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sábado, 19 de noviembre de 2016

El reloj de la Puerta del Sol cumple 150 años




El reloj de la Puerta del Sol fue inaugurado por la reina Isabel II el 19 de noviembre de 1966

Cuando fue derribada la iglesia del Buen Suceso de la Puerta del Sol, el reloj de la iglesia, conocido por los madrileños como el reloj impuntual, se colocó en la fachada de la Real Casa de Correos, dando las campanadas adelantadas, atrasadas y marcando una hora totalmente irregular siempre. A pesar de las veces que se intentó arreglar la maquinaria del reloj, no fue hasta 1866, cuando se instaló el actual, obsequio del relojero José Rodríguez de Losada, lo que motivó la construcción que hoy presenta sobre el frontón y más tarde se levantó el templete que cobija la famosa bola que desciende al dar las doce campanadas.









martes, 5 de abril de 2016

Torre y Casas de Los Lujanes


En la Plaza de la Villa se encuentra la Torre y Casas de los Lujanes, y digo bien hablando de casas, porque todo el mundo se refiere siempre como Casa y Torre de los Lujanes, cuando realmente son varias casas.




Situándonos una vez pasado la de Cisneros y atravesando la estrecha calle del cordón (llamada antes, callejón de los Azotados), nos encontramos con la primera de las Casas, que albergó hasta no hace muchos años, la Hemeroteca Municipal. Se trata de una edificación del siglo XVI, con un precioso arco de herradura apuntado mudéjar con puerta de madera.




En su interior se encuentra la preciosa escalera gótica que estuvo en el hospital de La Latina y hasta hace unos años, al lado, en este mismo hall, estuvieron los sepulcros de La Latina y su esposo, verdaderas obras de arte plateresco y que se encuentran actualmente en el Museo Municipal del antiguo Hospicio. La Casa tiene un claustro y un patio con columnas. Los techos son de vigas vistas.Uno de los salones tiene en el techo unas pinturas de estilo pompeyano, que estuvieron durante décadas ocultas por papel pintado.



Pegada a esta, se encuentra la casa en donde vivieron los Lujanes y que contiene adosada la Torre, que alimenta cantidad de anécdotas y leyendas sobre el rey Francisco I de Francia. Este rey fue derrotado por Carlos V en la Batalla de Pavía y según la leyenda, estuvo preso en esta Torre. Pero la realidad parece que fue otra, estando preso solo en el campo de batalla, y que la Torre de los Lujanes no fue más que una mansión hospitalaria que se le brindó durante unos días, mientras que se acomodaban sus habitaciones en Palacio.


El rey vencido, tuvo un gran recibimiento en Madrid y en todos los pueblos y ciudades por donde fue pasando hasta su llegada a la Villa. Se le trató como un gran invitado y fue tratado siempre con gran respeto por sus anfitriones.
Incluso cuentan que el rey francés nunca quiso hacer una reverencia al español por orgullo y Carlos V mandó construir la puerta de pequeña altura a la entrada de la Torre, para que el rey de Francia, el que era bastante alto, tuviera que inclinarse al entrar.
El rey Carlos, entró primero, con lo cual, al entrar el francés inclinándose por la puerta, habría sucumbido al español. Pero el francés fue más listo y en el momento de entrar, por supuesto que tuvo que inclinarse, pero se dio la vuelta y entró de espaldas. Parece que esto le hizo gracia al español que se reía cada vez que recordaba la anécdota, o por lo menos, eso cuenta una de las leyendas. Así que será mejor no investigar en qué año se puede fechar la bonita puerta de herradura de estilo árabe que se encuentra en la Torre por la calle del Codo y por donde supuestamente entró el rey francés, no vaya a ser que tiremos por tierra esa curiosa anécdota entre Reyes.

Puerta en la Torre de Lujanes en la calle del Codo


En 1857 se acuerda una restauración de conservación de la Casa y el resultado fue un auténtico atentado al edificio. Se cubrió toda de revoco y se puso un almenado que se sacaron de la manga, en los altos de la Casa y de la Torre. Esto se ha solucionado en el siglo XX, aunque han desaparecido algunos elementos originales.


Aspecto en el siglo XIX


En el siglo XXI


La puerta de granito de la Casa, se salvó de aquella restauración y ha llegado hasta nosotros en perfectas condiciones, aunque yo no veo el gótico que dicen todos los libros por ninguna parte, eso sí, la puerta es muy bonita y original. Pero dejemos eso para cuando llegue su artículo cuando visitemos su interior.







miércoles, 23 de mayo de 2012

Dolmen de Dalí



El Dolmen de Dalí es un conjunto monumental que se encuentra al final de la Avenida de Felipe II, en la única plaza diseñada por Salvador Dalí. El proyecto nació entre Salvador Dalí y Enrique Tierno Galván, alcalde de Madrid en aquella época, ofreciéndole una plaza en la capital del reino, que valiera también en honor a su mujer. Esta impresionante obra de ingeniería y ciencia fue inaugurada el día 17 de julio de 1986,a las 13 horas y 13 minutos. El entonces Alcalde, Juan Barranco, leyó un telegrama del maestro, en el que Dalí compartió su emoción por esta obra con la memoria de Tierno Galván. El conjunto consta de 3 pilares que son diferentes, que sujetan una gran piedra. Delante una escultura de figura humana sobre un pedestal cúbico con una letra en cala lado formando la palabra GALA y un dibujo en el enlosado donde existían catorce rayos negros saliendo del dolmen y círculos de granito expandiéndose por toda la avenida, formando todo el conjunto un todo armónico y significativo. En el año 2002 el Ayuntamiento acordó un nuevo proyecto de remodelación de la zona que ponía fin a esta obra única en el mundo y que supondría la destrucción del monumento. Gracias a los vecinos del barrio, críticos de arte, conocedores de la obra de Dalí, personalidades del mundo de la cultura y apoyados por diversas instituciones, se constituyó la Plataforma Dolmen de Dalí, que más tarde pasarían a denominarse Grupo Dalí, y que consiguieron parar el proyecto después de muchos meses de lucha. No se pudo salvar sin embargo el maravilloso pavimento en forma radial original que diseñó el artista, pero se pudo conservar el dolme y la escultura, juntas en el mismo sitio.





El Dolmen de Dalí representa a una persona en evolución, dentro del cosmos. No a una persona cualquiera, sino a alguien que ya ha conseguido un alto grado de desarrollo.
Esa es la razón de que, a la estatua, se la denomine Homenaje a Newton. Newton aquí es el ejemplo, el modelo, el símbolo, de una persona de conocimiento reconocida por todos. Podría quizás haber sido Einstein, o Buda, o Ghandi ... Newton no es una mala elección, pues cumple algunos requisitos indispensables: genéricamente aceptado como una genio de la humanidad, buscador y conseguidor de conocimiento, y miembro de una gran cadena de personas que le han precedido y le han seguido en su esfuerzo. Esta cadena evolutiva se muestra en la existencia de un dedo de otra persona que ha pasado antes por allí y es superada.

Posee además otras virtudes estéticas y temáticas, como es que su trabajo está lleno de imágenes relativamente sencillas de representar, a su vez muy universales, y que son captadas con facilidad: la manzana, la gravitación, la luz ...

El grado de desarrollo alcanzado está caracterizado por los vacíos de su cuerpo y por la realización de sus obras. Está eviscerado, libre de las tensiones, instintos y tendencias animales, que han conseguido controlar, sublimar, para que no le haga efecto. Sus logros se evidencias en las esferas interna y externa. La esfera es símbolo inequívoco de perfección.
Los elementos que definen el alto desarrollo personal son, entre otros: ha conseguido hacer la esfera interior y exteriormente (coherencia y arte en alto grado); ha superado la animalidad (está eviscerado, sin vísceras, no está anclado en la visceralidad, sino en la mentalidad); su intención y su mira está en los más altos ideales (la cabeza es un huevo, uno de los más antiguos, hermosos y verdaderos símbolos de la divinidad). Sin embargo, aun vive en la tierra y es imperfecto, como se muestra por su cojera (pie derecho roto) y porque continúa caminando. Y no es el único que camina, un dedo gordo de otra persona dice claramente que otros han pasado por allí antes. Y otros vendrán después.






LA COSMOGONÍA DE DALÍ

Una persona de su talla y condición no podría limitarse a un reflejo emocional, personal, pegado a esta vida, que dejase un regusto sentimental. Eso, por supuesto, debía estar ahí, como si dijéramos el Dalí humano. No hay por qué negarlo ni obviarlo, pero de Salvador Dalí se espera mucho más, y nunca defrauda.
Era necesario dejar constancia de su visión del mundo, del cosmos, del universo, de la vida. Una tarea ardua, impensable para la mayoría; un deber para los genios, ésos que, como decía Eliphas Leví, “difieren de los simples videntes por la facultad que poseen de hacer sentir a los demás hombres lo que ellos ven y hacerse creer por entusiasmo y por simpatía”.

Su cosmogonía está animada por los principios emanativo y evolutivo, tanto en lo físico como en lo mental, emocional y espiritual. El caos primordial, etéreo, representado por la piedra superior del dolmen, baja por los pilares de la manifestación hasta la realidad sustancial del suelo. Desde ahí se expande por el universo físico, en un big bang cósmico –los rayos y círculos-. De esa materia prima se concretan, primero los minerales –el cubo-, y pasando por el reino animal –esa pierna/aleta/anca-, se llega a la humanidad.
Por fin, la persona sigue caminando, evolucionando, a pesar de sus limitaciones –el pie partido-. Su trabajo tiene recompensa –las esferas-, y consigue un estado de consciencia de unión con la divinidad, representada por la cabeza en forma de Huevo, símbolo universal del Absoluto Creativo.








SURREALISMO, SEXO Y MUERTE

La proyección psicoanalítica y la realidad subjetiva que se muestra, son dos características del arte investigador surrealista. Aun quedan otras facetas que remarcan esta condición, relativas a la sexualidad y a la muerte.
Son particularmente las sombras del dolmen a la luz de la mañana las que más destacan el aspecto freudiano. Respecto a la figura humana como ego, el dolmen es el superego, el ego de valores. Representa por tanto la figura del padre. El perfil del dolmen es claramente fálico, pero se hace más evidente observando la sombra que proyecta sobre la estatua, un gran pene que cubre y camufla el negro de la estatua y su pedestal.

A nivel estructural, considerando la planta del monumento, el arco formado por la C/ Antonia Mercé hace las veces de sexo femenino, una vulva que se prolonga en la vagina que es la Avda. de Felipe II, con las que la sombra del dolmen-falo se une a diario, en un acto continuo de amor, del que nace la figura humana resplandeciente al anochecer.
La presencia de la muerte es asimismo relevante. El dolmen es una estructura paleolítica de enterramiento, y su importancia es tal que, para que no haya ninguna duda, Dalí lo eligió como nombre de toda la obra. Es lo que define la posición y la orientación de todo el resto de elementos, por lo tanto puede entenderse que quiso construir una estructura funeraria, su propio mausoleo.
Nada más acorde que situar en ella la tumba de Gala, y disponerse él mismo a morir, avanzando confiado hacia la puesta del sol.
El número 13, el del Arcano de la Muerte del Tarot, es también un tema repetitivo en esta obra: Altura del dolmen 13 m. 13 cm., peso 230,13 Tm ... Pero el 13 no es muerte, sino el cambio de conciencia, el renacimiento continuo que permite evolucionar a través de las formas, la regeneración. Esto se remarca por los símbolos de movimiento: la estatua andante, los círculos y rayos en expansión hacia adelante, el ciclo solar que vuelve a diario y año a año.






TIEMPO Y LUZ; ESPACIO Y SÍMBOLOS

El tiempo fue una de las grandes obsesiones o pasiones del artista, uno de los misterios que buscó comprender. El tiempo está íntimamente ligado al movimiento
Para percibir el tiempo, hemos de notar el movimiento en el espacio. Para notar el movimiento, requerimos la luz, y ciertos puntos de referencia.
En esta obra, el movimiento es una constante. Todo es cambio, parece decirnos, en consonancia con lo expuesto anteriormente de su visión evolutiva, que igualmente precisa transformaciones a lo largo del tiempo.
Las esferas están sostenidas por hilos que deben ser imperceptibles, lo cual significa que están cayendo. La figura humana está caminando. Los círculos y los rayos se expanden. Las circunferencias completas se mueven por una órbita. El pilar trasero del dolmen se inclina hacia delante; el perfil de la piedra superior se afila hacia occidente.
Y el Sol. ¿Qué sería de esta maravilla sin el Sol? Apenas nada. Métanla entre cuatro paredes, y desaparecerá gran parte de su encanto y su misterio.
En efecto, es un gran reloj de sol, de connotaciones astronómicas. En el suelo, los rayos oblicuos más occidentales son los que corresponden a las sombras matutinas del dolmen en el solsticio de verano y en el solsticio de invierno.
Son dignas de observar las sombras conjuntadas estatua-dolmen, hacia occidente y hacia oriente.


TODO SE INICIA EN UN PUNTO

No debemos dejarnos llevar por las apariencias.

El elemento fundamental de la Plaza no es la estatua, ni siquiera el dolmen. La clave del conjunto es el punto emanativo del que surgen todas las cosas, y de qué forma surgen. Desde el centro situado en la intersección de C/ Antonia Mercé con Av. Felipe II, se expanden rayos y círculos, onda y corpúsculo, la doble naturaleza de la luz.

El cosmos en expansión desde un Big-Bang.
Sobre ese baricentro -centro de gravedad- se erige el dolmen, que explica y desarrolla ese punto origen: La Unidad y sus Tres aspectos. Los hace evidentes, comprensibles.
Es sobre el tercer círculo que se erige la estatua, recordando la posición del planeta Tierra. Ahí se levanta la Humanidad, desde el cubo mineral al huevo místico, pasando por los distintos estadios evolutivos. Y avanzando, en una cadena infinita de pasos que se suceden.
Pero la expansión del foco no es simétrica. También tiene movimiento, refuerza en sí mismo el avance Este-Oeste. Las asimetrías, las tangentes, los rayos duplicados, así lo indican. La tesis es sencilla y verdadera: el Sol también evoluciona.
El suelo de la Plaza y sus alrededores están llenos de detalles que han de ser estudiados, porque las dimensiones, los ángulos, las medidas, tienen una importancia inaudita.
No en vano son obra de Salvador Dalí. Así lo atestigua la inscripción, precisamente en la losa central: "Plaza de Salvador Dalí 1986", firmada por su autor.






Fuente: Plaza de Dalí
Fotos: Bélok

domingo, 15 de enero de 2012

Plaza de la Armería



La plaza de la Armería, junto al Palacio Real de Madrid, se sitúa en los terrenos de lo que fueron las calles de Malpica y de Santa Ana la Vieja, la de Pumar, las plazas de las Caballerizas y de Palacio, y las plazuelas de los Pajes y del Postigo. Actualmente la plaza está dividida por una verja, que deja una parte dentro del espacio de Palacio, en lo que se construyeron las galerías, aposentos y despachos que limitan por Levante y por Poniente, entre los que se encuentra la Real Armería, y en el otro lado de la verja, nos encontramos con la catedral de la Almudena y donde estará la futura entrada al Museo de las Colecciones Reales cuando se acabe de construir.

vista de la catedral desde la Plaza de la Armería




Esta plaza en tiempos del Alcázar era una explanada que se llamaba Plaza del Palacio, en cuyo terreno, en tiempos de Carlos II, se construyó un Arco, que fue llamado Arco de la Armería, Arco que existió hasta el último tercio del siglo XIX que también dio nombre a la plaza durante algún tiempo "Plaza del Arco de Palacio".


























La Real Armería se encontraba sobre las antiguas Caballerizas Reales que mandó construir Felipe II al arquitecto Gaspar de la Vega con el techo de pizarra, a la manera de las que el rey había visto en Flandes. Una vez acabado en 1564, fue ocupado el piso principal del mismo por la Armería, que hasta aquél entonces se encontraba en Valladolid y desde entonces podemos contemplar esa obra de arte conocida mundialmente, que se guarda en el Museo. Esta edificación se derribó en 1894 y sobre su solar actualmente, se levanta la catedral de la Almudena, edificio que cierra la actual plaza de la Armería por su lado meridional.

vista que cierra el lado sur de la plaza con las gruas de las obras del futuro Museo de Colecciones Reales




La fachada del palacio que da a la plaza, es la fachada principal, la sur. En su frente, sobre el ático, hay como un frontón, con un gran reloj, y a ambos lados, relieves que representan al sol en su recorrido por el Zodiaco. Una representación de España en el balcón central, y en los laterales, relieves de diversos temas. En la cornisa del frontón, un escudo con las armas reales. La puerta principal del palacio en la plaza de la Armería, es la que da paso a la gran escalera de Sabatini, con los peldaños de mármol de una sola pieza de cinco metros. Un rellano, en el que se ramifica en dos brazos con balaustrada, adornada ésta con dos leones de mármol, labrados por Roberto Michel y Felipe de Castro. Las pinturas de la bóveda que se sitúa sobre la escalera son de Conrado Giacquinto.

fachada principal del palacio en la plaza de la Armería




La plaza de la Armería fue diseñada por Narciso Pascual y Colomer, junto a la colaboración de Enrique María Repullés y Vargas, que dirigió las obras que concluyeron en 1892, momento en que se construyó el Ala de San Gil, un anexo del palacio que ya había proyectado en el siglo XVIII Sabatini.

arquería o galería en el Ala de San Gil



En la parte de Oriente (la que da a Bailén) y la parte de Occidente (la que da al Campo del Moro), están cerradas por arquerías, la parte sur da a la Catedral y la norte a la fachada principal de palacio.

Verja monumental que divide la plaza












vista del palacio en la plaza de la Armería, desde el interior de la catedral




Fachada principal del Palacio Real en la Plaza de la Armería




domingo, 1 de mayo de 2011

Recreación de la defensa del Parque de Monteleón



Ayer se recreó en la Plaza del Dos de Mayo la defensa del Parque de Artillería de Monteleón el dos de mayo de 1808. Réplicas exactas de artillería y fusiles de la época, y vestidos tal y como iban los militares y madrileños. La escenificación del combate se hizo en el mismo sitio donde tuvo lugar la batalla entre franceses y españoles, a las puertas del Parque de Monteleón, arco que sigue estando en el lugar exacto de la contienda. Más de 120 voluntarios de distintas asociaciones se encargaron de dar vida a uno de los sucesos que los madrileños nunca olvidarán.





































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Plaza del Dos de Mayo: el después

Plaza del Dos de Mayo: Monumento a Daoíz y Velarde

jueves, 3 de febrero de 2011

Mercado de Olavide



El mercado de Olavide se encontraba en la plaza del mismo nombre, que por cierto, nombre de la plaza que se intentó cambiar en dos ocasiones, una en 1850 cuando se le impone el nombre de plaza de la Princesa y más tarde por plaza Industrial, aunque en 1874 se volvió al nombre original de plaza de Olavide.
En 1875 se colocaron en la plaza, siguiendo la línea de la calle Trafalgar, dos crujías de hierro, con la cubierta de zinc, que se trasladaron desde el mercado de la Cebada, donde habían servido para la venta al por mayor de fruta. Estas cobijaron los puestos ambulantes que se instalaban en la plaza diariamente, formando un famoso mercado al aire libre, y así estuvo hasta 1931, año en que se empezó a construir el edificio.


En 1931 el Ayuntamiento encargó al arquitecto municipal Francisco Javier Ferrero Llusía el edificio octogonal para cumplir la función de mercado.
El edificio era de forma poligonal, constituido por una serie de prismas octogonales que se iban escalonando, hasta concluir en un gran patio central, último prisma que aseguraba la ventilación cruzada. El edificio estaba construido en hierro y hormigón y su aspecto era ligero. El arquitecto no había querido, según sus propias palabras, levantar soberbios elementos arquitectónicos sobre los puestos de lechugas, sino hacer un estudio racional sobre las necesidades de higiene y comodidad que este tipo de edificios requería. El mercado se inauguraba en 1934.
Para ello jugó sus cartas de manera que la estética emanase de su propia esencia. No era un edificio que asombrara por su espectacularidad, sin embargo, Madrid no podía permitirse el lujo de perder uno de los más importantes ejemplos de la concepción arquitectónica de esos años.
La voladura del mercado de Olavide levantó fuertes controversias. Se intentó salvarlo, invocando su valor histórico de testimonio de una época y la innecesariedad de su destrucción, aunque desapareciera su fin utilitario. Se proyectaron nuevos complejos urbanísticos, respetando el edificio, pero todo fue inútil, el Ayuntamiento, con Miguel Ángel García Lomas como alcalde, ordenó su destrucción, desoyendo las indignadas voces y el sentir del barrio.
El Colegio de Arquitectos mantuvo una loable lucha dialéctica con el Ayuntamiento, incluso en marzo de 1972, la Revista de Arquitectura publicó un artículo en el que intentaba dar soluciones al problema candente de la destrucción o no destrucción del mercado. Era un proyecto firmado por los arquitectos Araujo, Balbín, Espejel y Navarra, donde se pretendía salvar el edificio que el Ayuntamiento pretendía, y, desposeído de su finalidad propia, proporcionarle otro cometido, haciéndole acoger salas de exposiciones, terrazas de bares o puestos de flores. No prosperó, como ya sabemos. El 2 de noviembre de 1974, el mercado de Olavide saltó por los aires.





En su lugar quedó de nuevo libre el inmenso espacio que ocupa hoy la plaza de Olavide y de la que hablaremos en otro momento en este blog.
Mi abuelo trabajaba en una pequeña peluquería en la calle de Santa Engracia muy cerquita de la glorieta del Pintor Sorolla. Muchas días al atardecer nos acercábamos hasta allí a buscarle a la salida del trabajo y luego entrar en algún bar de las calles adyacentes a Olavide a tomar unas cañitas. Mientras los mayores se tomaban el aperitivo, los que éramos pequeños jugábamos cerca del mercado. Unos años después, toda mi panda estábamos pendientes aquél 2 de noviembre a la voladura con dinamita del edificio que tantos años había sido lugar que visitaron todos los habitantes del barrio. Un tremendo estruendo que nunca olvidaré se oyó durante un momento, que se repetía mientras el eco iba chocando contra los edificios cercanos. Allí volaron además del mercado, cristales, cerámicas de alguna fachada y cornisas. Para mí, en aquella época había sido todo un éxito. Ahora para ir de un lado a otro, no tenía que bordear el mercado, iba en línea recta atravesando la plaza, aunque al principio era tan sosa, solitaria y fría, que a veces me daba miedo cruzar.

martes, 11 de enero de 2011

Iglesia de Santa Teresa y San José



La iglesia de Santa Teresa y San José, llamado también Templo Nacional de Santa Teresa de Jesús, fue construido para residencia de los religiosos carmelitas y se encuentra en lo que fue una de las parcelas de la antigua Casa de Vacas de la Montaña del Príncipe Pío, estando hoy en los terrenos que abarcan la Plaza de España. Siguiendo la corriente del estilo que llamaron eclecticismo gotizante de finales del siglo XIX, mezclado con rasgos del modernismo, fue financiado por suscripción popular que encabezaron los reyes Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia, el arquitecto Jesús Carrasco Encina fue el encargado del trazado del templo, que consta de iglesia y de convento. Fue la primera iglesia madrileña que se construyó con hormigón armado y la empresa que se encargó de su construcción fue Nueva Sociedad de Construcciones de San Sebastián. Fue el 28 de marzo de 1916, centenario del nacimiento de Santa Teresa, cuando se puso la primera piedra, aunque no se empezó a construir hasta 1923, siendo concluida e inaugurada el 26 de mayo de 1928. El templo pertenece a los Padres Carmelitas descalzos.

parte del edificio destinada a convento



La iglesia mezcla estilos como el medievalista, gótico, renacentista y modernos, para reflejar en todo su conjunto una fortaleza que representase al libro de "Las Moradas". Por eso su estructura es a modo de una gran fortaleza medieval almenada que consta de un gran cuerpo central, flanqueado por otros a modo de dos torreones de sección poligonal.





En el cuerpo central se abren las tres puertas de entrada al templo, a través de tres grandes arcos de perfiles quebrados con rejería. Sobre el pórtico hay una escultura de la Virgen del Carmen evocando las tallas góticas.





El proyecto inicial de Jesús Carrasco, incluía la fachada rematada con una torre homenaje como corresponde en los castillos, de 95 metros de altura, sobre su cima iría una colosal escultura de Santa Teresa. Esto no se llegó a construir.


lugar donde comenzaría una gran torre que coronaría una imagen de Santa Teresa a 95 metros de altura



detalles de la fachada













Cúpula neobizantina


La cúpula de estilo bizantino, se encuentra a treinta y cinco metros del suelo y está decorada con azulejería policromada en amarillos, naranjas, rojos y azules que brillan con el sol, rematada por una corona real. La decoración de la cúpula es con un mosaico en cerámica esmaltada multicolor, obra encargada y pagada por la marquesa de la Floresta y realizada por el ceramista Daniel Zuloaga. El tambor tiene dieciséis ventanas ojivales que antes del incendio de 1931 recogían alegorías del "Castillo Interior" de Santa Teresa y de la "Subida al Monte Carmelo", de San Juan de la Cruz. Una de ellas fue costeada por Alfonso XIII.










vista de la cúpula hace unos meses antes de la reforma actual









Interior del templo










El templo es de planta rectangular de tres naves. La nave central se cubre con bóveda rebajada de medio cañón, mientras que las naves laterales son adinteladas con casetones. Se sustenta a base de pilastras, que generan arcos de perfil quebrado, que arrancan a su vez de ménsulas aveneradas. Sobre éstos corre una galería adintelada, que remata en un cuerpo de vidrieras. Entre éstas se disponen pilastras sobre ménsulas, sobre la forma de cabezas de ángeles y se proyectan, abarcando la bóveda.










El retablo mayor tiene 19 metros de altura y es obra de Félix Granda Buila. En la calle central se encuentra en la parte inferior una escultura de San Juan de la Cruz, en el centro una escultura de Santa Teresa de 4'50 metros con la peana que preside el camarín, mientras que en la parte superior lo corona un calvario. Las calles laterales del retablo está compuesta por relieves de madera policromada y decorados con motivos eucarísticos y figuras del Carmelo femenino y esculturas de santos con sus símbolos. La mesa del altar se encuentra asentada sobre un frontal con los Doce Apóstoles, de bronce dorado. Mientras que el retablo descansa sobre un revestimiento de mármol de una altura de 4 metros.


nave central y retablo mayor



escultura de San Juan de la Cruz en el retablo



escultura de Santa Teresa presidiendo el altar mayor, escultura que mide 4,50 metros






El coro, a los pies, está iluminado por vanos geminados y a lo que yo llamaría una ventana en forma de ventana termal con vidrieras.





En el centro del crucero se levanta la cúpula sobre tambor y trompas, cuyo casquete de media naranja tiene dieciséis ventanas trilobuladas. Ya hemos visto que en el exterior es de estilo bizantino, pero en el interior está inspirada en modelos románicos de influencia bizantina, con decoración gallonada en su interior. En el centro hay un escudo de España que ha sido sacado a la luz recientemente, ya que se encontraba tapado por pintura gris.



cúpula sobre el crucero









vista interior de la cúpula gallonada






En la nave de la epístola a los pies, la capilla del Calvario. Un crucificado de los Talleres de Olot, las dos tallas de la Virgen y San Juan son obra de Jenaro Lázaro Gumiel, escultor zaragozano del siglo XX.

Crucificado, obra de los Talleres de Olot



Talla de la Virgen, obra de Jenaro Lázaro Gumiel



Copia moderna del Pasmo de Sicilia, de Rafael, firmado por Francisco Martín Burgueño en 1944.



En el templo existen dos grandes murales de Francisco Gutiérrez Cossío (Pancho Cossío), que representan la Apoteosis Histórica de Santa Teresa y la Apoteosis Mística del Carmelo, enmarcados en piedra de granito.










Talla de la Virgen del Carmen, procedente del convento carmelita de San Cirilo de Alcalá de Henares, de la que sólo se conserva la cabeza, salvada del incendio en 1931. Un escultor la adaptó al tronco.




En la nave del Evangelio, copia del Prendimiento de Van Dyck del Museo del Prado, obra también de Martín Burgueño en 1944




Capilla penitencial con ventanas ojivales con vitrales y con pinturas de la Aparición de la Virgen de Lourdes a Santa Bernardette, decorada por el valenciano Cabañas. En la capilla se encuentra una talla de la Inmaculada de los Talleres de Olot.

Capilla decorada por Cabañas



Talla de la Inmaculada de los Talleres de Olot







La iglesia ha sido restaurada en su fachada y cúpula recientemente, luciendo una cúpula impecable y una fachada con un color un poco raro.

Antes de la reforma


Después de la reforma