Pastor, realizada por Bartolomé Rusca en 1745. En las pechinas que sujetan esta cúpula rebajada, aparecen representaciones de las virtudes relativas a los niños mártires, personificadas por las santas: la Fortaleza es Santa Bárbara, la Virginidad es Santa Cristina y Santa Inés es la Inocencia. En la cuarta pechina aparecen ángeles.



Las siguientes pinturas, entre la cúpula rebajada y la cúpula del crucero, son atributos papales. En los siguientes lunetos, son los profetas Isaias y Daniel, obra de Hastoy. Sobre las capillas laterales hay unas grisallas con representaciones de Judith con la cabeza de Holofernes en el lado derecho y Jacob y Rebeca en el izquierdo.




En la zona del crucero, una cúpula ovalada sobre pechinas sobre un anillo y cerrada con barandilla. En las pinturas de las pechinas se encuentran los Cuatro Evangelistas y en el interior de la cúpula, la escena del martirio de los Santos Niños Justo y Pastor y su posterior Apoteosis, siendo recibidos en el cielo. En la cúpula grisallas que representan la Fortaleza y la Fe.
Todas pintadas por los hermanos González Velázquez, aunque otras fuentes dan como autor de las pinturas de la cúpula a Bartolomé Rusca.




El presbiterio está coronado por una bóveda de cascarón y arista. La escena de la pintura es cuando Justo y Pastor se presentan ante el procónsul Daciano. Estas pinturas también son de los González Velázquez en 1752




En el retablo del altar mayor, se encuentra centrado el gran lienzo que representa al Arcángel San Miguel venciendo al Diablo, obra de Alejandro Ferrant en 1897. Sobre el cuadro hay dos ángeles, obra de Pedro Hermoso, ambas del siglo XIX.
En la parte superior, un medallón con la figura del Padre Eterno, realizado en el XVIII por los González Velázquez. A los lados del gran lienzo de San Miguel, hay dos medallones con los bustos de Cristo y la Virgen, ejecutados por Pedro Hermoso. Podemos ver también en la capilla mayor, dos tribunas laterales, realizadas en madera, en estilo rococó.





el gran lienzo "El Arcangel San Miguel venciendo al diablo", obra de Alejandro Ferrant





nueva vista del lienzo del retablo



Entre las tallas de su interior, sobresale el Cristo de la Fe y del Perdón, que sale en procesión todos los domingos de ramos, siendo la primera procesión de la Semana Santa en Madrid. Se encuentra en un retablo neoclásico con grandes columnas, con un relieve de la Anunciación en la parte superior. Esta talla del Cristo de la Fe y del Perdón, antes se llamaba de la Luz, y es obra de uno de mis escultores preferidos, Luis Salvador Carmona, del siglo XVIII. Probablemente una de las mejores tallas que se encuentran en Madrid, suponiendo que no sea la mejor...
A sus pies, una imagen de vestir de María Inmaculada, obra del escultor sevillano Juan Manuel Miñarro, en 1995. Existe otra talla de Santa Librada crucificada de Luis Salvador Carmona que no llegué a encontrar en el templo.





María Inmaculada, obra de Juan Manuel Miñarro de 1955



Maravillosa la talla del Cristo de la Fe y del Perdón de Salvador Carmona



Retablo de la Virgen de la Asunción, del siglo XVIII, con una magnífica talla de los Talleres granadinos del siglo XVIII. Está rodeada por un grupo de ángeles de factura moderna




Retablo similar al anterior con San José con el Niño, obra moderna de Agustín de la Herrán.




Capilla con una vidriera, obra de los Talleres Granda, contemporánea, al igual que las otras tres que se encuentran en el templo.



En las capillas laterales del lado del Evangelio, se encuentra la capilla dedicada a Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, obra moderna del escultor Agustón de la Herrán y a los lados, las dos restantes capillas con vidrieras.




pequeña capilla, con la vitrina del siglo XVIII, que enmarca la imagen del Niño Jesús de la Gracia, talla castellana de principios del XVIII.




Como curiosidad os contaré que el compositor Luigi Boccherini, fallecido en Madrid donde vivió muchos años, fue enterrado en esta iglesia hasta que en 1927, Mussolini ordenó llevar sus restos hasta Lucca (Italia), su ciudad natal en donde descansa en el panteón de hijos ilustres en la Iglesia de San Francisco.
La Basílica fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional en 1984.


el órgano surge del muro ensamblándose al resto de la arquitectura a través de la doble moldura continua que recorre el circuito de la iglesia; decorativamente, el medallón del presbiterio guarda una perfecta simetría con el correspondiente original de el remate superior del órgano







Justo al lado de la Basílica, nos encontramos con un estrecho pasadizo llamado "pasadizo del panecillo", nombre que le viene de la costumbre limosnera del cardenal infante don Luis de Borbón, que por la puerta de su palacio repartía diariamente panecillos a los pobres.
El palacio que está al lado de la Basílica, separado por el pasadizo es el Palacio Arzobispal, un viejo caserón del siglo XVIII que edificaron para residencia de los arzobispos de Toledo en Madrid, el cardenal infante don Luis de Borbón y el cardenal Lorenzana, y que actualmente es residencia de los arzobispos de Madrid-Alcalá. Uno de los lados del palacio dan a la calle de la pasa, de donde nació un dicho madrileño, ya que ahí es donde se pedían las solicitudes para el matrimonio hace años. "el que no pasa por la calle de la pasa... no se casa". Este palacio carece de ninguna ornamentación que podamos resaltar, quitando una puerta con tintes barrocos que es la que da al pasadizo junto a San Miguel.







torres de San Miguel desde el Viaducto, junto a ellas, la torre neo-mudéjar de Santa Cruz

viernes, 5 de marzo de 2010

El huerto de las monjas



Escondido a las miradas de los transeúntes, se encuentra en pleno corazón de los Austrias, un pequeño jardín que antaño fuera el huerto del convento del Santísimo Sacramento, donde las religiosas Bernardas, plantaban sus verduras y hortalizas. Con algunos árboles frutales y plantas, una fuente del siglo XVIII realizada en París con querubines de bronce y su chorro de agua, y un pequeño mirador donde contemplar la cúpula de San Andrés. Es increíble que exista este remanso de paz y sosiego en el centro de Madrid, donde poder evocar otros tiempos, cuando el jardín era un huerto rodeado de los altos muros del convento.





Para saber más sobre la bonita fuente de bronce que decora el huerto de las monjas, os aconsejo que hagáis una visita al blog de Mercedes Gómez "Arte de Madrid", en el post que publicó al respecto:
Del jardin de Montellano, al Huerto de las monjas












domingo, 28 de febrero de 2010

Iglesia de San Marcos



La iglesia de San Marcos es un edificio concluido por Ventura Rodríguez en 1753 y es una de las mejores obras realizadas en su vida y una de las más bellas iglesias de Madrid. La iglesia debe su nombre a la victoria de la batalla de Almansa por Felipe V en el día de San Marcos de 1707, donde las tropas borbónicas resultaron vencedoras sobre las austriacas durante la guerra de sucesión española, siendo como resultado la subida al trono de los borbones. Según otros cronistas de Madrid, el nombre no tiene nada que ver con este hecho, ya que existía la ermita dedicada a San Marcos mucho antes.
En un principio existía una ermita dedicada a San Marcos, motivo por el que la calle donde se ubica se llamó de San Marcos, pasando a llamarse San Leonardo cuando se dedicó a un oratorio que también existió dedicado al santo, y que se empezó a construir bajo las trazas de Pedro de Ribera y Churriguera. Dicho oratorio permaneció en pie desde 1632, y existió hasta que fue derribada para construir el actual edificio que pasó a ser filial del convento benedictino de San Martín. En 1820 se convirtió en parroquia independizándose de San Martín.
San Marcos es una de las pocas iglesias que no sufrió ningún tipo de saqueos ni incendio durante la guerra en 1936. El templo sufrió un incendio en 1925 y fue reformada por Francisco García Nava, siendo declarada Monumento Nacional en 1944.

Su portada es muy sencilla, pero con unas líneas muy definidas y muy distintas a las construcciones españolas de la época, en donde el arquitecto empieza a mezclar el barroco con las líneas rectas y nos invita a experimentar con una mezcla de naves entrelazadas geométricamente y con una compleja distribución interna.
Consta la fachada de un cuerpo flanqueada por dos pilastras y rematada por un frontón semicircular con una gran ménsula en el centro. En la parte superior un frontón triangular en ladrillo culmina con una cruz de piedra.

fachada neoclásica de la iglesia


portada en la fachada


Detrás de esa portada, nos encontramos con un interior de unas grandiosas proporciones en una planta con tres elipses, siendo mayor la del centro, correspondiente a la cúpula, y las dos menores son la nave y el presbiterio. Aparte, existen dos pequeñas elipses más, el atrio y un pequeño camarín detrás del presbiterio, lo que la convierte en un edificio con un total de cinco elipses. Espacios disimétricos y bóvedas elípticas, que le dan una preciosa perspectiva visual, todo ello dentro de un estilo con una clara transición entre el barroco y el neoclásico.

interior de la iglesia


vista del coro, con el órgano


lado de la Epístola


lado del Evangelio


Es poco común este tipo de arquitectura en los edificios madrileños, pero sin embargo, era muy común en las construcciones barrocas italianas, sacando una gran perspectiva de unas proporciones estrechas y pequeñas. Todas las pilastras acaban rematadas en capiteles de orden compuesto, con una cabeza de león, alusivo a San Marcos, al cual está dedicado nuestro templo.



El presbiterio está cubierto por bóveda de medio cañón, en el centro una cúpula elíptica, apoyada sobre pechinas y con linterna. En la nave otra bóveda de medio cañón con lunetos a los lados.



En las pechinas se encuentras pintados los cuatro doctores marianos: Anselmo de Canterbury, Ruperto Abad, Ildefonso de Toledo y Bernardo de Claraval. Son del siglo XVIII y pintadas por Luis González Velázquez, mezclando la pintura con la escultura, ya que las alas de los ángeles y otros elementos se encuentran resaltadas en escayola.
La cúpula contiene cuatro gajos pintados por el mismo autor, representando escenas del titular del templo. Es curioso ver la perspectiva de la cúpula elíptica encajada en medio de las tres elipses de la que se compone el interior del templo. Cuando se mira desde la nave, parece una cúpula redonda, mientras que si se mira justo debajo de ella, se ve perfectamente su forma ovalada. Veamos el efecto...

Vista según se entra hacia el altar mayor


vista justo debajo de la cúpula, mirad como cambia el efecto desde esta vista y la anterior


El retablo fue realizado en el siglo XVIII, aunque reformado después del incendio que sufrió en 1925. Está constituido por un gran tabernáculo, con columnas a los lados. En el centro cobijado en una hornacina, se encuentra la escultura de San Marcos apoyado sobre su emblemático león para escribir el segundo Evangelio. Esta escultura es obra de Juan Pascual de Mena. A los lados del retablo se encuentran dos esculturas que representan a dos ángeles de estuco, obra del mismo autor. En la parte superior del retablo, hay un frontón curvo partido, que encuadra un óculo en el centro, con una vidriera del Espíritu Santo. Se encuentran también unos ángeles sedentes, obra de Felipe de Castro. Aparte por el retablo y el resto de la iglesia, existen otras cabezas de querubines, ejecutadas por Roberto Michel.

Retablo mayor. La escultura de San Marcos es obra de Juan Pascual de Mena. Los ángeles de pie, son del mismo autor, y las cabezas de querubines, obra de Roberto Michel.



Vista del retablo desde la nave


Retablo con un Cristo crucificado, realizado a mediados del siglo XIX, como fondo tiene unas pinturas de la Dolorosa y San Juan.



Retablo de Santa Escolástica, hermana de San Benito, con dos columnas de madera imitando mármol, que cobija la escultura de la titular, de Juan Pascual de Mena en el siglo XVIII y el retablo se remata por un ático donde se encuentra un lienzo de San Benito confesando a su hermana, obra de Luis González Velázquez. A los lados hay dos esculturas de San Miguel (talla moderna de los talleres austriacos) y de San Ramón Nonato (pieza del XIX). La pequeña escultura de San Miguel, sustituye a la desaparecida del siglo XVIII.



Retablo hornacina con la escultura de San Blas, obra del siglo XVIII de los talleres madrileños. Sobre ella, pintura de San Lucas, que junto a otras tres en los restantes machones, completa a los Cuatro Evangelistas que fueron pintados en el siglo XVIII. Son anónimos y seguramente pintados por algún seguidor de los González Velázquez.



Retablo de la Virgen de la Soledad, escultura de gran tamaño atribuido a Juan Pascual de Mena. Se cobija en un retablo de madera imitando mármol, obra del siglo XVIII, decorado con ángeles realizados por Roberto Michel. En el Sagrario se encuentra la pintura de "La Santa Faz", aunque en Madrid es conocida como "La Cara de Dios". Esta pintura imita la Santa Faz de la catedral de Jaén.



Hornacina que cobija una escultura de la Virgen con el Niño, pieza del siglo XVIII, donada por la reina María Cristina. Existía la costumbre en Madrid, de la "Sabatina", que consistía en que todos los sábados, la Congregación de esta Virgen, le cantaba la Salve a la Virgen. En la parte superior, el lienzo con San Marcos, obra del siglo XVIII.



Altar hornacina de San José, otra gran obra de calidad, atribuible a Juan Pascual de Mena. En la parte superior el lienzo con San Juan Evangelista.



Retablo dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, según nos decía Tormo, la imagen más antigua que se conservaba en Madrid dedicada a este titular. Construido en madera imitando mármol, como el anterior que comentamos de la Soledad, tuvo que ser restaurado completamente después del incendio. La reconstrucción total es obra de Francisco Font, aunque la forma en cruz del altar, nos indica claramente, que aquí se encontraba alguna escultura de un crucificado. A los lados dos esculturas dedicadas a Santa Dorotea y a la Inmaculada Concepción, obras del siglo XIX.





Altar-hornacina dedicado a San Antonio de Padua, probablemente también de Juan Pascual de Mena, obra del siglo XVIII. En la parte superior el último de los lienzos de los machones, el de San Mateo.



Retablo de San Benito Abad. Tal vez sea la escultura más bonita de las que hay en el templo de Juan Pascual de Mena. Se cobija en un retablo del siglo XVIII y en su parte superior un lienzo de Luis González Velázquez que representa la Visión de la Trinidad por parte de San Benito. A los lados, sendas esculturas de Santa Lucía y San Roque, ambas anónimas del XVIII.







En la iglesia estuvieron enterrados, Ventura Rodríguez y su esposa hasta que en el siglo XIX fueron trasladados a la capilla de los arquitectos en la iglesia de San Sebastian.


Placa en la puerta:



Esta iglesia se construyó sobre el solar largo, estrecho e irregular de la vieja ermita. El arquitecto Ventura Rodríguez ideó una original solución en planta, consistente en la yustaposición de cinco elipses desiguales que disminuyen de tamaño hacia la cabecera y hacia los pies, consiguiendo un espacio longitudinal, perfectamente trabado. La fachada se compone de un cuerpo central elevado, enmarcado por un orden gigante de pilastras en esquina, y rematado por un frontón triangular y dos alas cóncavas que se retiran de la alineación de la calle, creando un pequeño espacio de respeto frente al acceso. La cubrición del templo se realiza a base de bóveda de medio cañón. En el presbiterio, de cúpula elíptica sobre pechinas y con linterna en la elipse que hace las funciones de crucero de medio cañón con lunetos en la elíptica que forma la nave. En 1944 fue declarada bien de interés cultural.