lunes, 15 de noviembre de 2010

Real Basílica de San Francisco el Grande



La Real Basílica de San Francisco el Grande, es como popularmente llaman los madrileños a este templo, pero muchos no saben que su verdadero nombre es Real Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, y que el pueblo madrileño le cambió el nombre para no confundirlo con otro templo de idéntica advocación que había en la Carrera de San Jerónimo. Por ese motivo le empezaron a llamar al templo por el nombre de su fundador, San Francisco, y por el tamaño de su obra, "El Grande".





San Francisco en su viaje por España y andando por Castilla llegó a Madrid en el año 1214 o 1217, no sabemos con seguridad, y en el lugar donde hoy ocupa la iglesia que nos ocupa, fabricó su propia choza de ramas de los árboles y barro entre dos álamos y una fuentecilla, muy cerca de una pequeña ermita allí existente dedicada a Santa María y desde donde predicaba a los madrileños. Más tarde la ermita fue reformada dándola una mayor amplitud y solemnidad, en estilo gótico y cambiándose entonces el nombre por el de Jesús y María, aunque siempre conocida popularmente como San Francisco. Con el paso del tiempo nuestra iglesia y convento se convirtió en un lugar favorito por parte e las familias nobiliarios madrileñas, lo que dio lugar a una ampliación, para disponer de nuevas capillas y recintos para enterramientos, muchos fueron los hombres ilustres enterrados en la iglesia. El convento se convirtió en cabeza de la Orden, residencia del ministro general y hospedaje de todos los franciscanos que pasasen por la ciudad. En 1760 en un deseo de engrandecer el templo, se demolió la iglesia y el convento no respetándose absolutamente nada y todo desapareció, cuarenta sepulcros de hombres ilustres de Madrid, las obras escultóricas, nada... no quedó nada y con ello desapareció gran parte de la historia de Madrid, pasando el culto a la iglesia cercana de la Venerable Orden Tercera.





Los planos de la nueva iglesia fueron encomendados al arquitecto Ventura Rodríguez, este presentó un proyecto basado en San Pedro del Vaticano, pero fue rechazado por los franciscanos que eligieron el proyecto de fray Francisco Cabezas. El Hermano Cabezas dirige las obras durante siete años, con la financiación del pueblo de Madrid, encabezado por el rey Carlos III, pero en 1768 las obras se paran justo cuando habían llegado a la cornisa. El motivo era que la Academia de Bellas Artes opinaba que los muros no resistirían el empuje de la gran cúpula central. Hubo disputas, acerca de cómo debía de terminarse el proyecto, incluso Ventura Rodríguez, cuyo proyecto había sido rechazado, salió en defensa de lo realizado por el Hermano Cabezas. Las obras volvieron a reanudarse, pero fray Francisco Cabezas abandonó el proyecto y tras su muerte lo siguió Antonio Plo, quien rebajó la altura de la iglesia. Tras un montón de problemas que surgieron al descubrirse que Plo no tenía el título de arquitecto, de fuertes polémicas, expedientes de inspección y problemas con las cuentas de los fondos invertidos en la iglesia, se encarga para que siguiera el proyecto a Sabatini, quien dio mayor solidez a sus muros. Se dotó a las capillas con pinturas de González Velázquez, Goya, Zurbarán y el cerramiento de la cúpula lo realiza el director y arquitecto de la Academia de Bellas Artes, Miguel Fernández. En 1784 fue inaugurado el nuevo edificio, presidido por Carlos III, y consagrado a Nuestra Señora de los Ángeles, pero aún quedaba por hacer mucho, especialmente en la decoración, la cual no se concluiría definitivamente hasta el 1878. Pero no acabaron aquí los problemas de San Francisco, ya que al comenzar la invasión francesa, se realizaron numerosos destrozos en su interior y mas tarde José Bonaparte ideó un plan para convertir la iglesia en Salón de Cortes. Años más tarde ocurrió el asalto y matanza de frailes por el gentío, ante la creencia que habían envenenado las aguas. Al poco tiempo se proclama la ley de desamortización y supresión de las órdenes religiosas, decretada por el ministro Mendizábal y se expulsa a los franciscanos. El convento se destina a cuartel de Infantería y los cuadros al museo de la Trinidad. La iglesia quedó abandonada y sin culto, pero cuando se dieron cuenta de la importancia del edificio, se intentó devolver su antiguo esplendor. Se realizaron obras de restauración y se trajo parte de la sillería del monasterio del Parral de Segovia que fue colocada en el presbiterio. En 1869, se ejecuta el proyecto de convertir el templo de San Francisco en Panteón de hombres ilustres y se trasladaron los restos de Juan de Mena, el Gran Capitán, Alonso de Ercilla, Ambrosio de Morales, Lanuza, Quevedo, Calderón, marqués de la Ensenada, Ventura Rodríguez, Juan de Villanueva y Gravina. Pero tiempo después, todos fueron devueltos de nuevo a sus lugares de origen. Se volvieron a intentar obras de restauración que no fueron por buen camino al escoger artistas equivocados y sin estar acabadas, el templo fue abierto de nuevo para celebrar los funerales de Alfonso XII en 1885 y de una forma definitiva en 1889. En 1926, por Real Decreto se devolvió el servicio a los franciscanos. En 1971 se levantaron andamios para su restauración después de los desperfectos por filtraciones de agua y que dañaron a los frescos y las cúpulas, permaneciendo dichos andamios en el interior de templo, hasta que en 2006 se quitaron, es decir, 35 años después, más tiempo del que se tardó en construir la iglesia, que por cierto... fue declarada por el Papa Juan XXIII, basílica menor en el año 1963.

Vista lateral de cúpula. El exterior de las cúpulas de las capillas laterales imitan a la central




El exterior de la iglesia es una de las obras más representativas del neoclasicismo español. A la fachada de forma convexa le rematan dos torres con chapiteles de forma achatados y se encuentra dividida en dos cuerpos claramente definidos. El primero e inferior se sostiene por unas grandes columnas adosadas de orden dórico, con basas que enmarcan las tres grandes puertas, estas rematadas por arco de medio punto. El paso al segundo cuerpo se ha realizado por un gran entablamento. En esta segunda zona predomina el orden jónico, pues de esta estética son las grandes columnas, también adosadas, que lo sustentan, pero en este caso lo que enmarcan son las tres grandes ventanas adinteladas que iluminan el coro. La central se encuentra rematada por un frontón triangular en cuyo centro se halla el escudo del Santo Sepulcro. Toda la fachada se culmina por una balaustrada pétrea. En sus plintos hay seis esculturas realizadas en piedra por la Casa Mayer y Compañía de Munich, establecida en Londres, y representan a San Agustín, San Antonio de Padua, Santiago el Mayor, Santo Domingo de Guzmán, San Buenaventura y San Francisco de Asís. En el centro se aloja un gran escudo franciscano, rematado por la corona real de los Borbones. Detrás de la fachada se levanta la gran mole de la cúpula, la cual está enmarcada por las dos torres-campanario, realizadas por Sabatini, y en cuyos tejados se ven las cinco cruces del Santo Sepulcro, señal de la vinculación del templo con Tierra Santa.






El auténtico fallo de esta iglesia, es el efecto de la cúpula, que por la ausencia de tambor, que quitó en la reforma el arquitecto Plo, se quedó aplastada y sin la perspectiva que se quería lograr y observandola desde fuera, nadie se puede imaginar la grandiosidad y la magnitud de esta bella obra de arte que se puede ver desde el interior. Hemos de decir que es la tercera cúpula en diámetro más grande del mundo en la cristiandad, detrás de el Panteón de Agripa y San Pedro en Roma y por delante de Santa Sofía en Estambul, Los Inválidos en París o la catedral de San Pablo en Londres.

La cúpula escondida entre las dos torres de la fachada





Interior de la Basílica







En el interior sobresalen doce apóstoles de casi tres metros cada uno en mármol de Carrara. Destaca entre sus capillas, una donde se encuentra el cuadro de San Bernardino de un Goya recién llegado a la Corte y que lo pintó para hacer notar su valía, ya aquí se pueda adivinar el estilo futuro del genio de la pintura. En este cuadro uno de los espectadores reflejados en la pintura es el propio autor, es uno de sus autorretratos. Otros cuadros que se encuentran en el templo son de Alonso Cano y Zurbarán. Pero vayamos con el recorrido.

El presbiterio es más ancho y largo que las demás zonas del edificio. Se encuentra precedido por un espacio rectangular, que se remata en la zona del altar por un espacio semicircular, también sostenido por pilastras y que se cubre por una bóveda de cuarto de esfera.




El retablo está constituido por cinco grandes pinturas, realizadas en el siglo XIX, con tema franciscano. Fueron ejecutadas en colaboración por Manuel Domínguez y Alejandro Ferrant. El último realizó los dos lados correspondientes al Evangelio, mientras que Domínguez realizó los correspondientes al lado de la epístola. En el centro del altar ambos pintores realizaron el Milagro o Visión de la Porciúncula, en que Cristo y la Virgen se aparecen al Santo de Asís. Sobre estos cuadros, y en el casquete semiesférico que corona el altar mayor, Manuel Contreras pintó a Ángeles Pasionarios. Sobre el arco toral el mismo artista reflejó el Tránsito de la Virgen. Delante de las pilastras se disponen las hermosas y grandes esculturas de los Cuatro Evangelistas, realizadas en madera y escayola, aunque imitando bronce. Fueron diseñadas por Jerónimo Suñol, siendo realizadas por Sanmartí y Molinelli. En el centro del altar se encuentra el Sagrario, realizado por Juan Ruiz Schumague, en mármol con plata sobredorada, y rodeando toda la capilla se encuentra una soberbia sillería de la que hablaremos después.






Cúpula


En el interior destaca la majestuosidad de la gran cúpula. El diámetro de la rotonda es de 33 metros y desde la cúpula hasta el suelo hay una altura máxima de 42 metros.
Todo el interior de la basílica de San Francisco el Grande se encuentra organizado por la gran cúpula semiesférica, rematada por la linterna y sostenida por tambor. Se divide en grandes gajos, cada uno decorado con pinturas. Se sostiene por una gigantesca cornisa, la cual a su vez se apoya sobre los muros, sostenidos por pilastras adosadas compuestas, pareadas y que enmarcan cada una de las ocho zonas en que se divide interiormente el templo: presbiterio, coro y las seis capillas laterales.
Esta cúpula es lo que más llama la atención en el templo. En el tambor que la sostiene se abren las ventanas, cerradas por vidrieras diseñadas por Francisco Amenigo y Aparici y Roberto La Plaza, siendo realizadas por los talleres de la Casa Mayer y Compañía de Munich. Todos los gallones de la cúpula fue un diseño de Carlos Luis de Ribera, aunque el encargado de llevarlo a la práctica fue Casto Plasencia. Todo el tema iconográfico es la glorificación de María como Reina de los Ángeles, así como santos franciscanos y españoles.


Gallones de la cúpula:

En el correspondiente al altar mayor, plano central de la foto, está allí representada, por obra de Casto Plasencia, la Apoteosis de Nuestra Señora de los Ángeles, en el momento en que es coronada por la Santísima Trinidad. Describamos los dos segmentos que tiene a los lados, a su derecha en el primer segmento, realizado por Francisco Jover Casanova, con diversas Santas españolas: Teresa, Isabel de Portugal, Casilda, Leocadia, Eulalia de Barcelona, Eulalia de Mérida, Engracia y María de Cervelló. El segundo y en esta ocasión el segmento de su izquierda, son Santos españoles: Vicente Ferrer, Hermenegildo, Fernando, Ignacio de Loyola, Leandro, Raimundo de Peñafort, Ildefonso e Isidro.







En el centro de la fotografía que coincide con el frontero del coro, la Estigmación de San Francisco, acompañado por otros santos de la orden por él fundada: Buenaventura, Antonio de Padua, Bernardino de Siena, Francisco Solano, Pedro Regalado, Pedro de Alcántara y el Beato Nicolás Factor, obra realizada por Salvador Martínez Cubells. El segmento de su derecha es el correspondiente a los Doctores de la Iglesia formado por Tomás de Aquino, León Magno, Pedro Crisólogo, Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo. Son obra de Manuel Domínguez Sánchez. En el segmento del otro lado al central, otro correspondiente a Doctores de la Iglesia, Isidoro, Braulio, Bernardo, Atanasio, Agustín, Ambrosio, Jerónimo y Gregorio Magno, también obra de Manuel Domínguez Sánchez.






Los dos segmentos centrales de los laterales que nos faltaban por ver, son dos Conciertos Angélicos realizados por Casto Plasencia.











Delante del presbiterio, y a ambos lados de la Capilla Mayor, se encuentran dos soberbios púlpitos realizados en mármol de Carrara por el escultor italiano Pietro Nicoli, decorados por relieves de bronce dorado, mientras que alrededor de la rotonda central, y sobre altos pedestales marmóreos, se levantan las grandiosas esculturas de los Doce Apóstoles, realizados por Elías Martín, Agapito Vallmitjana, Juan Samsó, Jerónimo Suñol, Justo Gandarias, Mariano Benlliure, Antonio Moltó y Ricardo Bellver.





Santos Simón y Felipe, obra de Antonio Moltó y Lluch



Santiago el Menor, obra de Elías Martín




El coro tiene una distribución similar a la de la capilla mayor. Con un espacio precedente, aunque de menor tamaño y cubriéndose por una bóveda de cuarto de esfera.
La bóveda del coro se cubre por un gran fresco con el tema del Tránsito de San Francisco, realizado en colaboración por Carlos Luis de Ribera y Casto Plasencia. Sobre él aparece Dios Padre rodeado por ángeles, obra de José Garnelo. El órgano fue realizado por la parisina Casa Covaillé-Coll. Aquí en el coro se encontraba otra sillería que dejamos junto a la del presbiterio para después.







Capillas


Alrededor de la zona central se disponen las capillas laterales, cerradas por arcos de medio punto, separadas por verjas de hierro forjado, realizadas en los talleres de Juan González. Las seis capillas son de planta cuadrada, cubiertas por cúpulas semiesféricas, sin tambor, sostenidas por pechinas y rematadas por pequeñas linternas que iluminan el conjunto. Todas las capillas se hallan decoradas con tres grandes lienzos. Uno en el retablo y uno a cada lado en la pared.




Capilla de San Antonio de Padua

En el centro de la capilla lienzo de la Inmaculada Concepción, obra de Mariano Salvador Maella, a su derecha el abrazo de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán, obra de José del Castillo, enfrente San José con el Niño, obra de Gregorio Ferro. En la cúpula una Apoteosis de Ángeles de Roberto de la Plaza, quién también realizó los bustos de santos en las pechinas que sostienen la cúpula. Sobre el altar hermosa escultura del titular, San Antonio de Padua, obra madrileña del siglo XVIII, relacionado con Luis Salvador Carmona. A los pies de la capilla, hermosa talla sin policromar del Santísimo Cristo del Perdón, de finales del XVIII.




Santísimo Cristo del Perdón, talla sin policromar de finales de XVIII






Capilla de Nuestra Señora de la Merced

Capilla de Nuestra Señora de la Merced, dedicada por la prematura muerte de la Reina Mercedes, esposa del Alfonso XII. Todas las pinturas corresponden a Carlos Luis de Ribera. En el central, Nuestra Señora de las Mercedes y sobre el altar una magnífica escultura de la Inmaculada Concepción, realizada por el valenciano Ignacio Pinazo Martínez en 1952, titular de la "Real e Ilustre Archicofradía de la Purísima", una de las más antiguas e importantes de Madrid, por el número de sus congregantes, con alrededor de cuatrocientos mil miembros.







Capilla del Santísimo o de la Pasión

Inspirada en estilo bizantino bajo un proyecto de Marcelo Contreras. En el centro está el Calvario pintado por Germán Hernández Amores. A su izquierda el Sermón de la Montaña, de José Moreno Carbonero y a la derecha está el Santo Entierro, pintado por Antonio Muñoz Degraín y Moreno Carbonero.






Capilla de Nuestra Señora del Olvido

Llamada también la Capilla de Carlos III en recuerdo a la Orden que dicho rey creó en honor de la Inmaculada. De hecho podemos ver en el cuadro central, al monarca arrodillado ante la Virgen, de la cual recibe el collar azul y blanco de su nueva orden, en una pintura de Casto Plasencia. Sobre el altar la hermosa escultura de la Virgen del Olvido, de la escuela castellana del siglo XVII, relacionada con los modelos de Gregorio Fernández. Esta talla cuentan que estaba en el antiguo convento de Jesús y María y que fue encontrada por Fray Manuel Llorente.






Capilla de las Orden Militares o de Santiago

En el centro de la capilla hay un soberbio cuadro de la Aparición del Apóstol Santiago en la batalla de Clavijo en el 844 (Santiago Matamoros), pintado por Casado del Alisal. Sobre el altar un grupo escultórico del siglo XIX de San Francisco en éxtasis y dos tallas contemporáneas de la Virgen del Carmen y San José.






Capilla de San Bernardino de Siena

En la capilla de San Bernardino de Siena se halla el cuadro más conocido de todo el templo, como es el realizado por Francisco de Goya, en el que se representa a San Bernardino predicando ante el rey Alfonso V de Aragón y sus cortesanos napolitanos. A la derecha lienzo de la Aparición de la Virgen a San Antonio, obra de Andrés de la Calleja y en el lado contrario se representa el momento en que San Buenventura acompaña los restos de San Antonio a su basílica de Padua y los prodigios que se sucedieron en el camino de traslado. La pintura es de Antonio González Velázquez. La cúpula fue realizada por Luis Menéndez Pidal en 1917, con una Apoteosis de las Virtudes. En las pechinas están los bustos de diversos santos y los azulejos del alicatado proceden del palacio de Don Álvaro de Luna en la localidad madrileña de Cadarso de los Vidrios, siendo completados por el ceramista Daniel Zuloaga. Sobre el altar una imagen moderna de la Virgen del Pilar.





Lienzo de San Buenvantura acompañando los restos de San Antonio, obra de Antonio González Velázquez




Aparición de la Virgen a San Antonio, obra de Andrés de la Calleja



cúpula de la capilla, con la Apoteosis de las Virtudes, pintada por Luis Menéndez Pidal en 1917



La predicación de san Bernardino de Siena ante Alfonso V de Aragón, de Francisco de Goya




Sillerías

Y digo bien sillerías porque son dos de las que hay que hablar. Parte de la Sillería del Monasterio de Santa María del Parral de Segovia se aloja en esta iglesia desde la desamortización de Mendizabal en 1836 (otra parte se encontraba hasta hace poco en el Museo Arqueológico de Madrid y ha sido devuelta al Monasterio). Fue tallada por Bartolomé Fernández Alemán hacia 1526, donde el tema de los relieves es el Apocalipsis, basado en estampas de Alberto Durero. La sillería es de estilo renacentista y se encuentra rodeando el presbiterio.
Hay que recordar que en este templo estuvo otra sillería gótica del Monasterio del Paular en Rascafría, desde 1883 hasta el 2003. Esta magnífica sillería se encontraba alojada en el coro alto y otra parte en la Sala Capitular, y que a punto estuvo de ser devorada por las termitas, según los conservadores científicos del Instituto del Patrimonio Histórico Español.
Mucha gente se hace un lío con las dos sillerías y creen que la gótica de Rascafría sigue aquí o que la del Parral se la llevaron, pero si en algo si se está de acuerdo, es que las dos sillerías fueron obra del mismo autor.





Junto a las puertas de entrada hay dos monumentales pilas de agua bendita. Las conchas de mármol están sostenidas por ángeles de bronce, la obra fue realizada por Segundo Vancells, fueron modeladas por Algueró Piñana, fundidas por Zaldo y doradas por Juan Martín.





Atrio
Antes de acceder al interior del templo, hay que atravesar el soberbio atrio de este edificio, que como el resto del conjunto es majestuoso. El pórtico es una gran estancia de 23 metros de ancho por 10 de largo. Su pavimento está cubierto por mosaicos. Se sostiene por dos grandes pilares rectangulares que sujetan las bóvedas rebajadas que lo cubren. Estas se hallan ornamentadas por granito, así como por otros materiales, como mármoles de diferentes colores. A su vez tienen pinturas que fueron realizadas en el siglo XIX por el artista Watteler, en donde hay diversos motivos decorativos, vegetales y geométricos. Al fondo se levantan tres puertas que dan acceso al interior del templo. Sobre cada una de ellas hay un gran relieve que imita bronce. Fueron dibujados por Carlos Luis de Ribera, siendo diseñados por Medardo Sanmartí el del centro, con el tea de Nuestra Señora de los Ángeles, patrona del templo. El de la izquierda por Francisco Molinelli y representa el Tránsito de San Francisco, mientras que el de la derecha es de Rafaél Algueró y refleja el Éxtasis de San Francisco. Estos mismos artistas tallaron los cuatro relieves de las puertas laterales, en donde aparecen Ángeles tenantes con los escudos de Tierra Santa.
Pero lo más bonito de todo el conjunto son las grandes puertas. Fueron talladas en nogal de los Estados Unidos y siguen modelos renacentistas españoles. El diseñador de los relieves y motivos decorativos fue Antonio Valera, restaurador de las esculturas del convento franciscano de San Juan de los Reyes de Toledo. Su talla corrió a cargo de Agustín Mustieles, mientras que fueron construidas por la Casa Juan Guas. Los herrajes son obra de José Callejo, según diseño de Justo Notario. Son en total siete las puertas que aparecen en el atrio.










Pegado a San Francisco el Grande pared con pared, nos encontramos con la Capilla del Cristo de los Dolores, uno de los monumentos más insignes del barroco en Madrid, pero que dejaremos para otro momento en el blog.

La ausencia de tambor, no nos deja ver la magnitud de su cúpula



Pasó mucho tiempo este templo de San Francisco el Grande con andamios, durante años y años, siempre que entré, me encontraba con ese esqueleto de hierro y una cubierta de madera en la cúpula de tal forma que no conocía sus frescos ni sus capillas, nunca había visto el interior de la maravillosa cúpula. Fueron casi cuarenta años ocultos tras esos hierros. Pero ahora quien quiera conocerla, no tendrá ningún problema en admirar y contemplar su maravillosa cúpula y el interior del templo en todo su esplendor.










21 comentarios:

Esetena dijo...

Espectacular, Bélok. Digno reportaje para uno de los templos más relevantes que tenemos en Madrid.

Creo que la historia de esta iglesia refleja un poco nuestra propia evolución como ciudad. Primero con la destrucción del primitivo templo medieval, con sus sepulturas, después con todo los conflictos y contratiempos arquitectónicos, después con los usos tan dispares que se le ha dado, más adelante con el fallido proyecto de Panteón de Hombres Ilustres (con los huesos de nuestras grandes glorias yendo y viniendo, bochornoso). Y, por último, con los cuarenta años que estuvo semicerrada, entre andamios y hierros.

Un compendio de sucesos que ejemplifica lo que ha sido Madrid con su patrimonio histórico-artístico. Afortunadamente, nos ha llegado un soberbio templo neoclásico, con una decoración suntuosa y bellísima, que refleja perfectamente las tendencias de la pintura española del siglo XIX.

Lástima que el entorno no sea el más idóneo (y en eso también la basílica ejemplifica lo que hemos hecho los madrileños con nuestro patrimonio). Con la humilde plazoleta que para nada favorece la perspectiva del templo. Con el frío y desolador Parque de la Dalieda, donde hay más granito que dalias. Con esos muros como si fueran de derribo que hay en la fachada que da al Parque de la Dalieda, restos de los edificios que estuvieron pegados a la basílica. Con la amenaza del mini-Vaticano del Parque de la Cornisa (¿está cerrado este asunto judicialmente? ¿habrá recurso?), que liquidaría una de las panorámicas más hermosas de Madrid... En fin, que hoy estoy un poco pesimista.

Afortunadamente, reportajes como éste me reconfortan. Toda una delicia leerlo. Gracias también por las fotografías (excelentes, para enmarcar), especialmente cuidadosas para no reflejar esos horrores urbanísticos que hay en el entorno de la basílica -como los citados muros de la fachada de la Dalieda-).

Un abrazo fuerte y enhorabuena!! Es todo un placer, Jesús

Aprill dijo...

Cada día me sorprenden más sus entradas,aunque nunca las comente.
Pero hoy con esta maravillosa entrada no me queda más remedio que romper mi timidez,para agradecerle su gran trabajo.Gracias

Samantha dijo...

Sin duda mereces los piropos...fantástico reportaje...chapeau

Anónimo dijo...

Gracias por tu trabajo,cuando viví en Madrid nunca pude ver el templo con todo su explendor,hoy que estoy lejo,gracias a ti puedo verlo con toda su magnificencia.GRACIAS,G.M.P.

otramiradaINTOmadrid dijo...

Enhorabuena!! Reportaje muy completo de uno de mis lugares favoritos de Madrid. Me ha impresionado el reportaje fotografico, todas magnificas.

Mercedes dijo...

Como dice Jesús, ¡espectacular!, felicidades Bélok, te ha salido un post precioso, tanto como la Basilica, muchas gracias.

Manu Romo dijo...

Vaya articulazo Bélok, eres la envidia del barrio. La basílica se lo merecía, hay templos como este que incluso se merecerían la denominación de catedral.
Repito, currazo y de los buenos.
¡Salud!

Meri Pas Blanquer (Carmen Pascual) dijo...

Estoy orgullosa de tu fantástico reportaje, gran información con todo lujo de detalles.

Extraordinarias todas las fotos, pero la última tan exquisita que emociona.

Gracias por esta página, de mi Madrid que tanto amo.

Anónimo dijo...

La he visitado dos veces, una yo solo y otra decidí invitar a un amigo; me llamo al día siguiente dándome las gracias emocionado por la tarde que pasamos (que conste que no soy muy creyente). Es cierto que los madrileños hemos vapuleado nuestro patrimonio histórico y artístico; ¿no se porque?.
El guía que nos acompañó en la visita se porto con nosotros maravillosamente; entramos un grupo pequeño y a última hora, y por ello nos llevó arriba, donde está el Órgano y contemplamos la Basílica desde arriba.
Cuando entras y si te vas a cualquiera de los lados contemplaras la impresión de que estás metido dentro de la cúpula. Las capillas son impresionantes aunque mis favoritas son las tres de la izquierda según entras; impresiona la capilla de Santiago y el cuadro de los caballeros de la orden; pero todos los cuadros de las capillas son enormes tanto en tamaño como en belleza.
Me gustaría agradecer al guía la pasión con la que nos contó cada sitio, explicándonos detalles de cada rincón, cada ventana, cada trozo de madera, cada mueble, vamos todo.
Cuando salimos, el reducido grupo aplaudió al guía y nos fuimos dándole la manos todos.
Mi amigo y yo nos quedamos a hablar con el durante tres minutos y quedé con el para una siguiente visita que volveré a hacer con otros amigos. Realmente otra joya madrileña, que esperemos que la especulación atroz no tire por tierra su entorno.

Bélok dijo...

Se ve que el guía sabe de lo que habla y que le apasiona su trabajo, que gusto dar con gente así. Me alegro que disfrutaras de la visita, el templo lo merece. Allí donde estuviste, en el órgano, es el Coro donde estuvo la maravillosa sillería, lástima que ya no esté. Pero me parece bien que esté donde tiene que estar, en su sitio de procedencia.

Anónimo dijo...

Gracias Bélok por tan maravillosas fotografías.
Sobre el comentario de que los madrileños hemos destrozado mucho patrimonio nuestro, no es cierto,más bien, hemos sido víctimas de lo mismo,pues la mayoría de las veces lo han hecho políticos y personajillos que no tiene nada que ver con Madrid y por tanto, no quieren a nuestro maravilloso Madrid.
Generalmente, les ha inducido el dinero ganado con especulaciones y gente en puestos sin capacidad para ello.
Podría decir muchas mas cosas pero la impotencia y la tristeza de ver como actualmente aún se va deteriorando más con basura pintadas absurdas y que ni Gobierno,ni Ayuntamiento ni Comunidad, parece importarles nada en absoluto.

Una madrileña que adora y quiere a Madrid cada día más.Y sobre todo desde que conozco medio mundo.

Anónimo dijo...

He oído decir que en Jueves Santo se celebraba un ceremonia en la que se nombraban caballeros, no me han sabido decir la Orden. ¿Es eso cierto? Y si es así, ¿se puede asistir?
Gracias

Roberto Morales Estévez dijo...

Me has dejado ALUCINADO.Mi más sincera admiración

Anónimo dijo...

Genial

Bélok dijo...

Muchas gracias por vuestros comentarios. No puedo darte información de esa ceremonia que comentas, pero me informaré.

Roberto, gracis por tu admiración, espero que sigas visitando mi blog.

Anónimo dijo...

Me ha emocionado toda la historia de este templo en el que hice mi 1ª comunión hace 55 años y en el que cada 12 de Octubre se celebraba la fiesta de la Virgen del Pilar y que la presidía Franco, yo era un niño y para mí era todo un acontecimiento.
Muchas gracias por tu trabajo y por los recuerdos que me traes como madrileño residente muy lejos de Madrid.

Bélok dijo...

Todo un lujo haber hecho la 1ª comunión en san Francisco el Grande. Gracias por tu comentario.

AARF-Riópar dijo...

Los 16 candelabros monumentales que iluminan este espacio circular fueron fundidos y cincelados en las Reales Fábricas de San Juan de Alcaraz (en Riópar, Albacete)en 1890, por los hábiles maestros metalúrgicos de las que fueron las primeras fábricas de latón y cinc en España.

http://www.museofabricasderiopar.com/

Bélok dijo...

Muchas gracias por la información AARF

Quini Garcia dijo...

Gracias Belox por la maravillosa historia de esta Iglesia que ahora conozco, es leerte y estar viendola, estoy deseando ir a visitarla porque cuando lo intenté anteriormente aún estaba con andamios, gracias de nuevo.

Bélok dijo...

Muchas gracias a ti Joaquina por tu visita al blog.

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