domingo, 17 de octubre de 2010

Iglesia de San Andrés y Capilla de San Isidro



La capilla de San Isidro se construyó en el siglo XVII, para venerar los restos del santo patrón de Madrid. Es una bella construcción que supone el triunfo del barroco madrileño y del Madrid de los Austrias. Ya hemos comentado en otros artículos sobre San Andrés y la Capilla del Obispo, el ir y venir del cuerpo incorrupto del santo. Una vez que la parroquia de San Andrés obtuvo la permanencia del santo, hubo que pensar en construir una capilla más grande, ya que la parroquia se quedaba pobre y pequeña para la veneración a que se exponía. Se estuvo pensando en construir un templo nuevo o adosarle una capilla, cosa que al final fue por la que se optó.
Fue Juan Gómez de Mora en marzo de 1639 el que presentó el proyecto para el edificio, pero estos planos fueron rechazados en favor de los de Pedro de la Torre en 1642, y en 1643 se pone la primera piedra con una gran fiesta en donde hubo banda de música y una gran multitud de gente. Pero las obras poco avanzarían y fue el 12 de abril de 1657, cuando el arquitecto José de Villarreal, maestro mayor de las obras reales, se hace cargo de la dirección de las obras, reformando las trazas de Pedro de la Torre. Se derriban las casas de don Fadrique Enríquez y del duque de Béjar, en la Plaza de San Andrés y parte de la muralla de donde se extraerá la piedra necesaria para la obra. Se traen mármoles de Talavera y jaspes de Cehegín, se empieza el revestimiento y labra de mármoles por Juan de Lobera, que también hizo las puertas con columnas de entrada al templo. Se pusieron las pizarras en las cubiertas y Simón de Vega se encargó del encamonado de la cúpula con ventanas y linterna, que al año siguiente estaba terminada, al mismo tiempo que se hacía cargo del proyecto Juan de Lobera a la muerte de su maestro Villarreal en 1662. Pero todavía quedarían siete años hasta que las reliquias del santo pudieran llevarse a la Capilla, ya que faltaba embellecer todo el interior. La Capilla adquiere una fastuosidad grandiosa, realzado por la calidad de las obras que albergaba. Pilares y columnas doradas que hizo Juan de Villegas, tarjetones de bronce elaborados por el platero Erasmo den Norbec, labores de yeso y escayola de Carlos Blondel y Francisco de la Viña, pinturas de Francisco Ricci, Juan Carreño, Francisco Caro y Alonso del Arco y esculturas de Juan Ron y Raimundo Capuz. En el centro destacaba, fuertemente iluminado con luz cenital, el riquísimo baldaquín realizado por Juan de Lobera, con un arco en cada frente y columnas con una cúpula calada que dejaba entrar la luz directamente sobre la urna del patrón, produciendo un increíble efecto. Era el 15 de mayo de 1669 cuando todo estaba terminado y las reliquias fueron depositadas en la nueva Capilla. Pero cien años después, como ya conté en el artículo de "Colegiata de San Isidro", el arca con las reliquias fueron trasladadas al mejor templo de Madrid, la Colegiata, y que pasó a llamarse desde entonces Colegiata de San Isidro.
En 1936, año en que comenzó la guerra, la Capilla fue quemada y solo quedó en pié la estructura exterior, destruyendo todo el interior con todo lo que contenía, sin salvarse nada.

Toda la ornamentación de los pilares y columnas doradas que realizó Juan de Villegas, los tarjetones de bronce del platero Erasmo Den Norbec, pinturas de Francisco de Rizi, de Juan Carreño de Miranda, Francisco Caro y Alonso del Arco. Esculturas realizadas por Juan Ron y Raimundo Capuz y el maravilloso baldaquino de Juan de Lobera. Todo se perdió en el voraz incendio del 36.

Durante muchos años se ha estado trabajando en la restauración de la Capilla, yo solo pude verla a través de unos pequeños agujeros que existían en la pared que separaba la Capilla de la parroquia de San Andrés y era una verdadera ruina que había sobrevivido gracias a los muros que la albergaba (aquí daremos gracias a la muralla). Pero partir de 1986 se empezó una reconstrucción exacta, intentando que fuera lo más fiel posible a la original, después de un riguroso proceso de investigación. En la parte baja se trabajaron piedras y mármoles originales de nuevo, la parte alta en madera con panes de oro y yeso estucado imitando a los mármoles y la cúpula con pintura al agua.









En la actualidad la Parroquia de San Andrés se encuentra muy felizmente restaurada, aunque no ha podido recuperar el esplendor de otros tiempos. La pared que separaba la Capilla con la parroquia se tiró y hoy forma parte de ella. El exterior está recientemente restaurado y ya sabéis lo que pasa cuando todo está nuevo... pues que parece de juguete al faltarle la solera de la suciedad en la piedra. Las estatuas de la cúpula yo las recuerdo blancas, pero hoy están pintadas del mismo color que el ladrillo, y está tan nueva tan nueva, que parece que es de cartón. Pero de lejos, es maravilloso contemplarla. Tiene una figura única, que la diferencia de todas las de Madrid y nadie que pase por allí, podrá evitar hacer una parada para contemplarla.




Con toda probabilidad San Andrés se erigió sobre una antigua mezquita y su historia se halla muy vinculada a Madrid, pues fue capilla real y campeaban los escudos regios en las claves de las bóvedas del presbiterio. Su acceso se realiza por un recoleto jardín, que antaño fue cementerio parroquial, donde nos encontramos con un gran cuerpo cuadrado de ladrillo, en el que se abren ventanas con pilastras compuestas de piedra, que se eleva sobre un gran basamento del mismo material. Su parte superior ostenta un entablamento muy destacado con mútilos o ménsulas paradas, elemento común en el barroco madrileño, y una gran cornisa muy volada, coronada con un antepecho con decoración de roleos y en sus ángulos pirámides con bolas. El segundo cuerpo está formado por la cúpula de ladrillo y pizarra, compuesta por un gran tambor octogonal con ventanas y hornacinas entre ellas, en donde se cobijan efigies de los doce Apóstoles, los Evangelistas y los Padres de la Iglesia Latina, realizados por Juan Cantón de Salazar y remata este cuerpo el casquete encamonado de pizarra, que culmina por una linterna con cupulín, chapitel, bola y cruz.






A ambos lados se sitúan las puertas, cuatro en total, trazadas por Juan Lobera. Las más pequeñas que dan paso a la antecapilla son sencillas, adinteladas, rematadas por sirenas que sujetan cestos con frutas. Más interesantes son las que dan paso a la capilla de San Isidro formadas por un vano pentagonal, flanqueado por columnas pareadas de orden compuesto, que sustentan una movida cornisa muy volada, con pináculos quebrados y hornacinas para alojar efigies. Están realizadas en granito y piedras de diferentes colores. En la correspondiente a la Costanilla de San Andrés podemos ver el relieve del Milagro de la Fuente, mientras que en la parte superior hay una escultura de la Virgen con el Niño, inspirada en modelos de Alonso Cano. Mientras que la correspondiente al antiguo cementerio hay un relieve con el Milagro del Pozo, arriba hay una escultura de San Andrés, obra de Manuel Pereira del siglo XVII, que antes ocupaba la fachada de la parroquia de este santo, en esta misma zona, después del derribo de esta parte del templo, la escultura, decapitada y arruinada, estuvo rodando por el jardín, hasta que se colocó en la hornacina, y recientemente ha recuperado, fruto de la restauración, su aspecto original. Anteriormente aquí hubo una escultura de San Isidro, también de Manuel Pereira.







Interior de la iglesia







El interior es de planta de cruz latina, con un tímido crucero. La zona de la nave se sujeta por medio de pilastras cajeadas de orden toscano, que soportan una cornisa acodada. Se cubre por medio de un techo plano, con casetones.

El presbiterio, la antigua capilla de San Isidro, es de planta ochavada, soportada por una serie de columnas acanaladas de orden compuesto y un entablamento con decoración de guirnaldas. Sobre este se sitúan lunetos de medio punto en los que se abren ventanas. Las pechinas se decoran con motivos vegetales y angelitos. Sobre ellas se dispone el gran tambor con vanos, que se remata en la cúpula y la linterna. Toda la decoración del conjunto está realizada en estucos y describe una rica policromía en la que predominan las tonalidades doradas, rosas y grises oscuras.








El altar mayor es un gran arco de medio punto en el que se inscribe otro más pequeño rebajado con dintel quebrado. En él se aloja un magnífico Cristo crucificado, talla del siglo XVII, relacionada con la producción de Pedro de Mena, que procede de la Capilla del Obispo. En la pared del fondo, donde antaño estuvieron las esculturas de los santos labradores de Manuel Pereira, se encuentra diferentes esculturas: Virgen del Carmen, de talleres madrileños contemporáneos, una interesante efigie de San Andrés de Jenaro Lázaro Gumiel realizada en 1966, Santa María Madre de la Iglesia, del mismo autor que la anterior, realizada en 1967 y un San José de talleres modernos, aunque basado en modelos barrocos.
En la parte superior, donde antes estaban los cuadros de Carreño y Rizi, están cuadros modernos, que representan al Apostolado, centrados por la figura del Salvador.





Santísimo Cristo de la Paciencia, también llamado el Santo Ecce Homo de San Andrés, obra de José Luis Mayo, artista contemporáneo, y que nos recuerda una imagen de gran veneración que había en este templo y que se perdió en la Guerra Civil. Actualmente hay idea de que esta imagen se convierta en procesional, formando parte de las celebraciones de la Semana Santa madrileña.






Imagen de vestir de Nuestra Señora de los Dolores, realizada por Jenaro Lázaro Gumiel en 1963.








15 comentarios:

pilar dijo...

su torre siempre inconfundible en el cielo de madrid es un regalo para la vista, la hermosa portada de tu blog así lo demuestra.

Esetena dijo...

Muchas gracias por este estupendo reportaje. Tienes razón en lo que dice: todo el mundo que pasa por ahí se fija en la Capilla. Su perfil es único y representa el barroco madrileño como ninguna otra obra. Fue una pena su destrucción, aunque, afortunadamente, tenemos una buena restauración. Muchas gracias y felicidades, Jesús

Anónimo dijo...

Otra vez le doy las gracias por este formidable articulo,muy bien documentado.Eres muy buen relator.Gracias G.M.P.

Julio dijo...

Muchas gracias por tu artículo, tan profusamente documentado, y por las magníficas fotografías que lo ilustran.

¿Podrías indicar las fuentes del texto para tener acceso a ellas?
Muchas gracias.

Julio.

Anónimo dijo...

¿La parte alta de la Capilla de San Andrés estuvo originariamente decorada con yeso y estuco o con mármoles?
Por cierto, ya que, creo, existe algún grabado del antiguo baldaquín de la Capilla, ¿no se podría reconstruir, aunque fuera aproximadamente?

Bélok dijo...

Pilar, llevas razón. El perfil incnfundible de la capilla de San Isidro es de una gran belleza, sin duda una de mis cúpulas preferidas.

Jesús, estoy contigo en que la restauración ha sido muy fiel a la decoración primitiva, un gran trabajo sin duda.

Julio, la mayoría de los datos están sacados del libro de "Iglesias de Madrid" de los hitoriadores y críticos de arte: Pedro F. García Gutiérrez y Agustín F. Martínez Carbajo. Sin duda una de las mejores fuentes inagotables de los templos madrileños a los que debo la mayoría de mis artículos.

Anónimo, si te refieres a la cúpula, supongo que estaba decorada con estuco, ya que la cúpula de San Andrés es una cúpula encamonada, es decir, una oculta armadura de madera, recubierta al exterior con pizarra, que por su poco peso aminora la presión y el empuje lateral del casquete. Con lo que es seguro que los interiores no tuviera gran peso como pudiera ser los mármoles y emplearan el yeso y el estuco. Las pinturas doradas al agua, darían todo el efecto necesario para tener esa magnífica presencia.
Y por supuesto que se podría reconstruir el antiguo baldaquín, pero... para qué??, tu crees que se podría volver a llevar el arca de San Isidro a su sitio primitivo?... la verdad es que yo lo he pensado muchas veces, al fin y al cabo, se construyó para eso. Seguramente tendría un mejor sitio que el que ocupa en el altar mayor de la Colegiata. Sinceramente, creo que existen muuuuuchos madrileños que no tienen ni idea de que el cuerpo de nuestro Patrón, está allí. Creo que estando en la Capilla, sería más de dominio público que ahora.
No sé... si yo tuviera el poder de hacerlo, tendría que pensarlo mucho.

Anónimo dijo...

Jenaro Lázaro Gumiel, el escultor de la dolorosa,y San Andres, así como María Madre de la Iglesia, se encuentra enterrado en el Santuario de Chandavila, falleció en 1977, para el que quiera información mi correo es
silvocalvio@yahoo.es

Anónimo dijo...

La Dolorosa que se ve en este blog, posiblemente corresponda a un conjunto de un descendimiento que posee el Santuario de Chandavila, me falta ahora localizar la imagen de San Juan, el cual lleva por cabeza un atorretrato del escultor.

ALIA dijo...

Muchas gracias

Anónimo dijo...

magnificos tus reportajes, ¿sabe algo mas sobre la idea de procesionar al cristo de la paciencia?, seria estupendo ver una nueva hermandad procesionando esa imagen y la de la dolorosa que tambien es preciosa

Anónimo dijo...

Se aprende mucho leyendoun texto tan bien relatado y acompañado de muy buenas fotografias, enhorabuena

Pedro - Perú dijo...

Muchas gracias por tu artículo, documentado, y por las magníficas fotografías que lo ilustran.
Feliz Navidad!!

Bélok dijo...

Felíz Navidad para tí tambien Pedro.

GATO MADRID dijo...

Estupendo e ilustrador artículo por el que le felicito

Bélok dijo...

Mari Carmen y Paco, muchas gracias por vuestro comentario.

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